03 mayo 2012
‘Martha Marcy May Marlene’: quién lo iba a decir
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8
Quién lo iba a decir, pero una película sobre sectas puede
ser bella. Quién lo iba a decir, pero la hermana pequeña de las estomagantes
gemelas Olsen se ha revelado como una actriz deslumbrante. Quién lo iba a decir,
pero un director novel no parece empeñado en exhibir la cola de pavo (el
síndrome del pap ple, como nos decía
un profesor en la facultad de periodismo), sino en bastir un relato elegante y
minimalista, digno de los maestros. Todas estas sorpresas agradables confluyen
en ‘Martha Marcy May Marlene’, uno de esos acontecimientos cósmicos que logra alinear
la dirección, el apartado artístico y el interpretativo en una constelación de
lujo.
La temática amenazaba lo peor. Una joven perdida cae en las
garras de una congregación en medio del bosque, para después escapar e intentar
olvidar. Material inflamable. Pero, a años luz del teledrama cutre que podría
esperarse, Sean Durkin cincela una obra de artesanía, pausada y cuidada
en sus más mínimos detalles, y rehúye cual gato escaldado dos peligros fáciles
como la morbosidad y la estrellitis
hollywoodiense. Todos están en su papel: la primera, Elizabeth Olsen, brillante
y llena de matices, perfectamente empatizada con el sufrimiento y el bloqueo
emocional que atenazan a su personaje. También John Hawkes, el escalofriante
líder de la secta, de mirada torva e inquietantes apariciones. Un villano de
los que se mete en las pesadillas, cual Freddy Krueger que uno no puede
despegarse de la sesera. Impecables los secundarios, esos jóvenes fríos y expeditivos
que alternan sus servidumbres agrarias con espeluznantes atracos nocturnos (ese
puñal). La sensacional fotografía de Jody Lee Lipes hace el resto, con sus
tonalidades oscuras y desaturadas.
Al fin, la película de las cuatro emes deja un poso amargo,
un trágico dilema. ¿Qué es peor, la cárcel del fanatismo, o la libertad infeliz
del apartamento? ¿La frialdad de tu propia familia o la hermandad sectaria,
donde al fin y al cabo uno encuentra su lugar y hasta su nombre? En 'El
Mago de Oz’, Dorothy repetía incansablemente aquello de que “se está mejor en casa que en
ningún sitio”, pero la melancólica Martha Marcy May Marlene, desterrada entre dos mundos, no
parece tenerlo muy claro.
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