SLAVOW ZIZEK
"Renunciando al control de Jerusalén, ambas partes no perderían, sino que ganarían la ciudad como lugar sagrado genuinamente extra-político"
La única fidelidad verdadera a la memoria del Holocausto está en reconocer la injusticia cometida contra los palestinos; cualquier justificación de la actual política israelí a través de referencias al Holocausto es la peor traición ética posible. ¿Es por tanto fácil contestar a la gran pregunta, la de cuál sería el verdadero acto ético-político radical en Oriente Medio hoy día? Tanto para los israelíes como para los árabes, consistiría en el gesto de renunciar al control (político) de Jerusalén: esto es, el de apoyar la transformación de la Ciudad Antigua de Jerusalén en un lugar de culto extraestatal controlado (temporalmente) por una fuerza neutral internacional.
Lo que ambos lados deberían aceptar es que, al renunciar al control político de Jerusalén realmente no estarían renunciando a nada: estarían ganando que Jerusalén se convirtiera en un lugar sagrado genuinamente extra-político. Lo que perderían es, única y exactamente, lo que de antemano, en sí, merece perderse: el reducir la religión a una ficha con la que negociar en conflictos de poder político.
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