FOTO: IMAGEN DE NESPRESSO
18 enero 2012
Deseamos el deseo de otros
MANUEL
RODRÍGUEZ RIVERO EL PAÍS
Madame Bovary
somos todos. Nos lo reveló de modo brillante René Girard, cuando afirmaba que
los deseos del personaje de Flaubert son los de las heroínas románticas que
amueblan su imaginación de aburrida burguesa provinciana. En Mentira romántica y
verdad novelesca (1961) argumentaba que nuestro deseo es imitación del deseo de otro, que
nadie desea autónomamente, y que sólo los grandes novelistas consiguen deshacer
el malentendido, colocando al mediador (es decir al modelo) en el lugar del
objeto deseado. Porque, en realidad, nuestro impulso hacia el objeto
desenmascara nuestra atracción hacia quien lo posee, con quien queremos
identificarnos. El fundamento de toda la publicidad basada en el aval de un
famoso es de índole fetichista: en el fondo, no está muy lejos de la creencia
que alienta en el antropófago que espera adquirir las cualidades del enemigo
devorando su corazón. Deseamos lo que ha deseado (y ya tiene) alguien a quien
atribuimos prestigio o autoridad, y a quien queremos parecernos. Por eso Nadal
vende calzoncillos de Armani; Clooney, café encapsulado, Kate Moss y Penélope
Cruz, fragancias de lujo (…). LEER ARTÍCULO COMPLETO
MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO ARTÍCULO ‘EL
LIBRO DEL IMPUTADO EN ‘EL PAÍS’, 18/01/2012
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