28 mayo 2012
Barcelona d'el·lipses i espirals
Ruta per 5 esglésies barroques del Cap i Casal
Joan Pau Inarejos
No són precisament els temples més coneguts de la ciutat; el gòtic i el
modernisme s’emporten de bon tros la majoria dels flaixos. Injustament desterrat
entre l’esplendor medieval i la Renaixença, el barroc barceloní no té gaire
predicament i és poc amic de les guies turístiques. Per no tenir, la majoria d’esglésies
barroques catalanes no tenen places i avingudes àmplies que les honorin (ai,
Roma) i, si n’hi ha, estan sibil·linament apartades, com si busquessin només el
caminant fidel o el viatger militant. Un barroc discret i amagat, sovint
sorprenent, gairebé sempre deutor de les formes romanes, sempre Roma. Signo amb
tots els ets i uts que el gran art del Sis-cents i el Set-cents és l’estil més
urbà i fotogènic, potser el més fondament europeu, on conflueixen les
fantasies individuals i els ideals universalistes, el caprici i el canon, el
rigor cartesià i el misticisme jesuïta, el turment hel·licoidal i l’èxtasi de
les volutes.
1. Sant Sever: el veí ignot de la catedral
1698-1705 | Carrer de Sant Sever, 9-11
El nom del sant ja és prou eloqüent sobre l’aire d’austeritat que envolta
aquesta església del Barri Gòtic. A tocar de la catedral però ben arrecerat del
carril turista, el temple recorda l’antic màrtir i bisbe de Barcelona, que ens
saluda dins d’una fornícula. Els perfils escantellats acusen el pas del temps,
i dos angelets voleiadors amb prou feines amoroseixen la severitat geomètrica del
patró sever per antonomàsia.
2. Sant Felip Neri: l’oasi i la metralla
1721-1752 | Plaça de Sant Felip Neri
Ben a prop de Sant Sever, arribem a aquesta plaça de ressonàncies
italianes. No només pel seu sant titular, el florentí Felip Neri, sinó també
pel malaurat bombardeig de 1938 per part de l’aviació de Mussolini, que va
destruir bona part de l’església i va deixar ferida per sempre la part baixa de
la façana. Com si volguessin mig bressolar-la, les tipuanes, aquests arbres de
fullam lànguid, fan la seva ombra bellugadissa i sembla que plorin sobre les
antigues pedres.
3. Església de Betlem: espirals
salomòniques a la Rambla
1680-1732 | Carrer del Carme, 2 / Rambla, 107
El rètol del carrer del Carme sobresurt entre un mar de rombes. Un poderós
encoixinat revesteix l’entrada a l’església de Betlem, una de les més
corpulentes del barroc barceloní i dissortadament també castigada durant la
guerra. Resguardades carrer endins, com si donessin l’esquena a la munió guiri,
s’alcen quatre magnífiques columnes salomòniques, prefigurant com sempre les
espirals de l’ADN, mentre una imatge de Sant Francesc Xavier, en la intimitat
del martiri, pren en braços un Crist de la mida impossible d’un nadó
crucificat.
4. Basílica de la Mercè: el setial curvilini de
la patrona
1765-1775 | Plaça de la Mercè
Si aquesta marededéu visqués a Roma, casa seva seria una digna germana menor
de San Carlo Alle Quattro Fontane de Borromini o de qualsevol de les façanes
ondulants que guarneixen la ciutat eterna. Però viu en aquesta vora del
Mediterrani, discretament ajaguda rere el port i enfilant la seva túnica colossal
sobre la fressa dels balcons i els enardiments mundans de la Capitania General.
Tres òculs el·líptics ressegueixen la façana: ulls clucs de la patrona que vetllen
la ciutat.
5. Sant Miquel del Port: l'àngel de la Barceloneta
1753-1755 | Carrer de Sant Miquel
L’última escala del barroc barceloní ens porta extramurs de la ciutat
antiga, on ja fa olor de mar. És el primer habitant de la Barceloneta i es diu
Sant Miquel del Port, sorprenent prodigi d’elegància classicista al bell mig
del barri mariner. El temple lluu cargolades volutes i una abrandada imatge de
l’arcàngel, reconstruïda en època moderna, que totes les Pasques granades es
mira amb severitat resignada l’eixam de banderins i l’esclat de gatzara de la
Festa dels Cors.
Documentació: Poblesdecatalunya.cat,
Enciclopèdia Catalana i Viquipèdia
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25 mayo 2012
El alma románica de l’Hospitalet
JOAN PAU INAREJOS
La ciudad de l’Hospitalet ha saltado a los telediarios por una pequeña
audacia: resucitar los frescos románicos en la era del iPad. Ha sido la feliz
ocurrencia del párroco de Santa Eulàlia
de Provençana, un templo construído en obra vista a mediados del
siglo XX, edificio imponente pero carente hasta ahora de un reclamo definitivo. (Paréntesis personal: esta iglesia parecía buscarme de modo sibilino,
ya que cada madrugada vengo pasando a su vera con el autobús, y sus dos altos
campanarios, insólitamente mayestáticos en medio del yermo del extrarradio,
habían despertado mi curiosidad somnolienta).
Al parecer, los fantásticos grafitis del artista urbano Rudi y su ayudante
House ya han llamado la atención de otras parroquias. No es de extrañar. El
último siglo nos ha dejado huérfanos de arte religioso, y la plástica del
románico catalán, con su primitiva expresividad y su rotundidad cromática,
pedía a gritos un revival
moderno en los mismos lugares donde fue concebida: en los muros de las
iglesias. Que esto se haya hecho con aerosoles y por artistas totalmente ajenos
al arte medieval es el mejor guiño que podía lanzarnos la historia.
La Virgen hierática, los personajes agrupados en formas piramidales, las
franjas de color del fondo, la lína poderosa, los ribetes geometrizantes
rodeando la escena… podríamos estar ante la mismísima Santa María de Taüll, pero
acaso estamos ante su versión pop y metropolitana, si es que la milenaria pintura
pirenaica necesita de tuneos para demostrar su estricta vigencia contemporánea.
Si hacemos un zoom, a los pies de la figura de Santa Eulàlia se puede apreciar el dibujo de una pequeña
ermita, y ésa es la joya inesperada que aguarda a los peregrinos de la flamante
meca grafitera.
En efecto, tras la mole de la iglesia nueva, discretamente y casi
desapercibida, yace la verdadera ermita de Santa Eulàlia (siglo XII), ésta sí
de genuinos perfiles románicos con su modesta portada y su breve campanario de
espadaña. Semejantes edificaciones originales se llevan menos flashes que sus
hermanas mayores, más aún cuando éstas pujan por controlar el skyline de la ciudad, pero, amigo caminante, qué mayor
placer que descubrir tesoros por la puerta de atrás y en la intimidad de los
rincones.
Menos suerte ha corrido el otro vestigio del románico en l’Hospitalet, la ermita de Bellvitge. Ésta no ha quedado
oculta por otra iglesia, sino directamente cercada por una manada de ciclópeos
bloques de pisos. Su menudez de piedra dialoga a la fuerza con las vastas
fachadas de hormigón del barrio obrero, invasoras de aquel campo medieval donde
a los viajeros barceloneses se les deseaba un bell viatge, según reza una teoría etimológica tan hermosa como
improbable (pues todo indica que Bellvitge
no sería más que un blanqueo del antiguo Malvitge,
nombre agorero de una masía del lugar). El pequeño santuario contempla imperturbable a
los gigantes de su entorno, incluída la Torre Hesperia de Richard Rogers, de
marciana fealdad, o el lejano hospital de Bellvitge, donde la cura de cuerpos
se ha convertido en cosa de santos.
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23 mayo 2012
'Profesor Lazhar': Niños, hoy hablamos de la muerte
LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE
CINE: LABUTACA
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7
Una película con un arranque potente ya nos tiene el corazón robado.
Después pasará lo que Dios quiera y el director buenamente pueda, pero al menos nuestra
infinita curiosidad de espectadores se habrá lanzado al vuelo desde una buena
altura. Aunque sea una altura terrible, como en ‘Profesor Lazhar’, donde la
tragedia irrumpe en un mundo infantil. El aula de primaria, reino de la
inocencia y los colores pastel, sacudida por el misterio ciego de la muerte.
Sin estridencias, sin morbosidades, con una narración elegante y ligera de
palabras, el quebequense Philippe Falardeau pone su cámara frente a la modesta escuela
de Montreal conturbada por el terrible acontecimiento. Entre ajetreos y sobresaltos, la obsesión de la
comunidad educativa es poner una mano de pintura, redecorar el aula y tapar
todo rastro del trauma. Hasta que llega un ángel de la guarda de rasgos árabes.
Bachir Lazhar, con su maleta y su amplia sonrisa argelina, es el visitante
inesperado de este mundo perfectamente calculado, políticamente correcto. Si
los psicólogos del centro encierran a los niños en una urna de cristal para
medicalizar sus angustias y temores, el extraño forastero (Mohamed Fellag) hará todo lo contrario: abrir los ventanales, tratar a sus alumnos como personas sanas e invitarles a hablar despojadamente
del Gran Tabú.
Seguramente los adultos ignoran cuánto diálogo franco, cuánta energía
interior, cuánto caudal de inquietudes y fabulaciones sobre la muerte esperan a
ser desatados en las almas de sus vástagos. Quizá ni sospechan que permitir
llorar a un niño puede ser la mejor forma de sanarle. Sin libertad no hay
duelo. Y ahí está la conmovedora escena del pequeño Simon (Émilien Néron),
rompiendo las cadenas del silencio y la represión en el improvisado mayo del
sesenta y ocho de las emociones.
21 mayo 2012
Un poeta en el Banco de España
Joan Pau Inarejos
Bécker puede gobernar el Banco de España. Lo dice el periódico ‘Ara’.
Entre el baile de nombres para relevar a Miguel Ángel Fernández Ordóñez
–conocido por el burdo acrónimo de ‘Mafo’- suena un apellido mucho más musical
y evocador de lo que solíamos oír. Fernando Bécker. Así se llama un directivo de Iberdrola y sus grafías traen ineludiblemente a la memoria la estampa del insigne trovador sevillano, aquél con la noble Q de quilate, por mucho que La Oreja de Van
Gogh considerase el encuentro de la lírica y las finanzas como la mayor
paradoja posible (“Igual que el poeta que decide trabajar en un banco / sería
posible que yo en el peor de los casos / le hiciera una llave de judo a mi
pobre corazón”). Si de veras creyéramos en el poder de las palabras, nunca
dejaríamos el órgano supervisor de la banca en manos de alguien que se apellida
Páramo –José Manuel González ídem, el otro aspirante-, y tendríamos pocas dudas
a la hora de optar por la floración romántica que promete este Bécker de
raigambre germana, antídoto primaveral contra las travesías por el desierto.
Habituado a la sintaxis de las energías renovables en su vergel de Iberdrola,
Bécker podría decirnos: “Hoy la tierra y los cielos me sonríen / hoy llega al
fondo de mi alma el Sol, / hoy la he visto… y la liquidez me ha mirado… / ¡hoy
creo en Guindos!”. O, para no divinizar más de la cuenta al ministro de
Economía, lo propio sería que el heredero de Gustavo Adolfo nos susurrase al
oído, sencillamente: “Volverán los oscuros beneficios / en tu saldo sus euros a
dejar”.
FOTO: famoso retrato de Bécquer pintado por su hermano Valeriano
19 mayo 2012
Vuelve el arte povera
Un bebé haciendo
carantoñas puede ser el líder de audiencia mundial. Un perro replicando con
aullidos a las llamadas de su amo puede sumar más millones de espectadores que
la marca comercial de mayor relumbrón. ¿Qué ha ocurrido? Àngel Quintana (‘Después del cine’)
nos da una respuesta atinada: los espectadores somos cada vez más
agnósticos de la imagen, y nos hemos alejado de los grandes relatos audiovisuales
prefabricados para interesarnos por las “pequeñas verdades” subjetivas, a
menudo banales y deslavazadas, que nos brindan nuestros iguales. Curiosamente,
el gran público se ha reconciliado con aquellos vanguardistas que propugnaban alejarse de la pinacoteca para atender a las imágenes fortuítas (objet trouvé) o a los materiales de desecho (arte povera) que podían conectar mucho más con la experiencia
humana real.
Àngel Quintana
Al público le han dejado de interesar las grandes verdades, pero en cambio
se ha sentido atraído por las pequeñas verdades subjetivas, por la experiencia
de los demás y por la posibilidad de convertir la propia existencia en una
experiencia compartida desde los blogs hasta las
redes sociales. Los medios de comunicación partían de una serie de formatos de
calidad homologable para definir qué tipo de imágenes tenían calidad suficiente
para ser emitidas. Estas imágenes nobles –filmaciones en 35 mm y 16 mm en
celuloide, betacam o cintas U-Matic de alta calidad vídeo- eran las que
acababan en los archivos (…) para ser conservadas como documento histórico para
la posteridad. En cambio, las imágenes domésticas –súper 8, 8mm, registros en
VHS, Betamax o High 8- eran consideradas como un subformato, imágenes innobles
para uso estrictamente personal o para circuitos amateurs (…). [Pero ahora]
estas imágenes son las que pueblan YouTube, las que la gente coloca en Facebook
para compartir sus experiencias con su red de amigos o para romper las barreras
de su privacidad.
Después del cine (2012)
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Capital erótico
Joan Pau Inarejos
Una lástima. Lo que
prometía ser la exposición de una tesis certera y poco estudiada (el capital erótico como una
clave social básica) resulta ser una apología impresentable de la prostitución
femenina. El evidente componente corporal, sensual y erótico de las relaciones
sociales y económicas merecía un análisis mucho más fino y transversal que el
que nos propone el célebre ensayo de la socióloga Catherine Hakim, que apenas
va más allá del elogio de las armas de
mujer, y cuyas páginas rezuman un pringoso femi-machismo de clase alta.
Pese a todo, se
pueden coger con pinzas algunas reflexiones más o menos acertadas como ésta:
Catherine Hakim
La teoría feminista establece a menudo una dicotomía falsa: o se valora a
las mujeres por su capital humano (inteligencia, educación, experiencia laboral
y dedicación a su carrera), o se las valora por su capital erótico (belleza,
elegancia física, estilo de vestir, gracia y encanto). No se alienta a las
mujeres a hacer ambas cosas (…). El feminismo puritano anglosajón se siente
profundamente a disgusto con la sexualidad y la enmarca en una perspectiva de
un negativismo implacable. El concepto de capital erótico le resulta, por
tanto, antipático, y no concibe que pueda ser una baza para las mujeres, no una
trampa en que la esclava se pone voluntariamente las cadenas.
Capital erótico (2011)
18 mayo 2012
Els “conversadors” grecs
Joan Pau Inarejos
Hi ha lapsus que sonen a utopia. Aquesta matinada, en el caliu del
directe, a l’emissora Catalunya Informació han dit que “els conversadors [sic]
grecs” encapçalen el parlament més efímer de la història del país (després han
corregit: “els conservadors”). Els conversadors. Quina imatge tan comfortadora.
En plena voràgine dels mercats, en plena duresa metàl·lica de la política,
arriben els conversadors. Hissant la paraula, com els filòsofs de Rafael quan
davallen les escales de l’Acadèmia. És el mateix equívoc feliç que produeixen
les notícies quan parlen de “manifestacions a la plaça Syntagma”, evocadora de formes gramàtiques arborescents,
malgrat que signifiqui senzillament “plaça de la Constitució”. O el camió que
passa fugaç per un carrer d’Atenes, amb el rètol metàfora (μεταφορά), tot recordant que els usuaris de la figura literària més
sublim no són més que transportistes de la paraula. Gent que dialoga amb l’ànima
dels mots. Conversadors grecs.
17 mayo 2012
"Soy el que siempre ha estado aquí"
Joan Pau Inarejos
He tenido un sueño de los que no se tienen todas las noches, y debería
decir que afortunadamente. Sumido en la duermevela, he experimentodo un falso
despertar y he aquí que veo frente a mí a un hombre monstruoso y taciturno. El extraño ser
está sentado en una butaca, cabizbajo, y su silueta apenas se adivina en la
oscuridad del cuarto. Tiene la piel verde y rugosa, como un cruce de Hulk y
Freddy Krueger, y se diría que vigila mi sueño, cual resignado celador, aunque él
mismo parece poseído por una leve somnolencia. Sobresaltado, tomo la palabra:
-
¿Quién eres?
Responde el hombre monstruoso:
-
Soy el que siempre ha
estado aquí.
Entonces se levanta pesadamente, resignadamente, y se dirige al baño.
Dispuesto a que el asunto no termine así, le pregunto si tiene propósitos
malvados o quiere infligirme daño alguno. Desde el pasillo, parece musitar que
no, aunque no se oye bien. Sólo deja su sentencia. Siempre he estado aquí. Como
la zarza chulesca de Moisés, que decía yo soy el que soy. Curioso como el
guionista de nuestro subconsciente redacta frases tan breves y lapidarias.
Acudo a la literatura onírica, siempre tranquilizadora, donde se habla
profusamente de los visitantes de
dormitorio. Se trata de un tipo de alucinación hipnagógica (entre la
vigilia y el sueño) que ha estado presente en todas las épocas hasta dar pábulo
a un sinfín de hipótesis sobre posesiones malignas o abducciones
extraterrestres. A veces son sombras, a veces demonios sexuales (los íncubos y
súcubos) y en otras ocasiones lucen aspecto alienígena.
Si es así, estoy dispuesto a alquilarles mi habitación de vez en cuando, pero,
¿siempre ha estado aquí? Eso tengo
que aclararlo.
15 mayo 2012
Sentencia del caso ‘Sombras tenebrosas’
En la ciudad de
Sant Boi de Llobregat, a quince de mayo de dos mil doce.
Visto por este espectador en los cines Filmax Gran Via de l’Hospitalet de Llobregat, Sala Tercera, sesión de las 17 horas constituída para la proyección de ‘Sombras tenebrosas’ de D. Tim Burton, en el Tribunal de Mi Casa (TMC) se dicta la presente sentencia.
FUNDAMENTOS DE HECHO
PRIMERO.- D. Tim Burton ha colocado en el
mercado cinematográfico lo que algunos de sus abogados defensores llaman un
nuevo producto del género “gótico-pop”, por octava vez con la cooperación
necesaria de D. Jonny Depp, caracterizado éste como un vampiro inglés que
despierta en la década de 1970.
SEGUNDO.-
Este tribunal estima el ingenio y potencia visual de la parte introductoria,
que transita talentosamente del terror a la comedia del extrañamiento. Para
muestra, la escena del suicidio doble en el acantilado, o el tropiezo del
vampiro Barnabas con una gran señal luminosa de McDonalds, a la que cree una
encarnación del mal, cual pálido Quijote ante los molinos gigantescos (se
adjuntan en la sentencia).
TERCERO.-
Sin embargo, los esfuerzos de D. Tim Burton por dar coherencia al producto
resultan pavorosamente fallidos, toda vez que a) comete una malversación de
fondos fílmicos diversos, desde la serie televisiva originaria hasta los
tópicos más repetidos de las películas de fantasmas, pasando por títulos como
‘Los otros’ o ‘La familia Adams’ (de la que parece un remedo a destiempo) y b)
comete un nuevo y descarado autoplagio, vampirizando sus propios derechos de
autor y renunciando a ir más allá de sus insistentes marcas estilísticas, conocidas
bajo el epígrafe de Timo Burton en numerosos
documentos no oficiales.
CUARTO.-
Este tribunal considera que el tropel de referencias y pretensiones de ‘Sombras
tenebrosas’ está pésimamente encauzado, abre muchos frentes que olvida
desarrollar (traumas infantiles, historia de amor, comedia familiar, homenaje
al terror clásico, guiño vintage a los años setenta) y desemboca en un clímax ridículo
y disonante, como una orquesta donde todos los instrumentos quisieran sonar a
la vez (metáfora sugerida por una secretaria del tribunal que estudia solfeo).
FUNDAMENTOS DE
DERECHO
ÚNICO.-
Según figura en la jurisprudencia, el acusado ya fue condenado a decapitación
por el caso ‘Alicia’ y desde entonces se constata que no ha vuelto a levantar
cabeza.
FALLO
Debemos CONDENAR Y CONDENAMOS a D. Timo Burton en concepto de autor responsable de un delito continuado de exceso y autoimitación, a la pena de reclusión en el sarcófago, del que sólo podrá salir cuando se le vuelva a ocurrir una buena película.
Así
por esta sentencia lo pronuncia, manda y firma este modesto espectador
desde el Tribunal de Su Casa (TSC).
14 mayo 2012
‘Winter’s bone’ (2010): la feminidad heroica
Nota: 7
Lo dicen los libros de historia. Mientras los hombres se acribillaban en las grandes guerras mundiales, las mujeres sostenían la economía con abnegada eficacia. Hay un talante femenino que atraviesa todas las épocas y que poco tiene que ver con las idealizaciones de cuño masculino. No la dama de la cultura cortés, no el eterno femenino de los románticos, no la musa ni la diva, sino la mujer que se arremanga y soluciona los peores entuertos mientras el cromosoma XY está de siesta narcisista. Judith cortando la cabeza de Holofernes en el cuadro de Artemisia Gentileschi. Poco poético, pero rápido y expeditivo.
Vaya si se arremanga Jennifer Lawrence, sola ante el peligro en esta América profunda y miserable que retrata con crudeza el drama de Debra Granik. Aunque sus 17 años y angelicales facciones pudieran engañar, la joven Ree Dolly es lo menos parecido a una muñeca de porcelana. En busca de un padre prófugo para salvar la casa de sus hermanos pequeños, la protagonista no dudará en meterse en la boca del lobo de los clanes narcotraficantes, rompiéndose literalmente la cara y bregando con todo tipo de alimañas humanas. Apenas las melodías del banjo, cálidas y coriáceas notas del sur, humanizan esta odisea por los paisajes del crimen, filmada con toda la elegancia y fealdad que la ocasión requería.
Enfrentada a un soberbio John Hawkes –que también estremece lo suyo en ‘Marta Marcy May Marlene’-, Lawrence saca lo mejor de su contenida rabia adolescente y, a pesar de lo descompasado y tedioso de algunos tramos de la película, demuestra que estamos ante un talento inusual, por muchos ‘Juegos del Hambre’ que vengan a vulgarizar su estampa de chica mona. Larga vida a las heroínas de carne y hueso, y para cuándo una estatua a los ovarios bien puestos.
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13 mayo 2012
‘Margin call': el dream team del desastre
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8,5
En uno de los diálogos más deslumbrantes de ’Margin call’ (2011),
un mefistofélico Jeremy Irons intenta convencer a Kevin Spacey de que no se
preocupe, que “sólo es dinero” y “nada es real”. Certero y desolador. Tranquilo, Sam. Sólo es
dinero. Y el mundo, un gran Monopoly en manos de ludópatas insomnes. Quizá
nunca sepamos con exactitud lo que ocurrió el fatídico 15 de septiembre de
2008, cuando Lehman Brothers entró en quiebra y desató la crisis mundial, pero
la sensacional ‘Margin call’ se antoja un making
off de lo más verosímil.
Especulación y precariedad, despidos ultra-profesionalizados,
apagón moral, individualismo selvático. Todos los pecados del capitalismo decadente concurren en esta torre de Babilonia, frágil
rascacielos del emporio financiero que estaba a punto de desmoronarse mientras
el público miraba abstraído a las Torres Gemelas. Ya podían los superhéroes esperar a
grandes monstruos. Ya podían los neocons aguardar al villano con turbante y
explosivos. El enemigo estaba aquí, silenciosamente, en los despachos de la
gran banca, proyectando ante la pantalla del ordenador sus diseños
potencialmente destructivos.
Y, vaya por dónde, fue el becario quien descubrió el pastel. Zachary
Quinto, con su halo aturdido de Mr Spock (‘Star Trek XI’, 2009), es la perfecta
encarnación de los jóvenes sobradamente preparados, harto mejores y más
inteligentes que sus antecesores, que aterrizan con todo su candor universitario
en el mundo de los vicios adquiridos. En el tinglado de los viejos que han
estado jugando a la ruleta más de la cuenta.
Con gran maestría y dominio del crescendo, el thriller económico de J. C. Chandor nos va llevando
cada vez más arriba, descubriendo las sucesivas muñecas rusas de la
macroempresa, con un escalafón que sube en responsabilidad y estética mafiosa
lo que baja en conocimiento y manejo de lo que está ocurriendo. Zachary Quinto,
Paul Bettany, Kevin Spacey, Simon Baker, Demi Moore y el totémico Jeremy Irons
componen este dream team piramidal, un
retablo de egos soberbiamente interpretados, que se alía con una narración de
hierro y una pasión por el detalle corrosivo: ahí está el ejecutivo agresivo,
corresponsable de la hecatombre mundial, que llora desconsoladamente... por su perro.
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09 mayo 2012
Cuando la banca toca la lira de Nerón
Joan Pau Inarejos
Este es el cuadro: mientras cunde la angustia en hogares y empresas, la publicidad bancaria insiste con un mundo de ventanas, sonrisas de bebés y jóvenes idealistas. El dinero no llega a ninguna parte, pero de todas partes salen suaves voces en off que nos hablan de un futuro dorado. Cuántos anuncios nos erizan el vello, cuántas bandas sonoras tocan nuestra fibra más humanista, hasta que aparece el logotipo financiero, como un puñetazo en el ojo, y nos amarga el día. En este concierto de lira de Nerón, un hilo musical non stop, no faltan las notas del BBVA, que nos conmina a ir “adelante” sin que sepamos exactamente adónde. O CatalunyaCaixa, que, a punto de ser absorbida por una gran entidad española -o eso dicen-, nos deleita con un muestrario sentimental de la catalanidad y termina halagando nuestro carácter estalviador, como una despedida encubierta a lo Verdaguer (“dolça Catalunya, qui de tu s’allunya, d’insolvència es mor”). Por no citar el Banc Sabadell, que vende experiencias vitales en blanco y negro para colar hipotecas 2.0. Pero el colmo de la publicidad engañosa lo ha perpetrado Bankia, que hasta ayer seguía proclamando aquello de “Hemos abierto una cuenta al futuro”. Una frase bella y sugerente, escrita entre los mostradores que Rodrigo Rato pintó de verde lima. Lástima que, afuera, el futuro se había quedado en el paro.
08 mayo 2012
‘Los Vengadores’: en busca del guion perdido
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 4
Lo más humillante para un superhéroe es aburrir. No hay nada
tan lastimoso como ver a un salvador del mundo, enfundado en su traje elástico,
rematando la función sin haber entretenido al personal. Llevar capa es mucha
responsabilidad. Y arrastrarla, un
pecado. Mandamientos aún más preceptivos cuando se trataba del anunciado dream team de la Marvel, una coalición
galáctica entre el Capitán América, Hulk, Iron Man, Thor y la Viuda
Negra, unidos contra un dictador marciano. El cartel ya olía a palomitas.
Pero el paisaje tras la batalla es desolador. Entre las
ruinas de estos ciento cuarenta minutos (ojalá Angela Merkel tuviera
competencias en Hollywood para recortar metrajes) sólo se mantiene en pie el
gran Robert Downey Junior. Nuestro Iron Man, gozosamente golfo y viperino, metálico
álter ego de Sherlock Holmes, parece el único portador de vida inteligente. El
resto son figurantes de un guion que quiere estar en misa y repicando, pues pretende ser un vibrante macroespectáculo a la vez que una divertida autoparodia y no consigue ninguna de las dos cosas. Un fracaso talla XXL.
Algunos andan con cara de tontos, como Chris Evans (Capitán
América) o el inefable Chris Hemsworth (Thor), que parecen salidos de una
fiesta de disfraces en un centro de culturismo -no confundir con centro
cultural- con barra libre de anabolizantes. Otros, como Jeremy Rehner o el
bueno de Samuel L. Jackson (ay) se han dejado secuestrar por guionistas con
mentes de destrucción masiva. A Scarlett Johansson (Viuda Negra), ya
pueden ponerle todo el maquillaje dramático que quieran, que aquí es puro mobiliario
sexual. Y Mark Ruffalo (la Masa) apenas pone el punto entrañable con sus
mamporros a destiempo.
Si nos tienen que salvar Los Aburridores de Joss Whedon, casi
mejor que se acabe el mundo. Igual será más divertido.
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05 mayo 2012
Nos hiciste llorar sin afligirnos
Joan Pau Inarejos
En una de sus breves y deliciosas pesquisas de detective cultural, como
gusta de presentarse José Antonio Marina (suplemento ‘Es’ de La Vanguardia,
5/5/2012), el autor lamenta la “mala reputación” que padecen las verduras en el
diccionario, una “campaña de denigración lingüística” que nos impele a dar calazabas, a ver como patatas las cosas que no funcionan o a importarnos
todo un comino o, en su defecto, un rábano. Dice el filósofo que “ha llegado
la hora de limpiar el honor” de las pobres verduras, víctimas de una asociación
clasista con la miseria y con la obscenidad, y sin embargo tan bellas y ricas en
vitaminas. Sin olvidar, añadiríamos nosotros, su gran cordialidad y discreción
en nuestras entrañas, frente al revanchismo de las carnes, frituras y salsas
que, con sus indigestiones camorristas, jamás nos perdonan haberlas comido.
Y para promover esta rehabilitación moral, qué mejor que acudir a la
poesía. Pablo Neruda, como recuerda Marina, fue el único que se acordó de las
humildes hortalizas. Como la alcachofa, con quien tengo algo personal por mi
doble condición de samboyano y de periodista (Sant Boi, tierra de confines
agrarios; la radio, sembrada de micrófonos que reciben este apodo verdulero). El
genio chileno quiere verles un deje castrense: “La alcachofa / de dulce
corazón,/ se vistió de guerrero (…) / y
un día / una con otra / en grandes cestos / de mimbre, caminó / por el mercado
/ a realizar su sueño: / la milicia. / En hileras / nunca fue tan marcial /
como en la feria".
Tampoco olvida Neruda a sus compañeras de huerto: “En el subsuelo / durmió la zanahoria / de bigotes rojos, / la col / se
dedicó / a probarse faldas, / el orégano a perfumar el mundo”. Y capítulo
aparte para la incomparable cebolla, con su piel redonda, intrincada y
cristalina. Para ella tiene el poeta una de las loas más hermosas que se pueden
dedicar: “Nos hiciste llorar sin afligirnos”.
03 mayo 2012
‘Martha Marcy May Marlene’: quién lo iba a decir
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8
Quién lo iba a decir, pero una película sobre sectas puede
ser bella. Quién lo iba a decir, pero la hermana pequeña de las estomagantes
gemelas Olsen se ha revelado como una actriz deslumbrante. Quién lo iba a decir,
pero un director novel no parece empeñado en exhibir la cola de pavo (el
síndrome del pap ple, como nos decía
un profesor en la facultad de periodismo), sino en bastir un relato elegante y
minimalista, digno de los maestros. Todas estas sorpresas agradables confluyen
en ‘Martha Marcy May Marlene’, uno de esos acontecimientos cósmicos que logra alinear
la dirección, el apartado artístico y el interpretativo en una constelación de
lujo.
La temática amenazaba lo peor. Una joven perdida cae en las
garras de una congregación en medio del bosque, para después escapar e intentar
olvidar. Material inflamable. Pero, a años luz del teledrama cutre que podría
esperarse, Sean Durkin cincela una obra de artesanía, pausada y cuidada
en sus más mínimos detalles, y rehúye cual gato escaldado dos peligros fáciles
como la morbosidad y la estrellitis
hollywoodiense. Todos están en su papel: la primera, Elizabeth Olsen, brillante
y llena de matices, perfectamente empatizada con el sufrimiento y el bloqueo
emocional que atenazan a su personaje. También John Hawkes, el escalofriante
líder de la secta, de mirada torva e inquietantes apariciones. Un villano de
los que se mete en las pesadillas, cual Freddy Krueger que uno no puede
despegarse de la sesera. Impecables los secundarios, esos jóvenes fríos y expeditivos
que alternan sus servidumbres agrarias con espeluznantes atracos nocturnos (ese
puñal). La sensacional fotografía de Jody Lee Lipes hace el resto, con sus
tonalidades oscuras y desaturadas.
Al fin, la película de las cuatro emes deja un poso amargo,
un trágico dilema. ¿Qué es peor, la cárcel del fanatismo, o la libertad infeliz
del apartamento? ¿La frialdad de tu propia familia o la hermandad sectaria,
donde al fin y al cabo uno encuentra su lugar y hasta su nombre? En 'El
Mago de Oz’, Dorothy repetía incansablemente aquello de que “se está mejor en casa que en
ningún sitio”, pero la melancólica Martha Marcy May Marlene, desterrada entre dos mundos, no
parece tenerlo muy claro.
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02 mayo 2012
Santos del pueblo
Joan Pau Inarejos
Guardados en el trastero, agazapados en la recámara, inquietantes
seres inertes, como los juguetes de ‘Toy story’ cuando fingían ser chismes inanimados
en el cuarto de Andy. Así se nos presentan los ‘Santos del pueblo’ de José
Gutiérrez Solana, pintor cántabro que nos dejó en 1929 esta singular escena de
imaginería, recientemente expuesta en el Museu d’Art de Cerdanyola y actualmente
en manos de la Fundación Mapfre.
La humilde composición, con su desordenada retahíla de
figuras barrocas, hereda una de las más genuinas especialidades del arte español:
ensalzar lo feo, atender a lo deforme, escarbar en la hojarasca de las cosas
prosaicas para extraer de ellas una ironía oscura o una belleza terrosa. Ahí
están los bufones de Velázquez, mirándonos en los pasillos de El Prado. O las pinturas
negras de Goya, con sus peleles y sus viejos comiendo sopa. O el ‘Botero’ de
Zuloaga, contemporáneo de Gutiérrez Solana, un enano cejijunto a quien Unamuno consideraba,
quizá con cierta sorna, como un místico encubierto (“Si vieras qué filósofo… ¡no
dice nada!”). La plástica hispánica ama lo concreto y recortado: “no nacieron aquí los mundos
difuminados en niebla, de hadas y gnomos”, por citar de nuevo al castizo
y clarividente Unamuno.
Gutiérrez Solana escarnece la España negra a la vez que hace
un tácito homenaje al arte religioso folclórico: estos santos del pueblo, vistos
con el ojo naturalista del pintor, entran en la categoría de objetos pop, y
rezuman el discreto encanto de los pongos (recuérdese, esas figuras de dudoso
gusto que acostumbran a regalarte por compromiso y sobre las cuales te
preguntas: ¿Y esto donde lo pongo?). A un servidor le gustaría salir de la recámara de la
parroquia e imaginar que los Santos del
pueblo cobran vida y se ponen a reñir como Woody, Buzz Lightyear y el Señor Patata.
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