20 enero 2012
EL HOMBRE DOLIENTE
Viktor Frankl
El hombre
doliente. Fundamentos antropológicos de la psicoterapia
EL MÉDICO NO DEBE FILOSOFAR, SINO OPERAR
“Cuanto
más se entregue el médico a su labor, será mejor instrumento de la gracia, más
obrará la providencia a través de él”
No debemos preocuparnos del efecto, sino de la intención. La
intención es nuestra; el efecto es de Dios. Apenas cabe prever el efecto que su
providencia dará a nuestra intención. Cada cual debe cumplir su deber según su
leal saber y entender: es lo único que procede. Es un error empeñarse en
escrutar la providencia.
Cuando un médico receta u opera, no debe pensar ni en la
gracia ni en la providencia, no debe preguntar si es instrumento de la gracia y
si está al servicio de la providencia, sino que se ha de concentrar en la
receta y en la operación. Cuanto más se entregue a su labor, será mejor
instrumento de la gracia, más obrará la providencia a través de él” (1949).
RELIGIÓN Y CONFESIÓN SE NECESITAN
“La sangre sin venas se derrama; las venas sin
sangre se esclerotizan”
El entusiasmo religioso tiende a perderse en lo nebuloso, a
diluirse en lo vago, a desvanecerse en lo indefinido (…). La tradición
confesional se ve amenazada, a la inversa, por la rigidez y el agotamiento
cuando pierde pulso existencial (…): La sangre sin venas se derrama; las venas
sin sangre se esclerotizan (1949).
LA ORACIÓN
“La oración es el único acto que hace presente
a Dios como un tú, y no hay que menospreciar que la desgracia enseñe a rezar:
las ruinas hacen levantar la mirada al cielo”
¿Quién es capaz de respetar a Dios como un tú? La oración:
es el único acto del espíritu humano que puede hacer presente a Dios como un
tú. La oración presentiza, concreta y personifica a Dios como un tú. Tal es el aporte
de la oración en su sentido más amplio, que no incluye sólo la plegaria sin
sonido, sino incluso sin palabras: como hay canciones sin palabras, hay también
oraciones sin palabras, y como aquéllas son las más hermosas, éstas pueden ser
las más religiosas.
Por lo demás, no hay por qué menospreciar el hecho de que “la
desgracia enseñe a rezar” (…). Yo prefiero la religión que se profesa cuando a
uno le van mal las cosas (en los Estados Unidos se llama la ‘Fox Hole Religion’)
a la religión que sólo se profesa cuando le va bien (yo la llamaría ‘Business
Men Religion’). Como ocurre tantas veces, las ruinas hacen levantar la mirada
al cielo (1949).
DEFINICIÓN DE POLÍTICA
“La política ya no es la medicina, sino la
psiquiatría a gran escala”
El patólogo alemán Virchow formuló esta frase: “La política
no es sino la medicina a gran escala”. El espectáculo político de nuestra época
aconseja variar la frase: la política es psiquiatría a gran escala (1949).
LA PERSONA TRAS LA PSIQUE
“Si la persona no queda intacta en la ruina
psicofísica, ¿a quién puede ir dirigido el psiquiatra? ‘No te dejo hasta que
llegues a ser tú mismo’”
Si detrás del desarreglo psicótico no estuviera la persona,
aunque condenada a la impotencia expresiva e instrumental, si el elemento
psicofísico, además de trastornos a la persona, pudiese destruirla, no valdría
la pena ser psiquiatra. En efecto, si la persona no queda intacta en la ruina
psicofísica, si es ella la afectada por la enfermedad, ¿a quién puede ir
dirigida nuestra acción médica? Sólo vale la pena ser psiquiatra mientras
podamos serlo, no para el organismo psicofísico, sino para la persona que
aguarda a ser liberada, a que nosotros la ayudemos a superar el obstáculo
psicofísico (…). Quizá sea éste el santo y seña de toda psicoterapia: “no te
dejo hasta que llegues a ser tú mismo” (1949).
CONTRA EL PSICOLOGISMO
“Para el psicologismo, Bernardette es una
histérica, Mahoma un epiléptico y Jesús un paranoico”
El método del psicologismo se caracteriza por una
proyección: el psicologismo proyecta todo fenómeno desde el “espacio”
espiritual al “plano” de lo psíquico (…): las visiones de una Bernardette no
difieren ya de las alucinaciones de una apacible histérica, y tanto Mahoma como
Dostoievski aparecen confundidos con los otros epilépticos (…). Binnet hizo el
siguiente diagnóstico de Jesús: “paranoia con crisis hebefrénica juvenil”
(1949).
TODOS SOMOS ADOPTIVOS
“En realidad el padre no es
progenitor (Zeuger), sino testigo (Zeuge) de ese milagro siempre nuevo de
cada hominización”
Cabe afirmar, en suma, que el niño es «carne
de la carne» de sus padres, mas no espíritu de su espíritu. Es hijo «corporal»
en el sentido más propio del término: el sentido fisiológico; en sentido
metafísico, todo niño es hijo adoptivo. Lo adoptamos en el mundo, en el ser. En rigor, el padre de un niño no ha engendrado al niño, no es su
«progenitor» (Zeuger); en realidad es sólo esto: testigo (Zeuge), testigo de
ese milagro siempre nuevo que es en definitiva cada hominización. En realidad
no engendramos a un ser humano; sólo damos testimonio de ese milagro; la
existencia personal, como espiritual que es, no se puede engendrar, sino sólo
posibilitar. Ella debe realizarse a sí misma en la autorrealización espiritual.
(1949)
EL RÍO DE LA VIDA
“Se habla del río del tiempo,
pero sólo se considera la erosión y se olvida la sedimentación; lo acontecido
corre hacia la historia”
(…) problema de la caducidad: el tiempo pasa, el tiempo fluye, se
dice. Se habla también metafóricamente del «río del tiempo» y entonces
imaginamos que el tiempo corre desde el futuro, atravesando el presente, hacia
el pasado. Pero la mayoría de las personas sufren aquí dos ilusiones: Primero, sólo se suele considerar que ese «río» se excava su
propio lecho y, a la postre, cava nuestra tumba; se ve sólo ese modo de
fluencia que los geólogos llaman erosión. Es corriente hablar del «diente
roedor del tiempo». Y se olvida que el río del tiempo no sólo erosiona, sino
que también acumula; lo acontecido y lo creado siguen enriqueciéndose en el
pasado; en él se sedimenta lo que fue; en el seno del pasado, lo que fue hunde
sus raíces en el suelo y allí perdura. El tiempo pasa, pero lo acontecido corre
hacia la historia. Nada de lo que fue puede dejar de haber sido, nada de lo
creado o producido se puede erradicar del mundo. Nada se ha perdido
irremediablemente en el pasado: todo está guardado imperecederamente en él. Para
decirlo de nuevo en terminología geológica: vivimos en un perpetuo aluvión.
(1949)
FÍSICA Y MILAGRO
“No es probable que hoy caiga
una teja sobre mi cabeza; sólo un neurótico cuenta con ello; pues bien, también
es posible, aunque mucho menos probable, que una teja se eleve verticalmente;
ni siquiera un neurótico lo tiene en cuenta, pero el físico moderno sí lo
considera”
¿Hasta qué punto es verdad que el milagro
requiere ciertos supuestos naturales? ¿No ocurre a la inversa: que el milagro
empieza justamente cuando no presupone la naturaleza, sino que ésta queda
descartada? No; la física moderna ha enseñado que todo es posible en principio:
en esta nueva perspectiva, la ley de causalidad sólo vale en grandes
cantidades, sólo es válida «a bulto». Entendámoslo correctamente: todo es
posible, pero no todo es probable. También lo improbable está «dentro del
orden» y en modo alguno se contradice con las leyes naturales. Sin duda, no es
probable que hoy, después de abandonar el aula y de regreso a casa, caiga una
teja sobre mi cabeza; sólo un neurótico de angustia cuenta con esta improbabilidad;
pero en principio la contingencia es posible. Pues bien, también es posible en
teoría, aunque mucho menos probable, que una teja, en lugar de caer, se eleve
verticalmente. Esto es tan improbable que ni siquiera un neurótico de angustia
lo tiene en cuenta; pero el físico moderno sí lo considera. (1949)
LOS MALES FILOSÓFICOS
“Al médico se le plantean hoy
cuestiones filosóficas, porque si no, difiere del veterinario en una sola cosa:
la clientela”
Al médico se le plantean hoy algunas
cuestiones que no son de naturaleza médica, sino filosófica, y para las que
apenas está preparado. Los pacientes acuden al psiquiatra porque dudan del
sentido de su vida o desesperan de poder encontrarlo. Habría que seguir el
consejo kantiano de aplicar la filosofía como una medicina. Si esa medicina
causa repugnancia, cabe sospechar que es por el miedo a afrontar el propio
vacío existencial. Es obvio que se puede ser médico sin apuntarse
a tales ideas; pero en ese caso habría que recordar lo que dijo Paul Dubois en
una circunstancia análoga: el médico difiere entonces del veterinario en una
sola cosa: en la clientela. (1971)
EL PSICOANÁLISIS, COMO LA MITOLOGÍA
INDIA
“Freud despersonaliza al hombre
y mitologiza a sus partes: el ello, el yo y el superyó parecen implicados en
extraños fraudes y alianzas”
(…) somete la unidad y la totalidad del hombre a
una despersonalización, al tiempo que se hipostasian las partes de ese todo e
incluso se mitologizan. Por eso J.H. Masserman declara que la mitología
psicodinámica no le va en zaga en fantasía a la mitología india: «Después de
presentar estas figuras dramáticas, Freud abordó en sus primeros escritos el
ello, el yo y el super yo como si estuvieran implicados en extraños fraudes, en
alianzas subversivas, en desesperadas resistencias y en pírricas victorias,
combates de una viveza y fantasía como sólo cabe encontrar en la mitología
india, en la leyenda homérica o en la saga nórdica. (1960)
EL CALEIDOSCOPISMO
“A través del caleidoscopio se
ve siempre lo mismo, contrariamente al prismático; el hombre se limita a
diseñar su mundo y se ve sólo a sí mismo”
¿En qué consiste la esencia de la
caleidoscopia? A través del caleidoscopio se ve siempre lo mismo, contrariamente
al prismático o al telescopio, que nos permite contemplar piezas teatrales o
astros. El conocimiento humano se interpreta según el modelo del caleidoscopio
cuando el hombre, en el marco de la imagen que el caleidoscopismo se hace de su
conocimiento, aparece como alguien que se limita a «diseñar» su «mundo», es
decir, como alguien que en todos sus «diseños de mundo» se expresa siempre a sí
mismo, y a través de ese «mundo» se ve sólo a sí mismo, al diseñador (…).
¿No es cierto que sólo aquello que es
transparente permite ver algo más que su propia realidad? Sólo en la medida en
que yo me retraigo, en la medida en que niego mi propio ser, se me hace visible
algo que es más que yo mismo. Esa autonegación es el precio que debo pagar por
el conocimiento del mundo, el precio que me permite alcanzar el conocimiento
del ser, un conocimiento que será algo más que la expresión de mi propio ser.
En suma: yo debo
pasarme por alto a mí mismo. (1960)
¿HUMILLACIÓN COPERNICANA?
“La dignidad humana no se
resiente lo más mínimo por el hecho de que el hombre no sea el centro del
universo, como tampoco la obra de Freud desmerece por el hecho de que el autor
no viviera en el centro de Viena sino en su distrito 9”
Una de las afirmaciones de Freud más citadas
es la de que el «narcisismo» de la humanidad ha sufrido en tres ocasiones un
rudo golpe: la primera vez con la doctrina de Copérnico, la segunda con la
teoría de Darwin y la tercera con la doctrina del propio Freud. Quizás esto sea
válido por lo que hace al tercero de estos golpes, pero no se comprende muy
bien por qué el conocimiento de la ubicación y el origen de la humanidad había
de producir un traumatismo; la dignidad de la humanidad no se resiente lo más
mínimo por el hecho de que el hombre habite la Tierra, planeta del sistema
solar, y no sea el punto central del universo; esto no atenta en absoluto
contra la dignidad de la humanidad, como tampoco la obra de Freud desmerece por
el hecho de que su autor no pasara la mayor parte de su vida en el centro de
Viena, sino en su distrito 9; es evidente que la dignidad de un ser humano o de
la humanidad reside en un plano diferente a la localización espacial. Se trata,
en suma, de una confusión de diversas dimensiones del ser, de un olvido de las
diferencias ontológicas. (1961)
EL DEPORTE COMO ASCÉTICA
“El deporte no es la catarsis
moderna, sino una ascética secular: el hombre tiende a crear la tensión que la
sociedad le niega”
El hombre tiende a crear artificialmente la tensión que la
sociedad le niega: se procura él mismo la tensión que necesita. Y lo hace
exigiéndose algo a sí mismo: fuerza su rendimiento... incluso el «rendimiento»
de la renuncia. Y en medio del bienestar, comienza a privarse de algo
libremente: crea de modo artificial y deliberado ciertas situaciones de
penuria. Y comienza, en medio de la sociedad de la abundancia, a levantar
«islotes de ascética», y aquí veo yo la función del deporte: el deporte no es
la catarsis moderna, sino que es la ascética moderna. Incluso cuando el hombre
es más bien espectador y hace deporte pasivamente, busca la tensión.
Pero el hombre no se limita a crear una
penuria artificial, sino que inventa necesidades artificiales: en una época en
la que apenas se ve obligado a andar —se desplaza en coche— y apenas tiene que
subir —utiliza el ascensor—, le da por escalar montañas. Para él, para el «mono
desnudo», según el título de un bestseller, la necesidad no consiste ya en
trepar a los árboles; entonces le da por escalar paredes rocosas.
(…) en el deporte
competitivo bien entendido, el hombre rivaliza en definitiva consigo mismo; es
su propio concurrente. Y se puede demostrar que sólo cuando adopta esta actitud
alcanza el máximo de rendimiento. A la inversa, un exceso de intención (la
«hiperintención», como se dice en logoterapia) lleva al agarrotamiento, como un
exceso de autoobservación (la «hiperreflexión») lleva a la inhibición (…) cuanto más se ansia la victoria, más se escapa ésta de las
manos. Aun en la lucha competitiva, en el deporte de la lucha, la mejor
motivación podría ser que uno quiera medirse con otro, pero sin intentar
directamente vencerle. Cuanto más atento está el luchador a vencer al otro, más
se agarrota, en lugar de estar relajado. (1972)
LA NEUROSIS DEL PARADO
“Cuando lograba integrar un
joven en un empleo útil, la depresión cedía; no es el paro el que lleva a la
neurosis, sino la conciencia de falta de sentido”
Mi hipótesis fue que esta depresión se debía a
una doble falta de identificación: el parado tiende, en efecto, a argumentar
así: «Estoy parado, luego soy inútil, luego mi vida no tiene sentido.» Esta
interpretación se vio reforzada por algunas circunstancias: cuando yo lograba
integrar a un joven parado en un empleo no remunerado, pero útil a la sociedad
(una organización juvenil, una universidad popular, una biblioteca pública), la
depresión cedía de modo notable, aunque el estómago siguiera protestando como
antes, pues hay que tener en cuenta que en los años treinta el paro significaba
aún hambre. Se constató, pues, que no es el paro en sí lo que lleva a la
neurosis, sino más bien la conciencia de falta de sentido de la vida, y ésta no
se remedia simplemente con la red de seguridad social del Estado: esa red tiene
mallas demasiado anchas. El hombre no vive sólo de la ayuda al desempleo. (1984)
EL ALMA Y EL MICROSCOPIO
"Lo anímico no puede encontrarse mediante el microscopio, pero
que es un presupuesto para trabajar con el microscopio”
Se nos puede objetar, en efecto, que no es
razonable creer en algo invisible; lo obligado sería más bien no creer en lo
que no se puede ver. La verdad es que lo invisible, por el hecho de serlo, no
tiene por qué ser irreal. Intentare comentarles esto al hilo de un diálogo que
sostuve en cierta ocasión: un joven me preguntó qué hay de la realidad del
«alma», siendo ésta totalmente invisible. Yo le confirmé que no era posible ver
un alma mediante una disección ni mediante exploración microscópica; pero le
pregunté por qué razón iba a exigir esa disección o exploración microscópica.
El joven me contestó que por amor a la verdad, por interés científico en la
búsqueda de la verdad. Entonces le llevé al terreno que yo quería; sólo
necesité preguntarle si el «amor a la verdad», etcétera, era algo anímico y,
sobre todo, si él creía que lo anímico y cosas como el «amor a la verdad»
podían hacerse visibles por la vía microscópica. El joven comprendió que lo
invisible, lo anímico, no puede encontrarse mediante el microscopio, pero que
es un presupuesto para trabajar con el microscopio. (1949)
LA PARADOJA DEL CEREBRO
“El órgano de la sensación del
dolor es insensible al dolor”
(…)
los órganos internos no son generalmente sensibles al dolor (es
impresionante observar, por ejemplo, en la operación del lóbulo parietal del
cerebro, que es el lugar cortical de la algesia, cómo este lóbulo es inmune al
dolor; es decir que el «órgano de la sensación de dolor» es insensible al
dolor). (1949)
AÚN ES SÁBADO
“En el séptimo día, Dios puso
las manos sobre su regazo y desde entonces toca al hombre la responsabilidad de
lo que hace de sí mismo”
(…)
si el Génesis dice que el hombre fue formado en el sexto día de
la creación y que Dios descansó en el séptimo día, podemos afirmar que Dios, en
este séptimo día, puso las manos en su regazo y desde entonces toca al hombre
la responsabilidad de lo que hace de sí mismo. Dios aguarda y mira cómo el
hombre realiza creadoramente las posibilidades recibidas. Aún no están agotadas
estas posibilidades. Aún aguarda Dios, aún descansa, aún es sábado: sábado
permanente. (1949)
NO EXISTE LA SEDE DEL ALMA
“La idea de la ‘sede del alma’
parece absurda, igual que nadie pensará que la lámpara es la sede de la luz”
(…) la idea de una «sede del alma» parece
absurda. Klages previene en este punto contra una «consideración supersticiosa
del cerebro» y afirma con razón que la tarea del investigador «no es la
búsqueda de una sede del alma, sino de las condiciones cerebrales para los
procesos y fenómenos psíquicos». Y aduce este acertado símil: «Una lámpara
eléctrica ilumina la habitación. Alguien quita el fusible y la luz se apaga.
Nadie pensará que el lugar del fusible era propiamente la sede de la luz.» Hoff
dice algo parecido (1. c, p. 233): «Todos saben que un coche cuya bujía no
funciona, no puede marchar. Pero nadie afirmará que la bujía impulsa el coche.» (1949)
EL PIANO, METÁFORA HUMANISTA
“El hombre se relaciona con su
organismo como el músico con el instrumento; ¿quién osará afirmar que el arte
del pianista se debe al piano afinado?”
La persona se relaciona con su organismo como
el músico con el «instrumento». Una sonata no puede ejecutarse sin piano ni sin
pianista (…). Ni el mejor pianista puede tocar bien en un piano desafinado
(símil de la enfermedad). Entonces se llama al afinador (intervención del
médico) y éste afina el piano (símil del tratamiento). ¿Quién osará afirmar que
el arte del pianista se debe al piano afinado? El piano afinado no es capaz ni
siquiera de suplir los defectos del mal pianista. (1949)
Viktor Frankl
El hombre doliente. Fundamentos antropológicos de la psicoterapia
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1 comentario:
Excelentes aportaciones. Te lo agradezco muchísimo.
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