30 julio 2012

El drac a casa


Joan Pau Inarejos
Per a les civilitzacions antigues, els dracs eren guardians temibles. Per a nosaltres, són esquitxos escatosos que apareixen a la paret. Visitants de brevetat fugissera. Recordo molt bé quan la meva besàvia, qualsevol nit d’estiu, deia xxxt! no feu soroll, i, sigil·losament, ens portava a contemplar un d’aquests hostes grimpaires. La bestiola ens observava impertorbable durant un lapse de temps misteriós, fins que, de cop i volta, decidia tocar el dos, amb aquesta mobilitat impredictible dels rèptils, i en aquest punt la meva besàvia es posava a xisclar esglaiada. Formava part del ritual, sempre era així.

Els dracs m’han tornat a visitar i per això escric aquestes línies. Vés a saber quin foc sagrat venia a custodiar, però un dragonet es va palplantar l’altra nit al vidre del balcó de casa i va exhibir per uns minuts la seva silueta fotogènica, gairebé bidimensional. Postura curvilínia, pell ceràmica, mans com estrelles de mar. Ben bé podria haver inspirat Gaudí per forjar el cèlebre animal sentinella del Park Güell, a qui també comparen amb la salamandra alquímica o amb la serp Pitó del temple de Delfos, tot i que les munions de guiris, que s’hi enfilen com si fos un Toro Loco, no semblen gaire interessades en la diferència. Magic dragon i llestos.

Nosaltres, més discrets que els turistes teutons, ens vam acostar per palpar el nostre visitant i heus aquí que va córrer com un llamp fins a l’altra banda del vidre, esmunyint-se rabent cap al balcó veí. Un gos va fer un lladruc contrariat, com si envaissin el seu territori a deshora.


29 julio 2012

Batman tampoco nos saca de la crisis


LA PEL·LÍCULA AL MILLOR WEB DE CINEMA: LABUTACA
per JOAN PAU INAREJOS
Nota: 6

Hombre, puestos a modernizar la franquicia, Batman se podría haber puesto al lado de los revolucionarios, zurrar a los especuladores en Wall Street o volar hacia los barrios populares para impedir deshaucios con sus gadgets infalibles. En vez de eso, el caballero oscuro vuelve a salvar a la policía frente al pueblo, esto es, frente las hordas anarquistas azuzadas por un terrorista enmascarado que aboga por “dar el poder a la gente”. Peligroso reparto de papeles.

Sin duda, las bazas de Cristopher Nolan vuelven a estar en las escenas de acción, empezando por el apabullante prólogo en las alturas. Con sus planos vertiginosos, su banda sonora retumbante y su gusto por el barroquismo narrativo, el estilo Nolan se deja ver con fuerza en las persecuciones sobre el asfalto, en el apoteósico atentado sobre el estadio de rugby, o en su soberbia gestión de las multitudes y los paisajes urbanos preñados de tensión (a las maravillas de ‘Origen’ me remito).
 
Por lo demás, aquí hay mucha morralla y poco Batman. De entrada, mucho, mucho tópico sobre el héroe retirado que siente la llamada de la misión y se cruza con una mujer fatal que será más tierna de lo que parece (innecesaria tercera vida para Catwoman; el traje ya está muy gastado tras Michelle Pfeiffer y Halle Berry, aunque esta vez Anne Hathaway lo lleve con más ambigüedad y desmelene). Mucho rollo marcial, 100% Nolan, acerca del héroe sufriente que se curte en las profundidades cavernarias. Mucha retórica sin épica. Mucho villano enmascarado y pocas, muy pocas sorpresas.
 
Transitando por tres horas farragosas, uno acaba viendo espejismos, como, qué se yo, una fantasiosa reaparición del Pingüno con las facciones de Philip Seymour Hoffman -¡qué gran fichaje si hubiera sido cierto!-, pero, ya se sabe, en la epopeya de autor ya no se llevan las monstruosidades góticas, sino esa austeridad violenta y deprimente, que nos hace preguntarnos incluso si queremos a un superhéroe de los viejos cómics americanos volando sobre nuestras cabezas.

27 julio 2012

Sus cosas y las mías

Joan Pau Inarejos
Cada vez que me voy a afeitar debo enfrentarme a un enredo. Por extrañas circustancias domésticas que no sabría dilucidar, el cable de mi maquinilla siempre amanece embrollado entre sus pulseras y collares. El prosaico enchufe negro se ve rodeado de un coro de anillos y la cuchilla se alza entre un mar de perlas tanto más coloreadas y vistosas conforme llega el verano. Cables y brazaletes se trenzan caprichosamente, cual secuencia improvisada de ADN, y uno se las ve y se las desea para desfacer el entuerto y romper el renuente nudo gordiano.
     Lo sé. Por mucho que me esfuerce, la imagen tiene poco de literaria. Podría hablar de la luz matutina que se cuela en nuestra habitación, o del rumor de los pájaros que anidan en nuestra plaza y se encaraman a las farolas. Pero hay algo muy verdadero en ese enredo de cosas mías y suyas. El conde de Lautréamont decía que la belleza era el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección. Y a buen seguro no habría nada tan triste como un mundo concebido a imagen y semejanza de uno mismo, perfecto pero sin alma: el sueño estético del ego produce monstruos. 
     Con su desorden irremediable, con su contraste patente, con sus usos y texturas tan dispares, el cable y las pulseras cohabitan promiscuamente, y se han encontrado en el camino sin diseño previo alguno. Si los objetos tuvieran horóscopo, de éstos se diría que son incompatibles, pero a ver quién los separa de su persistente abrazo mestizo.


24 julio 2012

Intrahistoria del gazpacho


Cristino Álvarez
‘Abc’, artículo ‘La imagen del verano’, 24/7/2012

El gazpacho debe de ser el “trending topic” más tópico y típico de cada estío. Nadie sabe a ciencia cierta cuál es su origen, ni su etimología; lo que sabemos es que del gazpacho que aborrecía Sancho Panza al actual hay un mundo. A nuestro favor, naturalmente (...). Ya no es el único alimento de un labrador a mediodía (...). No parece que el viejo gazpacho, del que aún se hace eco George Borrow en “La Biblia de España”, allá por la primera mitad del siglo XIX, fuera algo demasiado apetecible: una emulsión de aceite, agua y vinagre, aromatizada con ajo, enriquecida calóricamente con pan y con la sal correspondiente. El primer ciudadano que incorporó el tomate, seguramente acusado por sus contemporáneos de herejía gastronómica, fue un clarísimo benefactor de la humanidad.


Monica Lewinsky, empresaria


Joan Pau Inarejos

En su sección de cumpleaños, ‘La Vanguardia’ hablaba ayer de la "empresaria" Monica Lewinsky. Curioso. Podrían haber puesto feladora de Bill Clinton, pero no queda tan estético, y, como buen diario burgués, han tirado de eufemismo. A no ser, claro, que las excursiones al Despacho Hueval se consideren un máster de emprenduría, pero eso ya sería otra historia, ciertamente inquietante para la juventud actual. Lo siento por el necesario feminismo que todos debemos observar, pero cae por su propio peso que esta mujer ha entrado en el photocall de la fama global por la puerta de abajo, y en su cruel currículum mediático está, básicamente, el haber inaugurado el Ala Sur de la Casa Blanca (la que que va de la mesa presidencial al suelo). Nadie dijo que la celebridad fuera fácil, y referirse a Monica Lewinsky como empresaria del sector textil es como hablar de la bióloga Ana Obregón, con todos los respetos para los biólogos. Otra cosa es el bochorno de que la vida sexual del presidente derivase en un lamentable im(picha)ment parlamentario y que eso sirviera para humillar a una entonces primera dama con aspiraciones políticas. Lo último, hay que decirlo, no lo consiguieron. Hoy Hillary Clinton pasea su noble cornamenta por las cancillerías de medio mundo, mientras que el personaje de Lewinsky, como decía aquel gran chiste, emula a Don Quijote y aún vive del cuento de la mancha. Por cierto, felicidades.


17 julio 2012

La Eurocopa o el hilo de Ariadna


Joan Pau Inarejos

Ahora que ha remitido la resaca futbolera y/o patriotera de la Roja, podemos corroborar que el triunfo de la Eurocopa ha llevado consigo un cambio narrativo. Un giro sugerente incluso para los que tenemos escaso interés por el once a once. Lo contaba Jordi Balló  en ‘La Vanguardia’ (4 julio 2012). Según su interesante análisis, la idolatría alrededor del goleador, del héroe realizador, ha dado paso a una mayor estimación por el mediocampista, la figura silente que hace posibles las grandes jugadas con final feliz. Por decirlo en las categorías del relato clásico, el ejecutor ha perdido brillo frente al donante (ante el ojo avizor de la tercera figura clave, el guardián o portero a quien nadie saca de sus Casillas).

Habrá quien hable de una feminización de los valores, o de una vindicación de la humildad. Es el hilo de Ariadna guiando a Teseo a través del laberinto. Torres cediendo el balón a Mata para marcar el cuarto gol a los italianos. Pocos aplausos se llevaría el héroe griego sin el inteligente invento de la princesa cretense. Y los jugadores de Del Bosque caerían infinitamente menos simpáticos si tampoco hubieran comprendido la esencia cooperadora que, al decir de los entendidos, subyace en el deporte rey más allá de los desahogos de la testosterona.

Jordi Balló
‘La Vanguardia’, 4 julio 2012

Esta Eurocopa ha sido muy fértil para el análisis mitocrítico, porque, sin saberlo, amplias capas de la población han reaccionado visceralmente, y con lógica desorientación, ante una transformación de los valores tradicionales de la épica. 

Porque un equipo de fútbol es ante todo una comunidad aguerrida, y responde a los patrones legendarios de la literatura clásica. Como tal, contiene tres figuras esenciales. La primera es el guardián, el que protege la entrada de la comunidad. El portero de fútbol es claramente su reencarnación: impasible, seguro, fiel. En segundo lugar está el proveedor, el que cuida que las cosas circulen, el que tiene la información privilegiada y necesaria, una figura que Vladimir Propp denominó el donante. En la épica este personaje suele ser siempre secundario y femenino: es Ariadna que conduce a Teseo fuera del laberinto, o Medea que proporciona a Jasón las armas necesarias. En el fútbol es el mediocampista, cuya gloria depende siempre de que otro finalice el objetivo. Finalmente está el ejecutor, el encargado de llegar al objetivo final de la comunidad, el que se llevará todos los honores, o las mayores humillaciones. Este es el famoso 9, el goleador altivo, hercúleo, solitario.

¿Qué ha ocurrido ante nuestros ojos en esta Eurocopa? Que se ha producido un relevo mítico absoluto del ejecutor por el donante, simbolizados por el reconocimiento a Iniesta o a Pirlo como figuras principales de la competición. Y el público, y hasta cierta prensa, no estaban preparados por este relevo de una cultura ancestral por otra basada en los valores de la movilidad. Por eso creo que las dos figuras culturales esenciales de esta Eurocopa han sido la de Cesc Fàbregas y la de Fernando Torres. Cesc ha encarnado como nadie este cambio de valor mítico: el donante y el ejecutor se funden en un creador ultramoderno, que se despoja voluntariamente de los atributos del antiguo héroe solitario. Ha construido un bellísimo personaje de leyenda: cabizbajo, con una misión que nadie parece entender pero que va a cumplirla sin dudar, con sentido de la autocrítica, consciente de la magnitud de su empresa. Por eso me pareció un detalle tan significativo que pidiera tirar el quinto penalti ante Portugal: ahí quiso demostrar que el donante puede culminar su objetivo. En la misma línea hay que entender la belleza del supuesto reverso heroico de Cesc, o sea Fernando Torres. Su acto de ceder el balón a Mata, para que marcara el último gol ante Italia, tiene un gran significado. Con ese gesto crucial, el ejecutor rubio entiende que su papel ha cambiado y que debe convertirse él también en donante. Por eso me alegró que le dieran a Torres el galardón de máximo goleador justo por esta cesión que lo diferenciaba de los otros con los que había empatado en goles; por haber entendido que esta donación lo convertía en miembro de la comunidad de los nuevos héroes.

Jordi Balló
‘La Vanguardia’, 4 julio 2012

14 julio 2012

Cambio de piel


Gabriel Magalhâes
“Los horizontes actuales ya no se pueden dominar desde el ventanuco de cada país. Y eso también vale para el balcón portugués y para la plaza mayor hispánica. Por supuesto, hay excepciones: los ingleses se han refugiado bajo las faldas de su reina, celebrándole una regata que es todo un regreso al líquido amniótico”

Las naciones que tenemos en el alma se mueven, como si las culturas patinaran en nuestro interior. Uno puede nacer en un pueblo de la castellana Zamora y acabar en Zumarraga, con chapela y un hijo más o menos abertzale. Las patrias son cuentos de hadas que contamos a nosotros mismos. Y a veces se cambia de libro a lo largo de la vida, como les ocurrió a esos emigrantes que se olvidaban de sus gnomos europeos para enamorarse de la Estatua de la Libertad, nuevo genio de la lámpara de sus biografías. Nada más fuerte, nada más frágil que un país.

Cuando Portugal surgió a lo largo del siglo XII (qué viejos somos ya), la inmensa mayoría de esos primeros lusitanos no sabían que eran portugueses. Se limitaban a obedecer al noble con quien mantenían lazos de vasallaje. Nuestro país nació, pues, como una conspiración de élites: la gente fue descubriendo que era portuguesa muy poco a poco. Y lo que iban sabiendo en realidad se iba inventando. Solo a lo largo del siglo XIV el sentimiento nacional cuajó en la mayoría de la población.

Algo de eso está ocurriendo en Europa. Estamos cambiando de cuento de hadas. A Rajoy ya no le sirve de mucho el Cid Campeador, y lo canjearía tal vez por un buen banquero nibelungo. Y lo mismo le pasa a Monti, que daría quizá a Garibaldi a cambio de unas cuentas cartesianas, que evitaran el derrumbe del Coliseo romano. En este inicio de siglo XXI, casi todos tenemos en nuestro viejo continente dos espíritus dentro de nuestra alma: uno, que es el de nuestro país, y otro que es el de Europa.

La noche del pasado 17 de junio, entre celebrar el paso de la selección portuguesa a cuartos de final de la Eurocopa o festejar el resultado de las elecciones helénicas, no dudé: mi alegría voló hacia Grecia y floté espiritualmente sobre el Partenón. Creo que el voto de ese país acurrucado en la austeridad germánica fue pragmático, cierto, pero con un punto de idealismo: el 30% del partido vencedor recuerda a los 300 de las Termópilas.

En Portugal, tenemos en este momento un buen gobierno. Passos Coelho, el primer ministro, es un tipo serio, quizá demasiado sincero: declaró que, para salir de la crisis, tendríamos que empobrecer. Una afirmación que quedará para la historia, porque enunció lo que todos en Europa callan. Personalmente, prefiero estos puñetazos verbales al carnaval veneciano del cinismo. Nuestro gabinete cuenta con buenos ministros, en particular con un magnífico titularde Hacienda, Vítor Gaspar.

Todos ellos suelen usar banderitas portuguesas en las solapas de las chaquetas. Pero les aseguro que, si hubiera una insignia de la Unión Europea que fuera una verdad del corazón, la pondrían en la otra solapa. En Europa, estamos cambiando de piel. Fuimos muchos los que, en las pasadas elecciones francesas, vimos el debate entre Hollande y Sarkozy como si fuese cosa nuestra. Pero, por supuesto, ninguno de los candidatos nos hizo caso y se dedicaron a discutir problemas de la aldea de Astérix. Cuando decían “la France”, la boca se les llenaba de dulces caramelos.

Es una pena que nadie dirija políticamente esta pulsión europea de la ciudadanía. Al contrario de lo que se suele decir, no se trata de que los países más pequeños deseemos que nos paguen el bienestar. Es otra cosa. En el fondo, estamos algo cansados del callejón sin salida de nuestras nacionalidades. Sabemos que los horizontes actuales ya no se pueden dominar desde el ventanuco de cada país. Y eso también vale para el balcón portugués y para la plaza mayor hispánica. Por supuesto, hay excepciones: los ingleses se han refugiado bajo las faldas de su reina, celebrándole una regata que es todo un regreso al líquido amniótico británico. No obstante, otros buscamos algo nuevo.

¿Cuánto tendremos que esperar para que surjan líderes con la valentía de salirse de sus casillas nacionales? Por ahora, la sonrisa de sacristán de Hollande no resulta muy inspiradora. Quizá la verdadera palanca sean los alemanes, cuando comprendan que no tendrán que construir Europa a golpe de talonario. Alemania es, en su versión más moderna, un país joven: creo que les falta descubrir que su destino histórico no era la guerra ni la unidad nacional, sino la genialidad de un pacto continental que está a su alcance. En Grecia, en Irlanda, en Portugal, en España se hacen sacrificios durísimos, y ello se basa en la fe en Europa.

Un gran dolor recorre el continente: la agonía de un parto nacional complicado, que se está haciendo con poca epidural. Es una pena que falten dirigentes para este nacimiento. Y faltan porque el discurso de Europa tiene que poseer un vuelo cultural y espiritual que vaya más allá de la Torre de Babel financiera del euro: el diccionario de ese viejo vocabulario del alma ya no lo dominan los actuales líderes del continente.

Gabriel Magalhâes
‘La Vanguardia’, 13 julio 2012

13 julio 2012

Confirmat: les sirenes no existeixen


Joan Pau Inarejos
......
Ho ha dit el Servei Nacional d’Oceanografia dels Estats Units. Es veu que era urgent aclarir-ho, perquè el Discovery Channel ha escampat el desconcert entre la població amb un suposat documental una mica ambigu sobre l’estatus empíric de les llegendàries criatures marines. Uns quants espectadors crèduls han despenjat el telèfon i, ves per on, l’autoritat científica ha hagut de sortir al pas –locució greu, estrella de sheriff- per assegurar que “mai no s’ha trobat cap evidència de l’existència d’humanoides aquàtics”. Gràcies.

Home, tampoc calia ser tan directe. Poc o molt ja ens ho pensàvem, però això de desacreditar els personatges mitològics amb documents oficials és com enviar cartes a la canalla amb les factures nadalenques al Toy’s “R” Us. Coses que no calen. Tothom té dret a somiar que, qualsevol estiu, en comptes de plagues de meduses, fregarà el banyador amb les escates d’una donzella amfíbia. Que no ens robin el plaer literari d’imaginar Cristòfor Colom albirant dones amb cua de peix, encara que fossin les cues d’espàtula dels manatís (uns mamífers més aviat poc estilitzats). I si l’Empordà no es va formar pels afers carnals entre un pastor i una sirena, a nosaltres tant se'ns en dóna. Que la realitat no ens arruïni una bona fantasia, eròtica o no.

Tot sigui dit de passada, els antics grecs encara deuen riure amb el certamen de bellesa aquàtica que ens hem muntat a propòsit d’aquest mite, perquè les sirenes d’Ulisses s’assemblaven tant com zero a l’Ariel de Disney, l’habitant de bronze de Copenhaguen o la trèmula Astrid Bergès-Frisbey de ‘Pirates del Carib’. Ben al contrari, les fonts primigènies les descriuen com unes ocellotes repulsives i perilloses, això sí, amb una veu encisadora que obligava l’heroi de l’Odissea a lligar-se al pal de la nau fins que passés el perill.

Des d’aquesta banda de l’Atlàntic potser ens ruboritza la infantil nota de premsa del servei oceanogràfic ianqui, però no seria gens sobrer recordar que parlem d’un país on molta gent creu que el món es va fer en set dies o que Kennedy encara volta entre nosaltres... I què carai, jo també em mullaré -mai més ben dit-: crec que les sirenes existeixen i viuen en una comuna hippie amb Bob Esponja, Elvis Presley i Bin Laden. Oh yeah.

Servicios funerarios y otros espectáculos


Joan Pau Inarejos

La frase no es mía. La ha pronunciado en el fragor del directo la voz más nasal de la crisis económica, la del Excelentísimo ministro Cristóbal Montoro. Andaba el gerente mayor de la Hacienda española inventariando los productos afectados por la subida del IVA cuando ha dicho, y Twitter me ayuda en la literalidad: “peluquería, estética, discotecas, teatros, circos, servicios funerarios y otros espectáculos”. El avispado jienense ya dio cuenta de su creatividad enumerativa cuando habló de los “pitos, flautas, flautas, pitos”, composición de bella simetría para despachar los debates considerados como superfluos, pero, esta vez, el verbo florido del ministro ha sido revelador. El gobierno considera que morirse es un espectáculo.

Queda claro que habíamos muerto por encima de nuestras posibilidades, y estaba cantado que, a los cuatro chavos que cobran las funerarias por sus números ambulantes, tarde o temprano habría que añadir una pequeña donación, como quien deja propina tras haber degustado un menú suculento.  Sin embargo, produce un escalofrío inevitable que todo un ministro hable sin tapujos del espectáculo de la muerte. Por un momento, Montoro parecía un Torquemada burocrático, sonriendo mefistofélico entre sus papeles mientras arden en la plaza pública las hordas de brujas y herejes. O el César de turno, asistiendo displicente a las carnicerías de gladiadores en plena decadencia del imperio europeo, perdón, romano. “Y otros espectáculos”. A partir de ahora, si alguien titubea en su intención de morir cuando le toca, cualquier hombre de negro de la Moncloa, a ritmo del añorado Freddy Mercury, podrá recordarle aquello de Show must go on.

12 julio 2012

‘La noche es nuestra’ (2007): bello y delicado, y sin embargo cine negro


LA PEL·LÍCULA AL MILLOR WEB DE CINEMA: LABUTACA
per JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8,5


Al igual que la noche, el cine negro puede ser tan oscuro como hermoso. Tan cruento como sensible. Suave es la noche, decía una novela de Fitzgerald. Así corra la sangre.

Sirva como ejemplo la filmografía de James Gray, un escriba de parábolas modernas que ha creado un mundo propio, un mundo nocturno y elegante, a partir de sus notorias raíces ruso-judías. Lo hizo en la reciente ‘Two lovers’, paseando a Dostoievski por Nueva York, y lo hizo antes con este drama criminal, no menos cautivador, que reinventa al personaje del hijo pródigo bajo las facciones cubistas de Joaquin Phoenix. Perdón. El Gran Joaquin Phoenix, a quien tanto echamos de menos tras su retirada del cine. Ojalá haga como su ave homónima, renazca de las cenizas y pronto le veamos volando nuevamente en las alturas.

Una vez más, el ex emperador de Gladiator es la percha perfecta para los conflictos familiares made in Gray. Si en ‘Two lovers’ interpretaba a un joven solterón y miedoso, sobreprotegido por sus padres, en ‘We own the night’ (‘La noche es nuestra’) vemos a Phoenix en la piel de un yuppie noctámbulo que regenta clubes libertinos bajo la severa mirada de su padre y su hermano, ambos policías de Nueva York con un fino olfato para las drogas.

Al igual que en el relato bíblico, Bobby es la insobornable oveja negra, el hijo pródigo que se gasta la hacienda paterna, mientras Mark Wahlberg se pone el uniforme de hijo cumplidor y nunca consigue caernos tan bien como su hermano crápula. Y al igual que en la parábola, la oveja perdida regresará al benévolo pastor (inmenso Robert Duvall) tras darse de bruces con los espinosos zarzales del mundo exterior.

Relato moral cien por cien clásico, con las consabidas traiciones y brechas familiares, que Gray sabe vestir con una fotografía única, pausada y preñada de claroscuros, como un Rembrandt del celuloide -otro deudor, por cierto de la cultura hebrea e igualmente fascinado por el relato del hijo pródigo. Hay sangre, tiros y cadáveres, pero qué suave es la noche.

10 julio 2012

‘Bajo cero’ (2010): cómo aborrecer el snowboard en 94 min


LA PEL·LÍCULA EN FILM AFFINITY
per JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7

Sobre telesillas no hay nada escrito. Hay quien se pirra por montarse en estos transportadores metálicos para contemplar el paisaje bajo sus pies, y hay quien no ve la hora de llegar, poner los pies en el suelo y suspirar. A estos últimos hay que aconsejarles que no vean nunca –atención: nunca- este thriller de angustia pura y dura. De miedo bajo cero.

Una vez más se demuestra lo mucho que se puede conseguir con medios mínimos. Sin efectos especiales, sin actores conocidos, sin banda sonora retumbante, sin pirotecnia de guion, casi sin nada, el director Adam Green optimiza terroríficamente la sencilla historia de unos montañeros que, vamos a decir, luchan contra condiciones adversas.

Atrapados en las alturas, aislados en la noche, los tres jóvenes se verán metidos en una odisea de supervivencia francamente engorrosa cuando llevas los esquís puestos. Pasen y vean como tres pijillos hormonados de tres al cuarto se convierten por la fuerza en temerarios héroes y/o mártires de la cordillera, con una cadena de acontecimientos tan previsible como estremecedora, y con sus lances filmados en vivo cual Gran Hermano glacial. ¿Recuerdan aquello del puente colgante y los cocodrilos abajo? Hasta aquí puedo leer.

Hasta aquí el argumento, y ahora la reflexión de baratillo: cómo nos gustan las desgracias ajenas en la ficción. A las carnicerías de Saw y la plana mayor del género me remito. Es como el fuego dulce que atormentaba a los místicos, el tormento del que no querían escapar por encontrar en él un extraño deleite. Al fin y al cabo, nosotros pagamos entrada por un ratito de masoquismo, mientras que el forfait de nuestros pobres protagonistas era un ignorado pasaporte al infierno.


05 julio 2012

¡Aleluya! La materia existe



Joan Pau Inarejos
Habemus partícula. Del gran colisionador de Ginebra ha salido una densa fumata blanca para saludar la aparición del bosón de Higgs, mal conocido como la partícula de Dios, puesto que su cometido es mucho más modesto de lo que parece anunciar este apellido rimbombante. En realidad, al decir de los físicos, el bosón profetizado por el británico Peter Higgs no dice nada del creador, sino de la creación misma. El bosón de Higgs nos dice, ni más ni menos, que la materia existe.

¿Cómo? ¿4.000 millones de euros y 40 años de sesudas investigaciones para acabar demostrando que la realidad es real? Cualquiera diría que el estado mayor de la ciencia europea se ha embarcado en una ruinosa aventura filosófica en plena debacle de las bolsas. Ciertamente, siempre habíamos dado por supuesta la realidad exterior, pero más cierto todavía que carecíamos de pruebas fehacientes hasta día de hoy. Descartes tuvo que remitirse a la garantía de Dios para acreditar la res extensa (lo físico). Y un vecino de archipiélago de Peter Higgs, el obispo irlandés George Berkeley, directamente abolió las realidades visibles y proclamó que no eran más que pensamientos de la divinidad. La inmensidad de las galaxias, un mero sueño, y el Big Bang, un prólogo brillante del ¿gran dramaturgo?

De modo que la intrépida partícula nos trae, de confirmarse su nacionalidad metafísica, algo así como un triunfo del realismo, que no es poco. La materia está ahí: qué alivio. Seguramente a Antoni Tàpies, fallecido este año, le hubiera confortado saber que las fangosidades y los cementos, las pilosidades y las maderas, tienen vida propia y persisten mientras dormimos. Hay un principio universal que las rige. Hasta nuevo aviso, nos hemos librado de ver el mundo como una gran fantasmagoría de subjetividad, un puro campo energético donde jamás puedo saber si la silla existe verdaderamente o es una fabulación mía. El bosón de Higgs, nunca mejor dicho, ha salvado los muebles. Y a Dios ya seguirá buscándolo cada uno en el colisionador de su alma.

03 julio 2012

PESSOA DIXIT


Fernando Pessoa
Libro del desasosiego (1913-1935)

Lenguaje y literatura

EL HOMBRE Y LA GRAMÁTICA
"Obedezca a la gramática quien no sabe pensar lo que siente. Sírvase de ella quien sabe mandar en sus expresiones. Cuéntase de Segismundo, Rey de Roma, que, habiendo, en un discurso público, cometido un error gramatical, respondió a quien le habló de él, "Soy Rey de Roma, y además de la gramática". Y la historia narra que fue conocido en ella como Segismundo "supergrammaticam" ¡Maravilloso símbolo! Cada hombre que sabe decir lo que dice es, a su manera, Rey de Roma. El título es regio y la razón del título es serse". (pág 50)

SABER DECIR
“La mayoría de la gente enferma de no saber decir lo que ve o lo que piensa. Dicen que no hay nada más difícil que definir con palabras una espiral: es preciso, dicen, hacer en el aire, con la mano sin literatura, el gesto, ascendentemente enrollado (…). Los niños son muy literarios porque dicen como sienten y no como debe sentir quien siente según otra persona. Un niño, al que una vez oí, dijo, queriendo decir que estaba al borde del llanto, no 'Tengo ganas de llorar', que es lo que diría un adulto, es decir, un estúpido, sino esto: 'Tengo ganas de lágrimas'. Y esta frase, absolutamente literaria, hasta el punto de que resultaría afectada en un poeta célebre, si él la pudiese decir, alude decididamente a la presencia caliente de las lágrimas rompiendo en los párpados conscientes de la amargura líquida. '¡Tengo ganas de lágrimas!' Sí, aquel niño definió bien su espiral. ¡Decir! ¡Saber decir! ¡Saber existir por la voz escrita y la imagen intelectual! Todo esto es cuanto la vida vale”. (págs 451-452)

REBUSCANDO VIEJOS ESCRITOS
“Encuentro a veces, en la confusión vacía de mis gavetas literarias, papeles escritos por mi hace diez años, hace quince años, hace quizá más años. Y muchos de ellos me parecen de un extraño; me desreconozco en ellos. Hubo quien los escribió, y fui yo. Los sentí yo, pero fue como en otra vida, de la que hubiese despertado como de un sueño ajeno (…). Hay en esto un misterio que me desvirtúa y me oprime”. (pág 51)

ME PIERDO
“Escribir, sí, es perderme, pero todos se pierden, porque todo es pérdida. Pero yo me pierdo sin alegría, no como el río en la desembocadura para la que nació desconocido, sino como el lago formado en la playa por la marea alta y cuya agua nunca más regresa al mar”. (pág 205)

DEFINICIÓN DE LITERATURA
“En general, el hombre vive poco, y cuando se queja, es su literatura”. (pág 367)

Naturaleza

EL PAISAJE Y MI INIMPORTANCIA
“El Tajo al fondo es un lago azul, y los montes de la Otra Banda son los de una Suiza achatada. Sale un barco pequeño -vapor carguero negro- del lado del Pozo del Obispo hacia la barra que no veo. Que los dioses todos me conserven, hasta la hora en que cese este aspecto de mí, la noción clara y solar de la realidad exterior, el instinto de mi inimportancia, el consuelo de ser pequeño y de poder pensar en ser feliz”. (págs 61-62)

EL TAJO Y LA CIUDAD
“Amo el Tajo porque hay una gran ciudad en sus orillas. Disfru­to del cielo porque lo veo desde un cuarto piso de una ca­lle de la Baixa. Nada me puede dar el campo o la natura­leza que valga la majestad irregular de la ciudad tranquila, a la luz de la luna, vista desde Graca o Sao Pedro de Al­cántara. No existen para mí flores como, a la luz del sol, el variadísimo colorido de Lisboa. La belleza de un cuerpo desnudo sólo la sienten las razas vestidas. El pudor vale sobre todo para la sensualidad como el obstáculo para la energía. La artificialidad es la manera de disfrutar la naturalidad”. (pág 121)

DEL ALMACÉN A LAS ESTRELLAS
“Hasta desde este cuarto piso sobre la ciudad se puede pensar en el infinito. Un infinito con almacenes abajo, es cierto, pero con estrellas al final…”. (pág 346)

Sueño

DORMIR
“Todo lo que duerme es niño de nuevo. Tal vez porque en el sueño no se puede hacer mal, y no se da cuenta de la vida, el mayor criminal, el más redomado egoísta es sagrado, por una magia natural, mientras duerme. Entre matar a quien duerme y matar a un niño no conozco diferencia que se sienta”. (pág 74)

LA VIDA, UN INSOMNIO
“Me pierdo si me encuentro, dudo si opino, no tengo ni obtuve. Como si me pasease, duermo, pero estoy despierto. Como si durmiese, despierto, y no me pertenezco. La vida, al final, es, en sí misma, un gran insomnio, y hay un aletargamiento lúcido en todo cuanto pensamos y hacemos” (pág 143)

LA UTOPÍA DEL DORMIR
“Dormir, ser lejano sin saberlo, estar echado, olvidar con el propio cuerpo; tener la libertad de ser inconsciente, un refugio del lago olvidado, estancado entre frondas verdes, en los vastos alejamientos de las florestas. Una nada con respiración por fuera, una muerte leve, de la que se despierta con añoranza y frescor, un ceder de los tejidos del alma al ropaje del olvido”. (pág 176)

SUBJETIVIDAD

ME CONSTELO
“Cada cual tiene su alcohol. Tengo alcohol suficiente con existir. Borracho de sentirme, vagabundeo y voy seguro. Si es hora, me recojo en la oficina como cualquier otro. Si no es hora, voy hasta el río a mirar el río, como cualquier otro. Y, por detrás de esto, cielo mío, me constelo a escondidas y tengo mi infinito”. (pág 81)

SINFONÍA DEL ALMA
“Mi alma es una orquesta oculta; no sé qué instrumentos tañe o rechina, cuerdas y harpas, timbales y tambores, dentro de mí. Sólo me conozco como sinfonía”. (pág 56)

VIVA LA MONOTONÍA
"La monotonía, la igualdad sin brillo de los días iguales, la ninguna diferencia entre hoy y ayer, que esto me quede siempre, con el alma despierta para disfrutar de la mosca que me distrae, cuando pasa por casualidad ante mis ojos, de la carcajada que se levanta voluble desde la calle indeterminada, la vasta liberación de ser hora de cerrar la oficina, el descanso infinito de un día de fiesta... Puedo imaginarlo todo porque no soy nada. Si fuese algo, no podría imaginar. El ayudante de contabilidad puede soñarse emperador romano; el Rey de Inglaterra está privado de ser, en sueños, otro rey distinto del rey que es. Su realidad no le deja sentir". (pág 84)

ELOGIO DE LA PASIVIDAD
“No querer comprender, no analizar… Verse como a la naturaleza; mirar a sus impresiones como a un campo –la sabiduría es esto”. (pág 405)

LOS SENTIDOS
“Ver y oír son las únicas cosas nobles que contiene la vida. Los otros sentidos son plebeyos y carnales. La única aristocracia es nunca tocar. No acercarse: he ahí lo que es hidalgo”. (pág 248)

EL HOMBRE LIBRE
“Porque soy del tamaño de lo que veo
Y no del tamaño de mi estatura”. (pág 152)

EL CÉSAR DEL BARRIO
“Definió César toda la estatura de la ambición cuando dijo aquellas palabras: "¡Antes el primero en la aldea que el segundo en Roma!". Yo no soy nada ni en la aldea ni en Roma ninguna. Por lo menos, el tendero de la esquina es respetado desde la calle de la Asunción hasta la calle de la Victoria; es el César de una manzana. ¿Yo superior a él? ¿En qué, si la nada no admite superioridad, ni inferioridad, ni comparación? Es César de toda una manzana y les gusta a las mujeres condignamente”. (pág 112)

PLACA FOTOGRÁFICA
“Soy una placa fotográfica prolijamente impresionable. Todos los detalles se me graban desproporcionadamente y forman parte de un todo”. (pág 296)

CEFALEA
“Me duele la cabeza y esto quiere decir que tengo conciencia de una ofensa que la materia me hace, y que, porque, como todas las ofensas, me indigna, me predispone a estar mal con todo el mundo, incluso los que están cerca pero no me han ofendido”. (pág 382)

DEBEMOS DESCONOCERNOS
“Si algo hay que esta vida tenga para nosotros y, salvo la misma vida, tengamos que agradecer a los Dioses, es el don de desconocernos: de desconocernos a nosotros mismos y de desconocernos los unos a los otros. El alma humana es un abismo oscuro y viscoso, un pozo que no se usa en la superficie del mundo . Nadie se amaría a si mismo si de verdad se conociese, y así, si no existiese la vanidad, que es la sangre de la vida espiritual, moriríamos de anemia en el alma. Nadie conoce a otro, y menos mal que no le conoce, y, si le conociese, conocería en él, aunque madre, mujer o hijo, al íntimo, metafísico enemigo”. (pág 391) “Conocerse es errar, y el oráculo que dijo “Conócete” propuso un trabajo mayor que los de Hércules y un enigma más negro que el de la Esfinge. Desconocerse conscientemente, he ahí el camino. El desconocerse concienzudamente es el empleo activo de la ironía”. (pág 419)

Escepticismo

CONTRA LOS CONSEJOS
“Dar buenos consejos es insultar a la facultad de equivocarse que Dios ha concedido a los demás”. (pág 400)

CONTRA LOS REVOLUCIONARIOS
“Revolucionario o reformador- el error es el mismo. Impotente para dominar y reformar su propia actitud ante la vida, que lo es todo, o su propio ser, que lo es casi todo, el hombre huye hacia un querer modificar a los otros y al mundo exterior. Todo revolucionario, todo reformador es un evadido. Combatir es no ser capaz de combatirse. Reformar es no tener enmienda posible”. (pág 421)

CONTRA LA FÍSICA
“La física sabe bien cuál es el coeficiente de dilatación del hierro; no sabe cuál es la verdadera mecánica de la constitución del mundo. Y cuanto más subimos en lo que desearíamos saber, más bajamos en lo que sabemos”. (pág 423)

CONTRA EL OCULTISMO
“He tenido siempre siempre una repugnancia casi física por las cosas secretas –intrigas, diplomacia, sociedades secretas, ocultismo (…). Lo que me impresiona sobre todo de estos maestros y sabedores de lo invisible es que, cuando escriben para contarnos o sugerir sus misterios, todos escriben mal. Me ofende el entendimiento que un hombre que sea capaz de dominar al Diablo no sea capaz de dominar la lengua portuguesa”. (pág 429)

Pesimismo vital

EL FARDO DE LA SUBJETIVIDAD
“Me levanto de la silla con un esfuerzo monstruoso, pero tengo la impresión de que me la llevo conmigo, y que es más pesada, porque es la silla de la subjetividad”. (pág 134)

ADULTO DESENCANTADO
“Solo en la oficina, paso revista a mi vida, y lo que veo en ella es como el día que me oprime y me aflige. Me veo niño contento por nada, adolescente que aspira a todo, adulto sin alegría ni aspiración”. (pág 142)

INUTILIDAD DEL HOMBRE
“En verdad, nada altera a nada, y lo que decimos o hacemos roza sólo las cimas de los montes en cuyos valles duermen las cosas”. (pág 150)

HIJASTROS DE DIOS
“Es todo, y le llamamos la nada; pero ni esta tragedia de la negación podemos representarla con aplausos, pues ni de verdad sabemos si no es nada, vegetales de la verdad como de la vida, polvo que tanto está por dentro como por fuera de los cristales, nietos del Destino e hijastros de Dios, que se casó con la Noche Eterna cuando ella enviduó del Caos del que verdaderamente somos hijos”. (pág 161)

PAROXISMO PESIMISTA
“Vivir me parece un error metafísico de la materia, un descuido de la inacción”. (pág 171)

MI MURALLA Y MICRISTAL
“Más terribles que cualquier muralla, he puesto verjas altísimas para demarcar el jardín de mi ser, de modo que, viendo perfectamente a los demás, perfectísimamente los excluyo y mantengo otros”. (pág 243) “Entre mí y la vida hay un cristal tenue. Por más claramente que vea y comprenda la vida, no puedo tocarla”. (pág 313)

ME DESOLO
“Me desolo a seda rota. Me desconozco a luz y tedio”. (pág 272)

EL BOSQUE DEL ALMA
“Por más que me embreñe, todos los atajos de mi sueño van a dar a los claros de la angustia”. (pág 314)

DEFINICIÓN DE LA VIDA
“La vida, para la mayoría de los hombres, es un fastidio pasado sin darse cuenta de él, una cosa triste compuesta con intervalos alegres, algo como los momentos de los chistes que cuentan los veladores de los muertos para pasar el sosiego de la noche y la obligación de velar. Siempre me ha parecido fútil considerar como un valle de lágrimas: es un valle de lágrimas, sí, pero en el que raras veces se llora. Dijo Heine que, después de las grandes tragedias, acabamos siempre por sonarnos la nariz. Como judío, y por tanto universal, vio con claridad la naturaleza universal de la humanidad”. (pág 362)

LA ACCIÓN ES UNA ENFERMEDAD
“La acción es una enfermedad del pensamiento (…). Hacer es exiliarse. Toda acción es incompleta a imperfecta. El poema que sueño no tiene faltas sino cuando intento realizarlo”. (pág 435)

NO SOY PESIMISTA
“Yo no soy pesimista. No me quejo del horror de la vida. Me quejo del horror de la mía”. (pág 327)

La muerte

ADIÓS AL TRAJE
“A mí, cuando veo un muerto, la muerte me parece una partida. El cadáver me produce la impresión de un traje que se ha dejado. Alguien se ha ido y no ha necesitado llevarse ese traje único que vestía”. (pág 383)

LA LIBERTAD DE LA MUERTE
“Nacer libre es la mayor grandeza del hombre, lo que hace al ermitaño superior a los reyes (…). La muerte es una liberación porque morir es no necesitar a otro (…). Por eso ennoblece la muerte, viste de galas desconocidas al pobre cuerpo absurdo. Es que allí está uno libre, aunque no quisiera serlo”. (pág 402)

Fernando Pessoa
Libro del desasosiego (1913-1935)