ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)
El progreso de la ciencia, a partir de Marx, ha consistido, en líneas generales, en sustituir el determinismo y el mecanicismo bastante tosco de su siglo por un probabilismo provisional. Marx escribía a Engels que la teoría de Darwin constituía la base misma de la de ellos.
“El marxismo hoy sólo es científico a condición de serlo contra Heisenberg, Einstein…”
Para que el marxismo permaneciera infalible hubo, pues, que negar los descubrimientos biológicos posteriores a Darwin. Como se dio el caso de que tales descubrimientos, desde las mutaciones bruscas constatadas por De Vries, consistieron en introducir, contra el determinismo, la noción de azar en biología, hubo que encargar a Lyssenko [Trofim Lyssenko, biólogo soviético] que disciplinara los cromosomas, y demostrara de nuevo el determinismo más elemental. Lo cual es ridículo.
Pero que se le dé una policía a monsieur Homais y dejará de ser ridículo, y ahí está el siglo XX. Para ello, el siglo XX tendrá que negar también el principio de indeterminación en física, la relatividad restringida, la teoría de los quanta y, por último, la tendencia general de la ciencia contemporánea. El marxismo, hoy día, sólo es científico a condición de serlo contra Heisenberg, Bohr, Einstein y los mayores sabios de este tiempo.
ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)
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