23 mayo 2012

'Profesor Lazhar': Niños, hoy hablamos de la muerte


LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LABUTACA
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7

Una película con un arranque potente ya nos tiene el corazón robado. Después pasará lo que Dios quiera y el director buenamente pueda, pero al menos nuestra infinita curiosidad de espectadores se habrá lanzado al vuelo desde una buena altura. Aunque sea una altura terrible, como en ‘Profesor Lazhar’, donde la tragedia irrumpe en un mundo infantil. El aula de primaria, reino de la inocencia y los colores pastel, sacudida por el misterio ciego de la muerte.

Sin estridencias, sin morbosidades, con una narración elegante y ligera de palabras, el quebequense Philippe Falardeau pone su cámara frente a la modesta escuela de Montreal conturbada por el terrible acontecimiento. Entre ajetreos y sobresaltos, la obsesión de la comunidad educativa es poner una mano de pintura, redecorar el aula y tapar todo rastro del trauma. Hasta que llega un ángel de la guarda de rasgos árabes.

Bachir Lazhar, con su maleta y su amplia sonrisa argelina, es el visitante inesperado de este mundo perfectamente calculado, políticamente correcto. Si los psicólogos del centro encierran a los niños en una urna de cristal para medicalizar sus angustias y temores, el extraño forastero (Mohamed Fellag) hará todo lo contrario: abrir los ventanales, tratar a sus alumnos como personas sanas e invitarles a hablar despojadamente del Gran Tabú.

Seguramente los adultos ignoran cuánto diálogo franco, cuánta energía interior, cuánto caudal de inquietudes y fabulaciones sobre la muerte esperan a ser desatados en las almas de sus vástagos. Quizá ni sospechan que permitir llorar a un niño puede ser la mejor forma de sanarle. Sin libertad no hay duelo. Y ahí está la conmovedora escena del pequeño Simon (Émilien Néron), rompiendo las cadenas del silencio y la represión en el improvisado mayo del sesenta y ocho de las emociones.

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