La planta revela todo su ser a primera ojeada con perfecta inocencia, Y su inocencia no se ofende de que los órganos genitales, que en todos los animales están situados en la parte más oculta del cuepro, ostenten en su cima. Esta inocencia de las plantas está basada en su falta de conocimiento: la culpa no está en el querer, sino en el querer consciente. Cada planta nos habla, ante todo, de su patria, del clima de ésta y de la naturaleza en que crece. Cada planta expresa la voluntad especial del género a que pertenece y dice algo que no puede expresarse en ninguna otra lengua.
Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación, 132
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