13 mayo 2012
‘Margin call': el dream team del desastre
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8,5
En uno de los diálogos más deslumbrantes de ’Margin call’ (2011),
un mefistofélico Jeremy Irons intenta convencer a Kevin Spacey de que no se
preocupe, que “sólo es dinero” y “nada es real”. Certero y desolador. Tranquilo, Sam. Sólo es
dinero. Y el mundo, un gran Monopoly en manos de ludópatas insomnes. Quizá
nunca sepamos con exactitud lo que ocurrió el fatídico 15 de septiembre de
2008, cuando Lehman Brothers entró en quiebra y desató la crisis mundial, pero
la sensacional ‘Margin call’ se antoja un making
off de lo más verosímil.
Especulación y precariedad, despidos ultra-profesionalizados,
apagón moral, individualismo selvático. Todos los pecados del capitalismo decadente concurren en esta torre de Babilonia, frágil
rascacielos del emporio financiero que estaba a punto de desmoronarse mientras
el público miraba abstraído a las Torres Gemelas. Ya podían los superhéroes esperar a
grandes monstruos. Ya podían los neocons aguardar al villano con turbante y
explosivos. El enemigo estaba aquí, silenciosamente, en los despachos de la
gran banca, proyectando ante la pantalla del ordenador sus diseños
potencialmente destructivos.
Y, vaya por dónde, fue el becario quien descubrió el pastel. Zachary
Quinto, con su halo aturdido de Mr Spock (‘Star Trek XI’, 2009), es la perfecta
encarnación de los jóvenes sobradamente preparados, harto mejores y más
inteligentes que sus antecesores, que aterrizan con todo su candor universitario
en el mundo de los vicios adquiridos. En el tinglado de los viejos que han
estado jugando a la ruleta más de la cuenta.
Con gran maestría y dominio del crescendo, el thriller económico de J. C. Chandor nos va llevando
cada vez más arriba, descubriendo las sucesivas muñecas rusas de la
macroempresa, con un escalafón que sube en responsabilidad y estética mafiosa
lo que baja en conocimiento y manejo de lo que está ocurriendo. Zachary Quinto,
Paul Bettany, Kevin Spacey, Simon Baker, Demi Moore y el totémico Jeremy Irons
componen este dream team piramidal, un
retablo de egos soberbiamente interpretados, que se alía con una narración de
hierro y una pasión por el detalle corrosivo: ahí está el ejecutivo agresivo,
corresponsable de la hecatombre mundial, que llora desconsoladamente... por su perro.
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