Existen otras tradiciones, aún más esotéricas, según las cuales los soldados romanos fueron sobornados y Jesús bajado de la Cruz estando aún con vida. Según la Ley Judía, que él aceptaba, Jesús había quedado contaminado, y, tras haberse aparecido a sus discípulos y a su hermano Santiago el Justo, consiguió, recuperarse y luego eligió el exilio, cruzando el Jordán hacia la tierra de Nod, según la tradición de Caín. Otras leyendas dicen que Jesús anduvo errante siguiendo las huellas de las legiones de Alejandro Magno, hasta que por fin llegó al helenístico norte de la India.
Allí, como precursor de los musulmanes, que todavía le aclaman como un profeta sólo superado por Mahoma, el sabio nazareno vivió tranquilamente como un pacífico anciano judío gnóstico, reflexionando quizá sobre las ironías de su divinización por parte del cristianismo, que él no había pretendido.
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