Unos peluqueros libios me afeitaban la barba, mientras en las tiendas de afuera se arremolinaban corrillos de chicas de color berenjena. Todas cuchicheaban y se vestían mano a mano, ciñéndose la cintura, mesándose el pelo, enrollándose en las faldas. Se reían como bobas, como niñas asustadas en la noche, con el alma a rayas rosas. Corrían nudos y pendientes, agujas y agujeros.
27 diciembre 2005
La barbería
Unos peluqueros libios me afeitaban la barba, mientras en las tiendas de afuera se arremolinaban corrillos de chicas de color berenjena. Todas cuchicheaban y se vestían mano a mano, ciñéndose la cintura, mesándose el pelo, enrollándose en las faldas. Se reían como bobas, como niñas asustadas en la noche, con el alma a rayas rosas. Corrían nudos y pendientes, agujas y agujeros.
Cuando los libios limpiaban la navaja me asomaba para espiar entre rendijas, y desaguaba el pecho verlas flotar entre sábanas, saltarinas y aéreas, cumpliendo el ritual de la solicitud femenina en los botones y los enredos. La tienda de los barberos se tupía de pelo y calor, pero el rumor adolescente entraba y salía por los resquicios. Yo me moría de impaciencia y escozor, deseando por favor que terminara el peluquero para adentrarme en la nube rosada y encontrarte.
Joan Pau Inarejos, verano 2005
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1 comentario:
Tornen ressons d'estiu... No se vale reciclar material para alacranes, eh? xd
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