30 diciembre 2004

Vivir del olfato


La garrapata espera en las ramas de un arbusto para caer sobre algún animal de sangre caliente. Parece que al carecer de ojos tiene en la piel un sentido general lumínico para orientarse en el camino hacia arriba cuando trepa hacia el punto de espera. Este animal ciego y mudo nota la proximidad de la presa por el sentido del olfato, que está determinado sólo al único olor que desprenden todos los mamíferos: el ácido bitúrico.

Ante esta 'señal' se deja caer y cuando cae sobre algo caliente y consigue la presa, continua con el sentido del tacto y de la temperatura hasta que halla el sitio más caliente, es decir, el que no tiene pelo, perfora el tejido de la piel y chupa la sangre.

Así pues, el mundo de la garrapata consta únicamente de percepciones de luz y calor y de una sola cualidad odorífera. Una vez finaliza su primer y único alimento se deja caer al suelo, pone los huevos y muere.

Arnold Gehlen, El hombre, 84

15 noviembre 2004

Golosinas para nadie


Se ha establecido en la moral moderna la regla de preferencia de que el trabajo útil es mejor que el goce de lo agradable. Esto revela un 'ascetismo' específicamente moderno, que fue extraño por igual a la Edad Media y a la Antigüedad y cuyas fuerzas impulsoras son una componente muy importante de las fuerzas internas que han conducido al desarrollo del capitalismo.

El ascetismo moderno se revela en el hecho de que el goce de lo agradable que se refiere todo lo útil, experimenta un progresivo desplazamiento hasta que, finalmente, lo agradable queda subordinado a lo útil. Establece un mecanismo complicadísimo para la producción de cosas agradables, poniendo a su servicio un trabajo inconsciente: sin atender para nada al goce final de esas cosas agradables.

Al final, resulta que aquellos que más trabajo útil hacen y más se apoderan de los medios externos necesarios para el goce, son los que menos pueden gozas. Y en cambio, los grupos más ricos de vida, aquellos a quienes precisamente la voluntad de goce no les permite concurrir con el trabajo de los demás, carecen cada vez más de los medios para engendrar el goce.

Con esto, la civilización moderna muestra la tendencia a no dejar que nadie aproveche el infinito cúmulo de cosas agradables que produce. Y preguntamos: ¿a qué viene esa infinita producción de cosas agradables, si el tipo que se agota en producirlas y las posee es el que, por naturaleza no puede gozarlas mientras que el que podría gozarlas no las posee?

Cosas muy alegres, contempladas por hombres muy tristes que no saben qué hacer con ellas. Tal es el sentido de nuestra cultura.


Max Scheler, El resentimiento en la moral, 150

11 noviembre 2004

Amor griego y amor galileo

EL AMOR EN LA ANTIGÜEDAD

Todos los pensadores, poetas y moralistas antiguos coinciden en creer que el amor es una aspiración, una tendencia de lo inferior a lo superior, de lo imperfecto a lo perfecto. Todas las relaciones de amor entre los hombres se dividen en un 'amante' y un 'ser amado': y el ser amado es siempre el más noble, la parte más perfecta y a la vez el prototipo para el ser, querer y obrar del amante.

Ya Platón dice: "Si fuéramos dioses, no amaríamos", pues en el ser perfectísimo no puede haber ninguna aspiración o necesidad. El amor es aquí sólo un camino, un método. Y según Aristóteles, en todas las cosas radica un impulso hacia la divinidad, ser pensante, feliz en sí y que 'mueve el mundo' como 'primer motor', pero no como mueve un ser que quiere y obra hacia fuera, sino como "lo amado mueve al amante", esto es, atrayéndolo, seduciéndolo. La esencia del amor antiguo está elevada a lo absoluto e ilimitado con singular sublimidad, con una belleza y frialdad netamente antiguas.

EL AMOR EN EL CRISTIANISMO

En la concepción cristiana se vuelve descaradamente la espalda al axioma griego, según el cual el amor es una aspiración de lo inferior a lo superior. A la inversa, el amor debe mostrarse justamente en el hecho de que lo noble se rebaje y descienda hacia lo innoble, el sano hacia el enfermo, el rico hacia el pobre, el mesías hacia los publicanos y pecadores. Y ello sin la angustia antigua a volverse uno mismo innoble.

Ahora Dios ya no es un eterno término en reposo, comparable a una estrella que mueve al mundo como "lo amado mueve al amante" sino que su esencia misma se torna amor y, por consiguiente, creación, voluntad y obra. En lugar del eterno 'primer motor' del mundo aparece el 'creador' que lo creó 'por amor'.

Lo monstruoso para el hombre antiguo, lo paradójico, según sus axiomas, ha sucedido en Galilea: ¡Dios ha descendido espontáneamente hacia el hombre haciéndose un siervo y muriendo en la cruz! Ya no hay una idea de un 'bien supremo' que tenga un contenido más allá y con independencia del acto de amor mismo y de su movimiento. El 'summum bonum' es ahora, no un valor de la cosa, sino de acto: es el valor del amor mismo como amor, no por lo que haga o produzca.

Si se le dice al joven rico (Mc 10, 17-27) que se desprenda de sus riquezas y las dé a los pobres, no es porque los pobres reciban algo, ni porque se alcance con ello un reparto de la riqueza más propio para el bienestar general, ni tampoco porque la pobreza sea en sí mejor que la riqueza, sino porque el 'acto' de desprenderse, la libertad y plenitud que se da a conocer en este acto ennoblecen al joven rico y lo hacen todavía más 'rico' de lo que es.


Max Scheler, El resentimiento en la moral, 73 /81



Amor griego


Todos los pensadores, poetas y moralistas antiguos coinciden en creer que el amor es una aspiración, una tendencia de lo inferior a lo superior, de lo imperfecto a lo perfecto. Todas las relaciones de amor entre los hombres se dividen en un 'amante' y un 'ser amado': y el ser amado es siempre el más noble, la parte más perfecta y a la vez el prototipo para el ser, querer y obrar del amante.

Ya Platón dice: "Si fuéramos dioses, no amaríamos", pues en el ser perfectísimo no puede haber ninguna aspiración o necesidad. El amor es aquí sólo un camino, un método. Y según Aristóteles, en todas las cosas radica un impulso hacia la divinidad, ser pensante, feliz en sí y que 'mueve el mundo' como 'primer motor', pero no como mueve un ser que quiere y obra hacia fuera, sino como "lo amado mueve al amante", esto es, atrayéndolo, seduciéndolo. La esencia del amor antiguo está elevada a lo absoluto e ilimitado con singular sublimidad, con una belleza y frialdad netamente antiguas.

Max Scheler, El resentimiento en la moral, 72

10 noviembre 2004

La belleza del otro


La envidia más impotente es a la vez la envidia más temible. La envidia que suscita el resentimiento más fuerte es la que se dirige al ser y existir de una persona extraña: la envidia existencial.

Esta envidia murmura continuamente: "Puedo perdonártelo todo, menos que seas y que seas el ser que eres, menos que yo no sea lo que tú eres, que yo no sea tú". Las dotes innatas de naturaleza y de carácter de los individuos y los grupos son, sobre todo, las que suelen suscitar la envidia del resentimiento: la envidia a la belleza, la raza, a los valores hereditarios del carácter es, pues, suscitada en mayor medida que la envidia a la riqueza, a la posición, al nombre o a los honores.

Max Scheler, El resentimiento en la moral, 32

08 noviembre 2004

Lágrimas de fantasía


El llanto no es en modo alguno la expresión directa del dolor, pues son raros los dolores que hacen llorar. A mi juicio no lloramos nunca por el dolor que sentimos inmediatamente, sino por el retorno de su imagen a nuestra reflexión.

Llorar es sentir compasión de sí mismo, o sea la piedad que vuelve a su punto de partida. Está, por consiguiente, condicionado por la capacidad de amar y de compadecer, y por la fantasía. Por eso el hombre duro de corazón y que no tiene imaginación, difícilmente llora.

Los niños, cuando se hacen daño, no rompen a llorar hasta que se les compadece. No es el dolor, sino su representación el motivo de su llanto.


Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, 290

06 noviembre 2004

Perderse por perderse


El más moderno y 'estético' de los laberintos y de los nudos no es aquél en el cual prevalece el placer de la solución, sino aquél en el cual domina el gusto del extravío y el misterio del enigma. Algo así como quería Borges: "La solución del misterio es siempre inferior al misterio mismo. El misterio tiene que ver incluso con lo divino. La solución, con un truco de prestidigitador".

No hay un enigma tan divertido como aquél del cual se hace una hipótesis de solución pero del que la solución misma no llega nunca. Los 'prestidigitadores' Edipo, Teseo y Perseo no son demasiado simpáticos para le mente neobarroca. Gusta más el riesgo intelectual que los precede.

Omar Calabrese, La era neobarroca, 157

05 noviembre 2004

Hermanos en la tragedia


El atormentador y el atormentado son idénticos. El uno se engaña no creyendo participar en el dolor del otro y éste creyendo ser ajeno a la culpa de aquél. Si ambos fueran curados de su ceguera, el malo reconocería que él vive en el fondo de toda criatura que sufre en el vasto mundo. Y el atormentado comprendería también que todo el mal que se hace o se ha hecho nace de esa voluntad que es su esencia y de la cual sólo es manifestación pasajera. Como tal, ha aceptado todos los dolores consiguientes y deberá soportarlos. Pues, como decía Calderón, "el delito mayor del hombre es haber nacido".

Que un conocimiento más profundo y libre no exigirá la justicia vengadora se demuestra en la moral cristiana, que prohíbe pagar el mal con el mal y que coloca la justicia eterna en una esfera que no es la del fenómeno, sino la de la cosa en sí.

Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, 275

Bendito aburrimiento


Por su origen y por su esencia, la voluntad está condenada al dolor. Cuando ha satisfecho todas sus aspiraciones siente un vacío aterrador: el tedio. Es decir, que la existencia misma se convierte en una carga insoportable. La vida como péndulo oscila constantemente entre el dolor y el hastío, que son en realidad sus elementos constitutivos. Habiendo puesto en el infierno todos los dolores y todos los tormentos, no se ha dejado para el cielo más que el aburrimiento.

El aburrimiento no es un mal que se deba tener en poco: deja en el rostro la huella de una verdadera desesperación. Hace que seres como los hombres, que tan poco se aman, se busquen unos a otros. Es el origen de la sociabilidad.

Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, 245

02 noviembre 2004

Usted quiso decir...


El artista posee una anticipación de aquello que la naturaleza se esfuerza por representar. Y esta anticipación, en el verdadero genio, va acompañada de aquel grado de imaginación que le permite reconocer en las cosas particulares su Idea, pudiendo decirse que el artista comprende a la naturaleza a media palabra y expresa de un modo acabado lo que ella sólo balbucea, comunicando al duro mármol el poder de expresar la belleza de la forma que aquélla no consigue expresar sino en miles de ensayos incompletos. Parece decir a la naturaleza: "esto es lo que tú querías decir".

Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, 179

21 octubre 2004

Josep al desert

Joan Pau Inarejos, desembre 2003

Abans pensava que l’enemic vivia sota el llit, o en un altre món sota el món, o al corredor solitari. Però ara que tinc vint anys ja no em fa por res del que hi ha a fora, sinó tot el que hi ha a dins.

La lluita de l’home, incansable i diària, esgotadora i gegant, no és contra el mal, és contra l’absurd. És contra l’amenaça constant del desànim, de llançar la tovallola i rendir-se a l’apatia del no-res, del prou, del marxem que aquí no hi fem res. Però això deia algú que la humanitat sencera s’enretira quan veu un home que sap on va, perquè és un home tocat per la gràcia.

Aquesta és l’esperança: que dins de la foscor de l’univers s’hi encengui una bombeta, que dins de l’oceà esvalotat s’hi faci la vida, que la molsa del pessebre, abstracta i primitiva, s’ompli de figures que caminen sobre farina de galeta, però sempre endavant. I el poble que camina a les fosques vegi una gran llum…

Però amb tot el fang del món costa molt seure a amassar figures. Com podem omplir de sentit tant de fang? Ho hem d’inventar tot, o només ho hem de descobrir? Podem viure amb aquest dubte d’arrel? La bombeta il·luminarà tot un cosmos? Els pastors arribaran enlloc? Tot s’ha de fer, no sabem res. És massa missió per a tanta solitud.

De vegades penso en tu, Josep, pobre home, perdut i despistat dins la profecia. Ningú t’ha explicat res, i tu d’aquí cap allà perquè pots fer i desfer, però mai et pots aturar, sempre te l’has d’empescar tant si tens un cavall com si tens un ase per fugir d’Egipte o per tornar a Natzaret. Pobre home petit i lúcid, sense sostre, nedant a contracorrent, sempre creant, i creant, sense saber que tota la música s’esfuma abans d’arribar als núvols, sense saber si algú t’escolta quan parles sense paraules.


20 octubre 2004

En alta mar la perdí

Joan Pau Inarejos, agosto 2005

El toro se zambulló al ver que la joven ya no estaba sobre su lomo, y con toda la gruesa piel jadeando bajó a las profundidades mediterráneas. Los pulpos se erizaban y los bancos de peces se desparramaban al descubrir la cornamenta buceante, cortando el agua como un relámpago submarino. El animal rastreó campos de algas y cuevas burbujeantes pero aunque cualquier pestaña de luz podía confundirse con ella, no apareció.

No debí correr tanto, no la sujeté bien, fue mi culpa, la asusté, así gemía y se maldecía el instinto del toro casi ahogado, bajo la mirada perpleja de las medusas. Con los cuernos rojos de dolor y de reventar corales se engañó a sí mismo y fabuló que Europa no había muerto sino que estaba en brazos de un dios más rápido y escamoso.


16 octubre 2004

Mi aurora, mi tormenta


Si nos perdemos en la contemplación de la inconmensurable grandeza del mundo en el espacio y en el tiempo, si meditamos en la infinidad de los siglos pasados y venideros, o si, mirando al cielo estrellado, consideramos la infinidad de los mundos y la extensión inacabable del espacio, nos sentimos pequeños y nos perdemos como gota de agua en el océano.

Pero a la vez, contra este fantasma de nuestra propia nada, contra tan engañosa posibilidad, se yergue en nosotros el convencimiento íntimo de que todos esos mundos no existen más que en nuestra representación y no son más que modificaciones del sujeto eterno de conocimiento puro así que olvidamos nuestra personalidad.

La inmensidad inquientante del mundo depende ahora de nosotros, ya no dependemos nosotros de ella. Se nos revela un sentimiento consciente de que somos una misma cosa con el mundo, y lejos de sentirnos rebajados con su grandeza, nuestro valor crece ante ella.

Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, 167

13 octubre 2004

Sólo sé que tengo que volver


Durante sus veinte años de ausencia, los ítacos conservaron muchos recuerdos de Ulises, pero no le añoraban, mientras que Ulises sí sentía el dolor de la añoranza, aunque no se acordara de nada.Cuanto más fuerte es su añoranza, más se vacían de recuerdos. Cuanto más languidecía Ulises, más olvidaba.

Porque la añoranza no intensifica la actividad de la memoria, no suscita recuerdos, se basta a sí misma, a su propia emoción, absorbida como está por su propio sufrimiento. Él sólo esperaba una cosa, que le dijeran por fin: "¡Cuenta!". Pero es lo único que nunca le dijeron.

Durante veinte años no había pensado en otra cosa que en regresar. Pero, una vez de vuelta, comprendió sorprendido que su vida, la esencia misma de su vida, su centro, su tesoro, se encontraba fuera de Ítaca, en sus veinte años de vueltas por el mundo. Había perdido ese tesoro, y sólo contándolo hubiera podido reecontrarlo.

A un desconocido se le pregunta: "¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¡Cuenta!". En Ítaca, sin embargo, no era un extraño, era uno de ellos y por eso a nadie se le ocurría decirle: "¡Cuenta!".

Milan Kundera, La ignorancia, cap. 9

08 octubre 2004

Para ti, desconocido


Vemos en la naturaleza una preocupación por lo venidero, propiamente independiente del tiempo, un afanarse por lo que ha de venir. Y así el pájaro construye el nido para sus crías que aún no conoce. El castor levanta un edificio cuya finalidad ignora. La hormiga, el turón, la abeja, reúnen provisiones para el invierno desconocido para ellos. La araña, la hormiga-león arman, como si estuviesen dotadas de reflexión y astucia, trampas para una presa que nunca han visto. Los insectos ponen sus huevos allí donde la futura larva encontrará su alimento. Toda obra de la naturaleza parece hecha con arreglo a un plan al cual es totalmente ajena.

Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, 135

La desvergüenza de las flores


La planta revela todo su ser a primera ojeada con perfecta inocencia, Y su inocencia no se ofende de que los órganos genitales, que en todos los animales están situados en la parte más oculta del cuepro, ostenten en su cima. Esta inocencia de las plantas está basada en su falta de conocimiento: la culpa no está en el querer, sino en el querer consciente. Cada planta nos habla, ante todo, de su patria, del clima de ésta y de la naturaleza en que crece. Cada planta expresa la voluntad especial del género a que pertenece y dice algo que no puede expresarse en ninguna otra lengua.

Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, 132

07 octubre 2004

Soñar es hojear


La vida y los ensueños son hojas de un mismo libro. Su lectura de conjunto se llama vida real. Pero cuando las horas de lectura habitual (el día) terminan y las de descanso han llegado, nos dedicamos a hojear sin orden aquí y allá. A menudo tropezamos con una página ya leída otras veces, con una desconocida, pero siempre del mismo libro. Claro que una hoja leída aisladamente no puede ofrecer una lectura congruente. Sin embargo, esto no ha de sorprender si se tiene en cuenta que también nuestra vida es una hoja suelta en el libro del universo.

Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, 29

Carcasa estoica


El sabio estoico carece de vida y de verdad poética interior y es siempre una figura rígida de palo, con la cual no se puede hacer nada. El sabio estoico no sabe qué hacer con su sabiduría y su perfecta calma, su suficiencia, su felicidad. ¡Cuán distintos parecen al lado suyo los victoriosos y libres penitentes que nos pinta la sabiduría védica o el Salvador del cristianismo, aquella magnífica figura llena de vida, de tan grande verdad poética y tan profunda significación, que, a pesar de su perfecta virtud, santidad y sublimidad, se presenta ante nosotros flagelada por todos los dolores de la pasión!

Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, 84

Muerte en el escenario


El hombre puede retraerse a la reflexión. En esto se parece a un comediante que ha desempeñado su papel y mientras tiene que volver a salir a escena se confunde con los espectadores y contempla tranquilamente lo que pasa en el escenario, así fuera la preparación de su muerte (en el drama), hasta que por fin vuelve a representar su papel y obra y sufre conforme debe hacerlo.

De esta doble vida procede aquella tranquilidad del hombre, tan diferente de la inconciencia de los animales, por la cual éste, después de haber tomado fríamente una resolución o de haber reconocido la fatalidad, soporta con admirable sangre fría los más terribles golpes o realiza las más heroicas acciones contra las cuales su naturaleza animal se rebelaría.

Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, 80

02 octubre 2004

El arte y los puros

El vanguardista quiere despojar el arte de sus ataduras morales, temáticas, canónicas y lograr la piedra filosofal; "Te quiero pura", dice Salinas

Durante mucho tiempo creímos que el clasicismo era la manera céntrica de mirar la realidad. Pero repasando el árbol genealógico hemos caído en la cuenta de que la perspectiva, la figuración, el viejo ‘arte imitativo’ no es una norma universal, sino una construcción estética. Un fruto de su tiempo, madurado con genes holandeses e italianos.


Ante este descubrimiento caben dos actitudes. Por una parte, la autoconciencia del arte debe llevar a su purificación. Eliminemos todo lo superfluo, lo convencional, lo clásico, y daremos con el corazón del arte. Por ahí van los tiros de la abstracción, desde Klee a Mondrian pasando por Miró y Kandinsky. Es curioso observar que muchos de estos personajes escribieron profundos manifiestos espiritualistas.


He aquí, en efecto, el ánimo dominante de las vanguardias: despojar el arte de sus ataduras morales, temáticas, canónicas y lograr, como si de alquimia se tratase, la piedra filosofal. "Te quiero pura", dice Salinas. Al descubrir que el arte no es una forma de comunicación universal sino un trastero de lenguajes, el vanguardista opta por la destilación. El vanguardista aún cree en la esencia del arte.


Pero hay una segunda actitud estética que marca nuestra época con tanta o más fuerza que el ascetismo vanguardista. El arte es un lenguaje: de acuerdo, pues a trabajar. En vez de pasar el cánon por la licuadora, hagamos una apuesta estilística y juguemos, sabiendo que no estamos manejando las esferas de Platón. Los frívolos han generado menos literatura, no están organizados y carecen de 'manifiestos'. La frivolidad se llama Dalí o Warhol, pero sobre todo la encontramos omnipresente y diseminada en la publicidad, en el cine, en el diseño, en la llamada cultura de masas.

La vanguardia emprendió un camino, el de la purificación, y era un camino necesario. Pero nadie pudo evitar el camino de vuelta, el de la reconstrucción estética. Así, la herencia de Walt Disney se mide con la de Kandinsky y hoy, por lugares insospechados, hemos vuelto a la figuración: los videojuegos, las superproducciones del nuevo Hollywood, los parques temáticos. Barroco cibernético, materia impura que pide a gritos nuevos alquimistas.

JOAN PAU INAREJOS

30 septiembre 2004

Cálculo en la crisis


Es un clásico: el fuego se declara en el teatro y la gente se precipita hacia las salidas de emergencia. Como todo el mundo intenta salir antes que los demás, se forma un atasco de modo que muere el 80% de personas. Si se pusieran todos en fila y adoptasen una actitud más solidaria ante la catástrofe, saldrían del teatro en llamas uno tras de otro y casi todos se salvarían, con un porcentaje de víctimas, digamos, del 5%.

¿Por qué hemos de preferir un riesgo del 80% aun riesgo del 5%? Por razones elementales. Todo el mundo espera que la suerte estará de su parte y formará parte de la minoría que se salvará. Es irracional pero es humano. Cuando el peligro es inmediato y mortal, el recurso a la negociación parece imposible y todo el mundo se considera más atuto que los demás.

Umberto Eco, La fi dels temps, 273

La violencia de Tom y Jerry


La violencia televisada puede seducir y generar cierta violencia mimética. Pero mientras se haga pasar por real, o almenos por realista, no corre el riesgo de inducirnos a error, de hacernos creer que no tiene consecuencias. Ahora bien, existe otra forma de violencia que, siendo virtual, seduce a nuestros hijos desde hace años y que considero inquietante.

Es la violencia contenida en los dibujos animados donde vemos personajes (como Tom y Jerry) que se caen de los rascacielos, son aplastados por un peso enorme, son desmenuzados o aplanados como una hoja de papel y dos segundos más tarde se levantan como si nada hubiera pasado. ¡He aquí la verdadera confusión entre el mundo virtual y el mundo real!

Umberto Eco, La fi dels temps, 266

Internet no sabe olvidar


Funes el memorioso, de Borges, recordaba cada hoja de cada árbol que había visto en su vida, cada letra de cada frase de todos los libros que había leído. Internet ya es (o pronto será) un Funes inmenso. Hasta ahora la sociedad había filtrado por nosotros mediante manuales y enciclopedias. Con la web, todo el saber, toda la información posible, incluso la menos apropiada, está ahí. A nuestra disposición.

La pregunta es: ¿quién filtra ahora? La incapacidad de filtrar es la imposibilidad de discriminar. Para mí, catorce millones de páginas es como si no hubiera nada, porque me hallo en la incapacidad de elegir. Hemos ampliado nuestras capacidades de almacenaje de la memoria, pero aún no hemos encontrado el nuevo parámetro del filtrado.

Umberto Eco, La fi dels temps, 253

El olvido necesario


Durante siglos tuvimos la impresión de que nuestra cultura se definía por una acumulación ininterrumpida de conocimientos. Aprendimos el Sistema Solar de Ptolomeo, después el de Galileo, más tarde el de Kepler. ¡Pero eso es falso! ¡La historia de la civilización es una sucesión de abismos donde desaparecen toneladas de conocimientos! Los griegos ya fueron incapaces de recuperar la matemática de los egipcios, lo cual causó la floración de ocultismos que se basan en la idea de antiguos saberes perdidos.

La función de la memoria social y cultural no es conservar, sino filtrar. Si recordase todo lo que pasó ayer estaría perdido. No podría actuar, ni moverme. Sería absurdo que un libro de historia romana recordase todo lo que Julio César hizo el día de su muerte, antes de ir al senado.

Umberto Eco, La fi dels temps, 252

28 septiembre 2004

Naufragi a la banyera

JOAN PAU INAREJOS, MARÇ 2004

Li vaig dir: ens podríem banyar junts. Vam omplir la banyera d’aigua bullint i de sabó i, com si fóssim criatures, ens vam rebolcar i no fèiem més que bombolles i bombolles dins la bromera perfumada. La resta de la casa passava fred, però la banyera era plena de caliu i les rajoles s’embafaven de vapor transparent.

I aquell vapor, aquell vapor espès, m’estufava els músculs i les entranyes. L’aigua cremava arrauxada i d’aquí allà ja no notava ni el dolor, perquè el plaer enganya els cossos més sans i distreu tota la sang al ventre baix. La pell, tan ferma com la tinc, se’m va començar a arrugar: encara tremolo quan hi penso. I se’m va començar a embolicar i a embolicar, i vés a saber com vaig anar empetitint i empetitint fins que em vaig quedar perdut a l’aigua, com un insecte moll.

Això d’encongir-se no és pas poca cosa. El món s’enretira de tu, et proscriu amb violència, i les coses que semblaven tendres i domèstiques es tornen titàniques i horribles de cop i volta. És un gran patiment. Sobretot quan et trobes embrollat dins l’escuma del sabó i no pots sortir-ne. Ets com un pobre peix travessat en un corall, o com una pobra mosca segrestada en una teranyina viscosa. No sé si em faig entendre. El mar de sabó és gelós de mena, i et reté per embriagar-te amb la seva acidesa blanca i tòxica fins que estossegues, vomites fel i acabes tenint l’estómac net com una patena.

Vaig fer força amb els braços i jo, que mai he sabut nedar, em vaig escapolir de la presó d’escuma per endinsar-me, sense tenir-les totes, a les profunditats de l’aigua ardent. Amb prou feines m’hi veia, i en tot cas procurava tancar els ulls tant com podia perquè no se’m cremessin les pupil·les.

Voleiava sense gaire traça, sense nord ni ruta, i vaig desitjar vivament, no ho dissimularé, tenir el cos entapissat d’aletes o d’escates. On coi es pot anar amb dos braços i dues cames ? Les bèsties rai, se les inventen totes per arribar a bon port, però jo no era més que una larva inútil enmig de la banyera immensa, i la bona voluntat em feia més nosa que servei. Què hi farem.

Fins que vaig tocar tou. Vaig deixar de vagar pel líquid i vaig topar amb un jaç flonjo. Era ella : la reconeixia per les pigues de la cuixa. L’aigua encara cremava fort, però em va animar d’allò més poder fer peu. Em vaig esmunyir discretament per la seva cama, amb cura de no fer-li mal que me l’estimo molt, i vaig trepar la carn relliscosa fins amarrar-me a les algues tupides de l’entrecuix.

Despistat com sóc, aviat la boscúria em va enredar: vaig aprofitar per enfonsar-me en la seva intimitat fosca. Primer em feia respecte, com si fes una malifeta adolescent, però després em vaig habituar a la petita cova àvid i despert per escrutar-la. Allà dins vaig veure un munt de coses que no sabia que existien, de tots colors i formes, i tot plegat semblava un roquissar brodat de musclos verds. M’ho mirava amb curiositat sagrada, i no cabia a la pell amb els descobriments florits que feia a cada pas.

Vaig baixar pendent, passant una mena de gargamella prima que s’estremia quan la palpava amb els dits inquiets. I darrera l’última cortina, fina i sangonosa que feia venir ganes de plorar, al fons de la balma, brillava una perla nacarada i enorme. Estava agafada de sota, com si fes arrels, i espurnava lluentons a les parets carnoses. Vaig acaronar-la: tenia pell de recent feta, era rugosa però platejada, massissa i miraculosa. Era la nostra perla.

JOAN PAU INAREJOS, MARÇ 2004

VEURE TOTS ELS CONTES EN CATALÀ

25 septiembre 2004

El alma trapacera


El alma es lo vivo en el hombre. Por eso insufló Dios un hálito viviente en Adán para hacerlo vivir. El alma, con astucia y juego engañoso, arrastra a la vida la inercia de la materia que no quiere vivir. Convence de cosas increíbles para que la vida sea vivida.

Está llena de trampas para que el hombre caiga, toque la tierra y allí se enrede y se quede, y de ese modo la vida sea vivida. Igual como ya Eva en el Paraíso no pudo dejar de convencer a Adán de la bondad de la manzana prohibida. Si no fuera por la vivacidad y la irisación del alma, el hombre se hubiera detenido dominado por su mayor pasión: la inercia.

Carl Jung, Arquetipos e inconsciente colectivo, 32

De la pradera al inconsciente


Ya en un principio había espíritus en el bosque, en el campo y en las corrientes de agua, mucho antes de que existiera el problema de la conciencia moral. Muchísimo de lo que hoy experimentamos como componente de nuestra naturaleza psíquica, en los primitivos juguetea todavía en la vasta pradera, alegremente proyectado.

En realidad, la palabra 'proyección' es inadecuada, pues nada ha sido sacado de la psique y arrojado al exterior, sino que más bien la psique ha llegado, por una serie de actos de introyección, a la complejidad que hoy conocemos. Una inquientante gracia de antaño se llama hoy 'fantasía erótica' y complica penosamente nuestra vida anímica.

Carl Jung, Arquetipos e inconsciente colectivo, 31

19 septiembre 2004

Genes asesinos


Una prohibición terminante sólo contra un impulso igualmente poderoso puede alzarse. Lo que ningún alma humana desea no hace falta prohibirlo: se excluye por sí mismo. Precisamente la acentuación del mandamiento 'No matarás' nos ofrece la seguridad de que descendemos de una larguísima serie de generaciones de asesinos, que llevaban el placer de matar, como quizá aún nosotros mismos, en la masa de la sangre.

Sigmund Freud, Consideraciones sobre la guerra y la muerte, en El malestar en la cultura, 125

O lo uno o lo otro


El miembro viril del hombre posee dos funciones, cuya reunión orgánica es para muchos motivo de indignación. Está encargado de evacuar la orina y de realizar el acto sexual que satisface las necesidades de la libido genital. El niño aún cree reunir ambas funciones y, según sus teorías, los niños se producen al orinar el hombre en el vientre de la mujer. Pero el adulto sabe que ambos actos son en realidad mutuamente incompatibles como el fuego y el agua.

Cuando el falo llega al estado erecto que le ha valido la equiparación con el pájaro y durante el cual se perciben aquellas sensaciones que recuerdan el calor del fuego, es imposible orinar. Por el contrario, cuando el falo sirve a la evacuación de la orina (el agua del cuerpo) parecen extinguidas todas sus vinculaciones con la función genital. La contradicción entre ambas funciones podría llevarnos a afirmar que el hombre extingue su propio fuego con su propia agua.

Sigmund Freud, Sobre la conquista del fuego, en El malestar en la cultura, 99

El gozo insoportable


Lo que en el sentido más estricto se llama felicidad surge de la satisfacción, casi siempre instantánea, de necesidades acumuladas, que han alcanzado elevada tensión, y de acuerdo con esta índole sólo puede darse como fenómeno episódico. Toda persistencia de una situación anhelada por el principio de placer sólo proporciona una sensación de tibio bienestar, pues nuestra disposición no nos permite gozar intensamente sino el contraste, pero sólo en muy escasa medida lo estable. Goethe llega a advertirnos: 'Nada es más difícil de soportar que una serie de días hermosos'.

Sigmund Freud, El malestar en la cultura, 21

18 septiembre 2004

El torero dessagnat

JOAN PAU INAREJOS, SETEMBRE 2004


La lluna tenia una banya vermella. La ferida era fonda, i al principi em cremava com una flama de vinagre, però després tot va ser calma. Em vaig redreçar per veure-hi clar: la plaça era un camp de cotó fluix vermell. Sentia veus llunyanes que venien de les grades. Veus em que cridaven. Veus que em ploraven.

Però el temps s’havia tornat tou i mandrós, i ja no hi havia pressa per res. Així que em vaig descalçar i em vaig aixecar del jaç. La meva silueta d’or s’arrossegava com un peix de mel entre el mar de maduixa. La banya blanca de la lluna feia brillar aquell paisatge escumós i nocturn. Al meu voltant creixien flors de carn, dunes lletoses, rierols de sucre. Tot es feia i es desfeia. I la lluna s’ho mirava.

El terra de la plaça era pell de dona: vermellosa, delicada, plena de forats petits i de mugrons. Era una pell que respirava, que bategava sota els meus peus despullats, que s’obria es tancava amb els seus llavis intermitents.

I encara més: de tots cantons sortia una música fina i ploranera, com un violí ferit, com un ocell que canta dins la clara d’ou. Aquella música viatjava al ritme de les onades vermelles, atravessava l’escuma i tornava a entrar per la molsa carnosa, pel sucre calent, per l’aire tebi. Venia de molt endins. Per això era tan difícil escoltar-la.

Les flors de carn em saludaven amb les seves tiges de color de llengua. No havien de témer mai per fulles o pètals, perquè eren fetes d’una peça. Naixien i morien sobre la plaça, eren bombolles tranquil·les sense fressa ni dolor.

Tenia por de fer malbé aquell jardí de sang amb els meus peus maldestres, així que em vaig estirar a mercè dels infinits rierols. El corrent se’m va endur molt lluny, i mentre el meu cos daurat s’endormiscava jo assaboria la certesa d’alliberar-me per sempre de tots els odis i desitjos. Em vaig posar la mà al pit i vaig morir sense rancúnia.


JOAN PAU INAREJOS, SETEMBRE 2004

16 septiembre 2004

Vagabundear


Harto ya de estar harto, ya me cansé
de preguntarle al mundo por qué y por qué.
La rosa de los vientos me ha de ayudar:
desde ahora vais a verme vagabundear,
entre el cielo y el mar, vagabundear.

Como un cometa de caña y de papel,
me iré tras una nube a serle fiel
a los montes, los ríos, el sol y el mar,
a ellos que me enseñaron el verbo amar.
Soy palomo torcaz, dejadme en paz.

No me siento extranjero en ningún lugar,
donde haya lumbre y vino tengo mi hogar.
Y para no olvidarme de lo que fui
mi patria y mi guitarra las llevo en mí,
Una es fuerte y es fiel, la otra un papel.


Joan Manuel Serrat, Mediterráneo

Quasi una dona

Té els cabells llargs i nets color blat madur
i l’olor del pa blanc quan surt del forn.
I té els ulls blaus, la pell suau i el pit dur.
Encara du mitjons.

És quasi una dona,
emmira quasi com una dona,
m'escolta quasi com una dona,
i vibra quasi com una dona,
com una dona que et vol
com a ningú
i pel matí obre els seus ulls amb tu.

Com un calidoscopi de cristalls menuts
canvia de dibuix i de color,
si al bressol lluu el sol o ha plogut.
I omple el meu món de flors.

És quasi una dona,
m'enreda quasi com una dona,
em busca quasi com una dona,
i juga quasi com una dona,
com una dona que et vol
com a ningú
i al de matí obre els seus ulls amb tu.


Joan Manuel Serrat, Serrat 4

T'escric en sabatilles

Fa temps que estic afònic
i em surt aquesta veu
feble com un alè
i parlo a batzegades fatigoses.
Faig bullir a l'estufeta
herbes medicinals
receptes d'herbolari
que es tornen aire pur
quan enyoro els teus ulls
i la pau de l'atzur
al racó de la meva malura.

Fa temps que em canso
he tret dels mals endreços
records i ombres fidels
i surto a prendre el sol
de la plaça tranquil-la.

Si aquesta lletra et sembla poc florida
no hi vegis cap senyal
de poc amor:
t'escric en sabatilles
i ja no em queda honor


Joan Manuel Serrat, Per al meu amic

Cargols i senyals


JOAN PAU INAREJOS, SETEMBRE 2004

Miri: ha plogut. Tot ple de cargols. Aquestes bestioles quan ensumen fang surten dels amagatalls i s’emborratxen d’aigua bruta. Miri’l, miri’l, aquest: sembla una flor de closca. Les ha vist, aquestes espirals? Si se les mira de prop descobrirà que sempre van cap endins i mai van cap enlloc. Cap on vol anar aquest remolí? Vol ser infinit i no pot, perquè és clar, una closca és una closca.

Jo penso que la terra és plena de senyals. Ni vostè ni jo els entenem: ja hi pot pujar de peus. Però sembla que ens vulguin dir alguna cosa. Si aquests arbres d’aquí davant enraonessin, dirien: portem cent anys amb els braços aixecats al cel. La terra no es cansa d’alimentar-nos perquè nosaltres puguem contemplar els núvols. De vegades els nostres braços oberts s’omplen de fullam i de fruits sucosos. Però a la tardor tornem a estar sols amb la nostra fusta seca i decrèpita. No deu ser fàcil. Vull dir, la vida solitària a les altures.

Aguanti’m un moment la bossa. Se n’adona? Les coses volen ser infinites i no poden. Què li sembla? Qui les obliga a voler aquesta bestiesa? A què treu cap el deliri de grandesa de la sorra i la molsa? El bosc és ple de senyals. I si no em creu li diré un secret: de nit el cel i la terra fan l’amor en silenci. La foscor esborra les diferències i els confon de tal manera que perden l’oremus i s’abracen com dos adolescents de pell fosca. Veu aquest collaret de rosada? Si això no són llàgrimes de comiat ja m’explicarà què són.

Tot són senyals, senyals… No hi podries pensar sempre perquè et marejaries. Els arbres no se sorprenen dels fruits que fan. Però si només fos per la terra i la saba sortiria una terròs de fang. I si només fos per la dona i l’home sortiria una bola de sang i de pèl. En canvi surten pomes rodones i persones vives com vostè i com jo. Lligui, lligui fort. Amb aquest munt de cargols farem una bona amanida.

JOAN PAU INAREJOS, SETEMBRE 2004

VEURE TOTS ELS CONTES EN CATALÀ

11 septiembre 2004

Freud contra Jung


Rompieron su amistad en 1913. La disputa se centraba en dos temas. Uno era la importancia que Freud otorgaba los factores sexuales en la interpretación de la neurosis y los sueños. Aunque no dudaba que Freud era un autor inteligente y sagaz, Jung consideraba inaceptable su obsesión por la sexualidad, una morbosa consecuencia, decía, de la sexualidad reprimida del propio Freud. En su opinión, "Freud estaba envuelto emocionalmente en su teoría sexual hasta un punto extraordinario".

La otra causa del conflicto era la actitud de Freud hacia la religión. Según Anthony Storr, "Freud atribuía el valor supremo a la liberación orgiástica del sexo, mientras que Jung fundaba el supremo valor en la experiencia unificadora de la religión. Freud interpretaba todas las experiencias emocionalmente significativas como derivadas o sustitutivas del sexo, mientras que Jung interpretaba en términos simbólicos hasta la propia sexualidad, la cual poseía una significación 'numénica' desde el momento en que representaba la unión irracional de los opuestos y era, por tanto, un símbolo de totalidad.

Brian Morris, Introducción al estudio antropológico de la religión, 206

Vuelta al útero


Los nativos de las islas Trobriand creían que el 'baloma' o alma abandonaba el cuerpo muerto y se dirigía a la isla de Tuma, a cerca de 16 km de las Trobriand. En este submundo de Tuma los espíritus baloma vivían una vida semejante a la de los vivos, si bien más placentera y satisfactoria.

Conforme el espíritu se hacía viejo en el mundo de los espíritus su piel se arrugaba y se hacía fofa hasta que llegaba a caer como si de una serpiente se tratase. El espíritu se convertía en un embrión que una mujer baloma se encargaba de devolver en una canasta a las Trobriand, donde era lavado con el agua del mar. Eventualmente, el embrión entraba en la vagina de una mujer que, de esta forma se quedaba embarazada.

Además de implicar la idea de reencarnación, parece que esta creencia indica que los trobriandeses ignoraban el hecho fisiológico de la paternidad.

Brian Morris, Introducción al estudio antropológico de la religión, 183

06 septiembre 2004

Ojos para mirar, ojos para llorar


El hombre no sólo contempla al mundo desde sí mismo, sino que también se ve desde el mundo. En nuestra actitud afectiva hacia el otro le deseamos que alcance su plenitud y que se realice lo que está puesto en su "proyecto" ontológico o espiritual. Esta "objetividad simpatizante" (o compasión, en el sentido más amplio de esta palabra) constituye la base de todos los valores estéticos y morales.

Esta orientación a la objetividad, a diferencia de la especialización y adaptación de los animales a su medio ambiente, se manifiesta en lo que Hengstenberg llama 'bifuncionalidad' de los órganos humanos. Por ejemplo, nuestros pulmones forman parte de nuestro sistema vegetativo y cumplen funciones importantes en el proceso metabólico, pero al mismo tiempo son utilizados para hablar, cantar y tocar instrumentos de aire. Los ojos sirven para ver y, a la vez, para la exploración o contemplación estética.

Mijaíl Málishev, Facultad de Humanidades, uaem, Cerro de Coatepec, Toluca, Estado de México

Niña


Te quiero con el cuerpo, amada de ciruela. Me derrito en fuego lila si diviso la fresa de tus caderas de niña, el rubor delgado de tu cuello intocable. Amo tu ombligo al aire, tu andar torpe, los tobillos burlones, la cintura a lo lejos. Y amo con desespero todas tus sedas y prendas, blancas y azules, minúsculas y perfumadas rodeando la perla, el polen, el fruto fresco, el diamante carnal que atesoras, mi niña, sin saberlo.

JOAN PAU INAREJOS, AGOSTO 2004



02 septiembre 2004

'Animal que ríe'


¿Qué significa la risa? ¿Qué hay en el fondo de lo risible? Fuera de lo que es propiamente humano, no hay nada cómico. Un paisaje podrá ser bello, sublime, insignificante o feo, pero nunca ridículo. Si reímos a la vista de un animal, será por haber sorprendido en el una actitud o una expresión humana.

Muchos han definido al hombre como "un animal que ríe". Habrían podido definirlo también como un animal que hace reír porque si algún otro animal o cualquier cosa inanimada produce la risa, es siempre por su semejanza con el hombre, por la marca impresa por el hombre o por el uso hecho por el hombre.

He de indicar ahora, como síntoma no menos notable, la insensibilidad que de ordinario acompaña a la risa. Dijerase que lo cómico sólo puede producirse cuando recae en una superficie espiritual lisa y tranquila. Su medio natural es la indiferencia. No hay mayor enemigo de la risa que la emoción. No quiero decir que no podamos reímos de una persona que, por ejemplo, nos inspire piedad y hasta afecto; pero en este caso será preciso que por unos instantes olvidemos ese afecto y acallemos esa piedad. Lo cómico, para producir todo su efecto, exige como una anestesia momentánea del corazón. Se dirige a la inteligencia pura.

Y finalmente, no saborearíamos lo cómico si nos sintiésemos aislados. Diríase que la risa necesita de un eco. Nuestra risa es siempre la risa de un grupo. Un hombre a quien le preguntaron por que no lloraba al oír un sermon que a todo el auditorio movía a llanto, respondió: "No soy de esta parroquia". Lo que ese hombre pensaba de las lágrimas podría explicarse más exactamente de la risa. Por muy espontánea que se la crea, siempre oculta un prejuicio de asociación y hasta de complicidad con otros rientes efectivos o imaginarios.

Henri Bergson, La risa, prólogo

01 septiembre 2004

Tocar con la mirada


La sensación de ser observado es frecuente en la vida cotidiana. Las investigaciones realizadas en Europa y EEUU muestran que más de un 90% de los encuestados afirma haber sentido que alguien los miraba a sus espaldas. Además, la mayoría ha experimentado a veces que, cuando miraba a alguien por detrás, la persona se volvía.

Los animales también parecen notar que son observados. Algunas personas afirman poder despertar a sus perros o gatos dormidos con sólo mirarlos. Quizá el origen de esta capacidad se encuentre en nuestro pasado evolutivo. Si un animal podía percibir que era observado por un depredador oculto, tenía más posibilidades de escapar.

Insinúo que el proceso de la visión es un proceso bidireccional, con un movimiento interior de la luz y una proyección exterior de las imágenes. Las imágenes son proyectadas en lo que llamo un 'campo mental'. Nuestra mente llega a tocar lo que contempla.

La idea de que los campos son más amplios que los cuerpos materiales nos resulta familiar. Por ejemplo, el campo de influencia de un imán se extiende mucho más allá de los límites del propio imán. Lo mismo ocurre con el campo del teléfono móvil. De modo similar, el campo mental se origina en nuestro cerebro pero se extiende por el mundo que nos rodea de acuerdo con nuestra atención e intención.

Rupert Sheldrake (biólogo), La sensación de ser observado, La Vanguardia, 29/VIII/2004

Me duele, pero ¿dónde?


Intereses, no ideas, dominan directamente la acción de los hombres. Sin embargo, las 'imágenes del mundo', que son producidas por 'ideas', con muchísima frecuencia han definido, como guardagujas, las vías en las que empujaba la acción dinámica de los intereses. En razón de la imagen del mundo se decidía 'de qué' y 'en qué' quería uno (y podía) ser 'redimido'.

¿Ser salvado de qué? De la servidumbre política y social, en un futuro reino mesiánico en este mundo. De la contaminación en razón de la impureza ritual o de la impureza general del encarcelamiento en los cuerpos, en la pureza de un ser de belleza corporal y espiritual o de un ser puramente espiritual.

Del eterno juego sin sentido de las pasiones y deseos humanos, en el descanso tranquilo de la pura contemplación de lo divino. De un mal radical y de la servidumbre bajo el pecado, en el bien eterno y libre en el seno de un dios paternal. De la esclavitud de las constelaciones de un determinismo astrológico, en la dignidad de la libertad y la participación en la esencia de la divinidad oculta.

De las limitaciones de la finitud que se expresan en el sufrimiento, la necesidad y la muerte y de las amenazadoras penas del infierno, en una felicidad eterna en una futura existencia terrenal o paradisíaca. De la rueda de renacimientos con su despiadada retribución de las acciones de tiempos fenecidos, en el descanso eterno. Del sinsentido de las cavilaciones y acontecimentos, en el sueño sin sueños...

Hay una actitud respecto a algo que se experimenta en el mundo real como 'sin sentido' y por tanto se expresa la exigencia de que la estructura del mundo sea en su totalidad un 'cosmos' de algún modo pleno de sentido o que pueda llegar a serlo. Esta exigencia es el producto nuclear del racionalismo religioso.

Max Weber, Sociología de la religión, 342

27 agosto 2004

El inconsciente como presagio


La semilla contiene las potencialidades de desarrollo de cada especie. Los procesos de la psique orgánica son los portadores de las posibilidades de crecimiento de cada miembro individual de la especie. En vez del inconsciente tal como en un principio lo concibió Freud, como la expresión de las experiencias del pasado que el individuo había tenido que reprimir, Jung convierte el inconsciente en el portador de aquellas experiencias que todavía no han sucedido. Lo inconsciente como la simiente de la personalidad encierra las posibilidades de las futuras experiencias. Es inconsciente porque todavía no se ha vivido.

Ira Progoff, El sueño de vigilia y el mito viviente, en Mitos, sueños y religión, 168

Estética, estática


Joyce distingue entre arte 'apropiado' e 'inapropiado'. El arte apropiado es 'estático', el inapropiado, 'cinético'. Por ejemplo, la meta de la publicidad es excitar el deseo por el objeto. La finalidad de una novela de crítica social es la de suscitar el odio hacia las injusticias, las desigualdades y demás, e inspirar un anhelo por la reforma.

El 'deseo', dice Joyce, 'nos incita a poseer, a ir detrás de algo, el odio nos hace abandonar ese algo, regresar de él. Las artes que lo potencian, las pornográficas o las didácticas, son, por lo tanto, artes inapropiadas. La emoción estética es estática. La mente es detenida y elevada por encima del deseo y de la aversión'.

Joseph Campbell, Los temas mitológicos en la literatura y el arte, en Mitos, sueños y religión, 146

Drama de la adolescencia


Los seres humanos nacen unos catorce años demasiado pronto. Ningún otro animal atraviesa un período tan largo de dependencia de los progenitores. Luego, de pronto, en cierto momento de la vida que varía según la cultura, (desde los doce a los veinte años) se espera que el joven se convierta en adulto y se pide a todo su sistema psicológico, que ha sido ajustado y entrenado para la dependencia, que responda a los retos de la vida con responsabilidad.

En las sociedades primitivas, la función de los crueles ritos de la pubertad ha sido siempre y en todas partes la de efectuar y confirmar esta transformación. Cuando observamos ahora nuestro mundo moderno, despojado de tales iniciaciones y cada vez más intimidado por sus propios jóvenes intransigentes, podríamos diagnosticar un adulto neurótico que no ha sido capaz de cruzar este umbral hacia la responsabilidad.

Es alguien que ante cada situación de reto lo primero que dice es '¿qué diría papá?', '¿dónde está mamá?'. Y sólo entonces pasa a darse cuenta de, '¿por qué, Dios mío?', '¡Yo soy papá, tengo cuarenta años! ¡mamá es ahora mi esposa! ¡soy yo quien ha de hacer esto!

Joseph Campbell, Los temas mitológicos en la literatura y el arte, en Mitos, sueños y religión, 128

Cuatro funciones del mito


Las mitologías tradicionales ejercen cuatro funciones, la primera de las cuales podría describirse como la reconciliación de la conciencia con las condiciones previas de su propia existencia. El mito básico popular ha sido el de una creación original buena, corrompida por una caída. En el otro mundo se alcanzará la restauración del estado prístino de la creación buena.

La segunda función es la de formular y presentar una imagen del universo, una imagen cosmológica a tenor de la ciencia del momento, y de tal modo que dentro de su esfera se puedan reconocer todas las cosas como partes de un único retrato sagrado.

La tercera función ha sido la de validar y mantener algún orden social específico. En la Biblia, por ejemplo, desde el concepto de un dios personal a través de cuya acción se ha creado el mundo, se contempla a este mismo dios como autor de las Tablas de la Ley. El orden moral, así como el natural, está fijado para siempre.

La primera función sería la mística o la metafísica, la segunda la cosmológica y la tercera la sociológica, La cuarta, que se encuentra en la raíz de las tres como su base y apoyo final, es la psicológica, es decir, la de dar forma a los individuos para que alcancen las metas e ideales de sus distintos grupos sociales.

Mientras que los órdenes cosmológicos y sociales han variado mucho a lo largo de los siglos y en las distintas partes del globo, en cambio han existido ciertos problemas psicológicos, irreductibles e inherentes en la propia biología de nuestra especie, que han permanecido constantes y que hacen bailar a los mitos de toda la humanidad los compases comunes de una única melodía del alma.

Joseph Campbell, Los temas mitológicos en la literatura y el arte, en Mitos, sueños y religión, 126

El juego sacralizado


Los sistemas filosóficos son metáforas, formas de ver, marcos de referencia: son, como dijo Wittgenstein, 'juegos del lenguaje' o formas de jugar con la verdad según las reglas acordadas. Hay un peligro en ellas a la vez que una ventaja. Se pueden confundir con 'la' verdad: entonces se vuelven opresivas. Sus formas se endurecen y se vuelven rígidas. La 'verdad' es autorizada, canonizada y se le otorga una condición legal.

Algún cándido niño literario, aguardando de pie para ver pasar al emperador con sus espléndidas vestiduras, debe exclamar de nuevo: '¡está desnudo!'. Quizá, una vez más, cuando una imagen del mundo deje de estar viva y ya no sirva de nada, somos nosotros los que nos hemos de liberar de esta esclavitud.

Deberíamos tener en cuenta que reconocimientos como éste condujeron a Wittgenstein al silencio, a abandonar su forma académica de filosofar. De hecho, le llevaron hacia el misticismo.

Stanley Romaine Hopper, El mito, los sueños y la imaginación, en Mitos, sueños y religión, 95

Discusiones anatómicas


¿Quién está al mando del cuerpo humano? ¿El estómago, la cabeza? Se podría dar un argumento para cada uno de ellos.

Se podría decir que el estómago es fundamental y que estaba primero. Es el órgano que distribuye la vitalidad a través de la comida a todos los órganos. Por lo tanto, el estómago es primordial. Se puede argumentar que la cabeza, un cúmulo de nervios al final de la parte superior del tubo digestivo, es un complemento del estómago y que evolucionó para poder conseguir de un modo más inteligente los alimentos para nutrir al estómago.

Entonces la cabeza se yergue y arguye: 'no, yo llegué después, y por supuesto, el estómago estaba primero, pero san Juan Bautista estaba antes que Jesucristo. Yo como cabeza soy el producto final más evolucionado y el estómago es mi sirviente. El estómago se encarga de darme energía para que pueda dedicarme a la filosofía, la cultura, la religión y el arte'.

Alan Watts, La mitología occidental, en Mitos, sueños y religión, 25

Yo no he sido


En los tribunales de menores, los jóvenes que han aprendido algo de psicoanálisis pueden decir: 'yo no tengo la culpa, pertenezco al tipo criminal', 'me he liado con mi madre y tengo complejo de Edipo'. Luego viene la prensa y dice: 'bueno, no son los niños los que tienen la culpa, hemos de cuidarnos de los padres'. Éstos a su vez dicen: 'no podemos hacer nada por estar neuróticos, fueron nuestros padres los que nos llevaron a esto'.

Así retrocedemos a la historia del Jardín del Edén, cuando el Señor le preguntó a Adán: '¿comiste el fruto del árbol que te había prohibido que comieses?'. Adán respondió: 'esta mujer que me has dado me ha tentado y lo comí'. Cuando le dijo a Eva: '¿comiste etc...?', ella replicó: 'la serpiente me engañó...' y el Señor miró a la serpiente y ésta no dijo nada. Ésta no le cargó el mochuelo.

Sabía la respuesta porque ella y Dios ya habían acordado, mucho antes de que esto sucediera, detrás el telón antes de que comenzara nada, que iban a representar esta obra porque la serpiente es la mano izquierda de Dios y 'no dejes que tu mano dercha sepa lo que hace la izquierda'. Como podemos ver, éste es el juego: el juego del escondite.

Alan Watts, La mitología occidental, en Mitos, sueños y religión, 24

El cohete fálico


El cohete espacial es un símbolo fálico y un falo hostil. Esto supongo que tiene alguna relación con nuestras deficiencias sexuales. Un falo en el sentido biológico no es un arma; es un instrumento para acariciar. La finalidad del falo es provocar el éxtasis en la mujer y quizá crear un bebé. No es para atravesarla como si fuera una espada.
De ahí que la concepción adecuada de un cohete no debería ser conquistar el espacio... pero, ¿podríamos imaginarnos la idea de dar placer al espacio, nuestra salida de la Tierra para transmitir amor y deleite a otros seres que puedan estar por allí y para fertilizar planetas yermos?

Alan Watts, La mitología occidental, en Mitos, sueños y religión, 22

El artista contra la materia


En gran parte de nuestra filosofía del arte en Occidente, hemos pensado que el trabajo del artista es como una imposición de su voluntad sobre un medio que se le resiste. El escultor martillea la piedra hasta someterla a su voluntad. El pintor coge los óleos y los pigmentos inertes y hace que se adapten... Creen que el medio con el que trabajan es hostil y que nunca podrán llegar a hacer que sea comprenisble porque la naturaleza física, material y por lo tanto algo diabólica del medio, siempre se resiste a la visión que el espíritu desea representar.

De este modo, las personas con nuestro sentido común cotidiano pensamos en el mundo material como una especie de masa de arcilla, de materia que ha de 'formarse'. Podemos llegar a la extraña aberración de pensar que los árboles están hechos de madera y las montañas de rocas. Quizá no sea insignificante que Jesús fuer hijo de un carpintero y del Arquitecto del universo.

Es obvio que un árbol no está hecho de madera: el árbol 'es' madera. Una montaña no está hecha de roca, 'es' roca. Toda la búsqueda de la ciencia occidental para comprender la naturaleza del mundo físico fue desde un principio una indagción para encontrar cuál era el material básico, más aún, un anhelo por descubrir el plan, el diseño de la mente del hacedor.

Alan Watts, La mitología occidental, en Mitos, sueños y religión, 14

21 agosto 2004

La enfermedad de la fe


Los grandes espíritus son escépticos. Zaratustra es un escéptico. Las convicciones son prisiones. El estar libre de toda especie de convicciones, el 'poder mirar libremente', forma parte de la fortaleza... La gran pasión usa, consume convicciones, no se somete a ellas, se sabe soberana.

Y a la inversa: la necesidad de fe, la necesidad de alguna incodicionalidad, es una necesidad propia de la debilidad. El 'creyente' no se pertenece a sí mismo, sólo puede ser un medio, tiene que ser consumido, tiene necesidad de alguien que lo consuma.

El condicionamiento patológico de su óptica hace del convencido un fanático: Savonarola, Lutero, Rousseau, Robespierre, Saint-Simon. El tipo antitético del espíritu fuerte. Pero los gestos grandes y afectados de esos espíritus enfermos, de esos epilépticos del concepto, actúan sobre la gran masa. Los fanáticos son pintorescos, la humanidad prefiere ver gestos a oír razones.

Friedrich Nietzsche, El Anticristo, 104

Su santidad la bestia rubia


Yo veo ante mí una posibilidad cuyo encanto y cuyo colorido son completamente terrenales, tan lleno de sentido, tan prodigiosamente paradójico a la vez, que todas las divinidades del Olimpo habrían tenido pretexto para lanzar una carcajada mortal: César Borgia papa... ¿Se me entiende?

¿Pero qué ocurrió? Un monje alemán, Lutero, fue a Roma. Ese monje, que llevaba en su cuerpo todos los instintos vengativos de un sacerdote fracasado, se indignó en Roma contra el Renacimiento. En lugar de comprender, con la más profunda gratitud, el enorme acontecimiento que había tenido lugar, la superación del cristianismo en su propia sede, lo único que su odio pudo extraer de ese espectáculo fue su propio alimento.

¡En la silla del papa no estaban ya sentados la vieja corrupción, el pecado original, el cristianismo! ¡Sino la vida! ¡Sino el gran sí a todas las cosas elevadas, bellas, temerarias! Y Lutero restauró de nuevo la Iglesia. El Renacimiento: ¡un gran 'en vano'!

Friedrich Nietzsche, El Anticristo, 120

20 agosto 2004

Muéstrate

Joan Pau Inarejos, agosto 2004

¿Contra quién grito? ¿A quién pido cuentas? ¿A mí, por mi infinita debilidad, por mi faz acomplejada? ¿A mí por ser un cobarde ante la injusticia, por diluir los golpes del mundo en el aguafuerte del ‘todo pasará’ y el ‘nada es real’? ¿A mí por llamar fantasmas para que me laman las heridas? ¿Por no tener sangre, por incubar burbujas de veneno?

¿O quizá grito a mi Otro? ¿A ese gigante de la mundanidad y la prepotencia que toma mil rostros? ¿A ese tótem que me ridiculiza con sus ademanes viriles? ¿A los príncipes de este mundo que se apoderan del lenguaje y del humor? Al explotador, al padre terrible, al mediocre ascendido, a quien ríe a carcajada viva mientras corta mis alas antes de que crezcan.

¿Grito contra ti, mundo? ¿Contra ti, Dios? ¿Quiénes sois vosotros para permitir la cósmica injusticia? ¿Qué es esa torpeza que llamáis magnanimidad? ¡Contestadme! Ya os querría ver a mi lado en la soledad de la culpa, del hastío, de la insufrible duda, del crudo remordimiento.

Sentados en vuestros tronos de marfil, sin duda dejad que una y otra vez, me abalance hasta sangrar contra los titanes.



19 agosto 2004

El prójimo paisaje


Muchas veces he advertido que tendemos a atribuir a nuestros amigos una estabilidad similar a la que adquieren en la mente del lector los caracteres literarios. Aunque abramos 'El Rey Lear' montones de veces, nunca encontraremos al buen rey arrojando su escudilla en violenta rebeldía.

Sean cuales fueren las evoluciones por las que tal o cual personaje popular ha pasado entre las tapas de un libro, su destino está fijado en nuestra mente y, de manera similar, esperamos que nuestros amigos se ajusten a tal o cual molde convencional que hemos acuñado para ellos.

Cualquier desviación del destino que hemos ordenado nos impresionaría no sólo por anómala, sino también por su falta de ética. Preferiríamos no haber conocido a nuestro vecino, el vendedor jubilado de salchichas calientes, si un día publica el libro de poesía más importante de su tiempo.

Vladimir Nabokov, Lolita, 288

Me arranco mi yo

Joan Pau Inarejos, mayo 2004

Anoche soñé que me desembarazaba de mí, que se nublaban todos los espejos y se abrían todas las ventanas. Soñé que me olvidaba de mí y me enamoraba del mundo, que desechaba mis vanidades locas y abrazaba todos los caminos nuevos. ¡Qué esclavitud insufrible, la del llorón que llevo dentro! ¡Qué yugo esta enfermedad de orgullo disfrazada de timidez!

Y qué alivio sería castigar en un rincón este alma adolescente obsesionada consigo misma… aunque sólo fuera por un día.


13 agosto 2004

La nínfula


Entre los límites de los nueve y los catorce años, surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o tres veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana, sino nínfica ( o sea demoníaca); propongo llamar nínfulas a estas criaturas escogidas.

¿Son nínfulas todas las niñas? No, desde luego. Si pedimos a un hombre normal que elija a la niña más bonita en una fotografía de un grupo de colegialas o girl scouts, no siempre señalará a la nínfula.

Hay que ser artista y loco, un ser infinitamente melancólico, con una burbuja de ardiente veneno en las entrañas y una llama de suprema voluptuosidad siempre encendida en su sutil espinazo, para reconocer de inmediato, por signos inefables - el diseño ligeramente felino de un pómulo, la delicadeza de un miembro aterciopelado y otros indicios que la desesperación, la vergüenza y las lágrimas me prohiben enumerar- al pequeño demonio mortífero ignorante de su fantástico poder.

Vladimir Nabokov, Lolita, 24

29 julio 2004

Gemido nocturno



En el silencio sonó un gemido. Se me acercaba una figurilla a pasos de pájaro. Forcé mis ojos lechosos, aún adormecidos...

Eras tú. Venías más pura y única que nunca, empapada de noche y de llanto, en un bálsamo tierno y sutil. Murmuraste alguna desdicha y yo sentí que siempre había estado esperando que lo hicieras. Estaba oscuro, pero eras tú. Y dejaste tus lágrimas en mi hombro, y balbuceaste algo que entendí, y supiste endulzada de halago que esa noche yo te había estado esperando.

Entonces te consolé y te cogí como a una novia nívea, y languideciste hasta que sólo eras una criaturilla sobre mi regazo. No desististe en el llanto. Te levanté en brazos y anduvimos a media oscuridad, tú y yo, ilusos de eternidad. Y a medida que nacía la luz grisácea de la madrugada, y el gentío de las calles empezaba a hormiguear, desaparecías en destellos dormidos...

¿Qué había sido de ti, aquella noche de luna azul? ¿Qué veredas pisaste, dónde perdiste la razón de soledad? ¿Revoloteaste por esos caminos de arena? ¿Pajareaste hasta mi casa, mirlo melancólico?

Piel de limón, pelo de aceituna, aleteando oscura soplas tu perfume aguado de luz nocturna. Tu siempre estarás prendada de esa luz grisácea, y yo, diminuto en el mundo, pasearé siempre solo por las plazas el recuerdo íntimo de esa noche templada, el sueño sincero de que te amé.


JOAN PAU INAREJOS, 1999 (BASADO EN SUEÑO)

26 julio 2004

Eco del pensamiento


Un síntoma primario de Schneider para la esquizofrenia es el llamado eco del pensamiento. Esto hay que diferenciarlo de las alucinaciones. Consiste en que el paciente escucha sus propios pensamientos, pero en un alto volumen interior. Habitualmente el pensamiento es subvocal, pero en este caso el paciente lo escucha como si fuera en voz alta. Es su propio pensamiento y su propia voz. En la alucinación lo vive como una voz ajena.

Es uno de los primeros síntomas que se presenta en los esquizofrénicos y que causa gran perplejidad, miedo, angustia. Causa terror porque el enfermo escucha su propio pensamiento y no sabe qué está ocurriendo. No puede explicarse qué es lo que pasa. No es externo, ni impuesto, ni otra voz: es su propia voz.

http://www.marietan.com/semiologia/capitulo8.htm

El confort es el opio del pueblo


El psicólogo americano Carrel, en su importantísimo libro 'El hombre, esencia desconocida', en el capítulo titulado 'Adaptación', ha desarrollado la tesis de que el hombre degenera en las condiciones modernas de civilización (confort).

El hombre, dice él, alcanza su máximo grado de evolución cuando está expuesto a la crudeza de las estaciones del año, cuando deja de dormir algunas veces y otras duerme durante muchas horas seguidas, cuando sus comidas oscilan entre la abundancia y la escasez, y cuando alcanza alimentos y techo sólo al precio de esfuerzos incansables.

Se le exige que ejercite sus músculo, que se canse y descanse. Que luche, que sufra y sea feliz que ame y odie. Su vida volitiva necesita que se alternen la excitación y el sosiego. Ha de luchar contra los demás hombres o contra sí mismo. Ha sido hecho para esa vida, del mismo modo que el estómago está hecho para digerir comidas.

Arnold Gehlen, El hombre, 436

21 julio 2004

El enjambre de la cultura


¿Cuál de las acciones cotidianas de un obrero montador o de un contable sirve propiamente a la creación directa e inmediata de las cosas que sirven para satisfacer las necesidades de la vida?

El carácter indirecto de la contribución al mantenimiento de la vida ha crecido en las modernas culturas hasta transformarse en una maquinaria gigantesca, en la que sin embargo todos encuentran su vida y en la que cada ladrillo es un hecho de trabajo objetivamente disciplinado, de tal manera que cualquier atentado a las bases de ese sistema ha de ser impedido.

Arnold Gehlen, El hombre, 394

¿Por qué jugamos?

El juego es 'seriedad infantil', pero la fantasía es su auténtico nervio. También el juego de los adultos muestra este aspecto. Raras veces sucede sin involucrar intereses eróticos, financieros o de lucha. Pero el punto está precisamente en que esos intereses sólo podrían mostrarse bajo el manto de, digamos así, intereses fantásticos y absolutamente 'no prácticos': el comportamiento del balón que salta, la distribución del azar de las cartas policromas o cosas semejantes, consitituyen la parte realmente divertida o vivificante del juego.

Arnold Gehlen, El hombre, 242

15 julio 2004

De veras

Joan Pau Inarejos, 2 marzo 2002

Acaso no era tan blanca la paloma
ni los infiernos tan negros.
El diablo sabe más por diablo
y el cielo no tiene metro.
Quizá hay más de tres cosas en la vida
o ninguna.

Cuesta horrores coser y cantar.
La lluvia no trajo bendición.
Con sólo madrugar no bastaba
y no hace milagros la canción.

Pero si no hay rosas en abril
ni café por la mañana
si curar es más prudente
y la arruga no es tan bella
de veras me es indiferente.

Me conformo con tu pelo liso
y tu cintura a lo lejos.


14 julio 2004

Devoración en cadena


Junghuhn refiere haber visto en Java un extenso campo que se perdía de vista cubierto de osamentas y que creyó que era un campo de batalla. Los esqueletos eran de grandes tortugas de cinco pies de largo y tres de ancho, que abandonando el mar tomaban ese camino para depositar sus huevos; entonces eran atacadas por perros salvajes (canis rectilans), que acometiéndolas en grupos las vuelcan, les arrancan la coraza inferior y las conchas abdominales y las devoran vivas. A veces en este momento se presenta un tigre y se lanza sobre los perros.

Esta horrible escena se repite millares de veces todos los años. Es para esto para lo que han nacido las tortugas? ¿Qué culpa expían con tales tormentos? ¿A qué obedecen esas escenas horribles? No hay otra respuesta que ésta: así se objetiva la voluntad de vivir.

Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, 28

Fisiología de las visiones


Cantidades inadecuadas de vitaminas, así como cantidades inadecuadas de calorías, producen profundos cambios psicológicos. Resulta interesante mirar a la historia y ver por qué un período como la Edad Media fue mucho más fructífero en visiones que nuestros tiempos. Simplemente, la razón es que nosotros estamos llenos de vitaminas y que los habitantes de esa época no lo estaban.

Después de todo, cada invierno de la Edad Media traía consigo un período de extrema deficiencia vitamínica. Además de un largo período de ayuno involuntario estaban los cuarenta días de Cuaresma. Así que para la Pascua la mente se encontraba totalmente dispuesta para tener cualquier tipo de visión.

Creo que no cabe la menor duda de que ésta es una de las razones por las cuales las experiencias visionarias espontáneas son muchos menos comunes hoy día que antes. Se trata, simplemente, de un factor dietético.

Aldous Huxley, La experiencia mística, p 68

12 julio 2004

¡La conciencia es luz!


El antropólogo Roger W. Wescott ofrece la intrigante hipótesis de que la conciencia es una bioluminiscencia interna, concepto que puede llevar a la investigación de la posibilidad de que la iluminación sea un acontecimiento físico y mensurable dentro del cerebro. En 'El animal divino', Wescott propone que la bioluminiscencia endocraneana, "una verdadera forma de luz, generada dentro, por y para el cerebro", es la sustancia de la conciencia pura. "La conciencia misma quizá consista en la generación y recepción internas de radiaciones perceptibles. En una palabra, de luz".

John White, La experiencia mística, p 18

Nietzsche y la música


Ese hombre meridional, meridional no por ascendencia sino por 'fe', tiene que soñar, en el caso de que sueñe con el futuro de la música, también con que la música se redima del norte, y tiene que sentir en sus oídos el preludio de una música más honda, más poderosa, acaso más malvada y misteriosa, de una música sobrealemana que no se desvanezca, que no se vuelva amarillenta y pálida ante el espectáculo del mar azul y voluptuoso y de la claridad mediterránea del cielo, como le ocurre a toda la música alemana, sentir en sus oídos el preludio de una música sobreeuropea que se afirme incluso frente a las grises puestas del sol del desierto, cuya alma esté emparentada con la palmera y sepa vagar y sentirse como en su casa entre los grandes, hermosos, solitarios animales de presa...

Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal, p 214

11 julio 2004

Las sospechas del bibliotecario

JOAN PAU INAREJOS, febrero 2004


Les aseguro que no hay nada tan aburrido como trabajar en una biblioteca. Y a mí me tocó: llámenle mala suerte. No tenía mucho donde elegir, y como tengo unos papeles que certifican que soy de letras, así es como entré. Sin más.

Pero, como les digo, es un oficio enormemente aburrido. Nunca hablas con nadie y te dedicas ordenar y apelotonar. Así que un buen día me escondí tras unas estanterías y me puse a leer. Sí sí, como lo oyen. Leí a un escritor de nombre Carlos, que decía que el trabajo es explotación y que vamos hacia la revolución.

Como no había apenas gente en la biblioteca y el jefe estaba dormido, me pasé toda la tarde muy interesado con aquel tema y devoré un libro del tamaño de un baúl que hablaba del capital y la explotación y algunas cosas más por el estilo. Subrayé muchos párrafos con el lápiz, y dejé el libro doblado por una página que decía: “el trabajo aliena”.


A las nueve salí muy preocupado de la biblioteca, meditando muchas cosas que no había entendido. Antes de irme desperté al jefe, cosa que, por cierto, pareció molestarle mucho. Ya que estaba, le consulté su opinión sobre el tema: algo más que yo sabría. Le pregunté si a él le constaba que yo estuviese explotado o alienado. El jefe me espetó tres gritos y me insultó a voces durante cinco minutos (siempre llevo el reloj en el trabajo). No se lo reprocho: debe de irritar que te saquen de la siesta.


Al día siguiente me escondí en otra estantería y cogí otro libro. Esta vez el escritor se llamaba Sigmundo, no recuerdo el apellido así que por favor discúlpenme. Aquel libro me inquietó de verdad: todos nosotros, decía, hemos querido acostarnos con nuestras madres cuando teníamos cuatro años. No estaba preparado para un hallazgo así, de modo que abrí bien los ojos y atendí a todas las explicaciones del tal Sigmundo. Las páginas finales me dejaron atónito, porque decían ni más ni menos que había que “matar al padre”.

Quizá estaba leyendo más de la cuenta. Pero no quise dejar pasar el día sin aclararlo: los que somos de letras nos empeñamos en entenderlo todo. Así que tomé el libro prestado y lo llevé a casa para discutirlo con mis padres. A la la hora que llegué ya estaban durmiendo, así que que tuve que despertarlos: el asunto era importante.


Di la luz, hojeé el libro y les estuve leyéndoles las frases que había subrayado. Mi padre, que es algo colérico, enrojeció como una guindilla y me echó del cuarto a patadas. Tras la puerta oí a mi madre decir que maldita la hora en la que me sacaron del orfanato o así. Pensé sinceramente que no había para tanto.

El tercer día de la semana entré en la biblioteca dispuesto a devolver el libro, pero el jefe roncaba. Así que me fui a rebuscar en otra estantería. Había allí libros extrañísimos, firmados por un señor de nombre Federico: soy fatal para los apellidos, no me lo tengan en cuenta. Aquel escritor me asombró más que ninguno. Decía, en otras palabras que ahora no recuerdo, que los actos de compasión los hacen los débiles, los esclavos o algo parecido.


Antes de llegar a casa vi a una anciana dando limosna a un ciego, y pensé para mis adentros: ésta es la mía. Me acerqué a la señora y le pregunté “si era consciente de su hipocresía”, y de que su caridad “envolvía un sentimiento de rencor contra la vida”.


La mujer no parecía comprender nada. Probablemente no era muy leída, o quizá era sorda: a esta edad es muy normal. Pensó que yo era un atracador y a punto estuvo de entregarme el bolso. El perro del ciego se me lanzó encima y se puso a monderme la pantorrilla. Pedí disculpas a la anciana y me marché dándo las buenas noches.


En mi casa el horno no estaba para bollos, así que di la vuelta y me fui a un bar de copas. Delante de la barra, la cabeza me empezó a dar vueltas. Una chica llena de chinchetas en la cara me dijo que me invitaba a lo que quisiera. No la conocía de nada, y a primera vista no me pareció “alienada”, “reprimida” o “resentida”. Tomamos unas cañas y bailamos un rato, aunque a mí aún me dolía la pierna. Maldito perro.

JOAN PAU INAREJOS, febrero 2004