13 julio 2012
Servicios funerarios y otros espectáculos
Joan Pau Inarejos
La frase no es mía. La ha pronunciado en el fragor del directo la voz más
nasal de la crisis económica, la del Excelentísimo ministro Cristóbal Montoro.
Andaba el gerente mayor de la Hacienda española inventariando los productos
afectados por la subida del IVA cuando ha dicho, y Twitter me ayuda en la
literalidad: “peluquería, estética, discotecas, teatros, circos, servicios funerarios y
otros espectáculos”. El avispado jienense ya dio cuenta de su creatividad enumerativa
cuando habló de los “pitos, flautas, flautas, pitos”, composición de bella
simetría para despachar los debates considerados como superfluos, pero, esta
vez, el verbo florido del ministro ha sido revelador. El gobierno considera que
morirse es un espectáculo.
Queda claro que habíamos muerto por encima de nuestras posibilidades, y
estaba cantado que, a los cuatro chavos que cobran las funerarias por sus números
ambulantes, tarde o temprano habría que añadir una pequeña donación, como quien
deja propina tras haber degustado un menú suculento. Sin embargo, produce un escalofrío inevitable
que todo un ministro hable sin tapujos del espectáculo de la muerte. Por un
momento, Montoro parecía un Torquemada burocrático, sonriendo mefistofélico entre
sus papeles mientras arden en la plaza pública las hordas de brujas y herejes. O
el César de turno, asistiendo displicente a las carnicerías de gladiadores en
plena decadencia del imperio europeo, perdón, romano. “Y otros espectáculos”. A
partir de ahora, si alguien titubea en su intención de morir cuando le toca,
cualquier hombre de negro de la Moncloa, a ritmo del añorado Freddy Mercury,
podrá recordarle aquello de Show must go
on.
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