01 febrero 2007

La dictadura del bien

ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)

“Fuera de las leyes- dice Saint-Just [Louis Antoine Léon de Saint-Just, líder revolucionario francés aliado con Robespierre, 1767-1794]- todo es estéril y está muerto”. Es la república romana, formal y legalista. Sabida es la pasión de Saint-Just y de sus contemporáneos por la antigüedad romana. El joven decadente que, en Reims, se pasaba horas con los postigos cerrados, en un cuarto con colgaduras negras, adornadas con lágrimas blancas, soñaba con la república espartana.

“Saint Just soñaba con una nación vegetariana”

El autor de ‘Organt’, largo y licencioso poema, experimentaba tanto más la necesidad de frugalidad y virtud. En sus instituciones, Saint-Just negaba la carne al niño hasta la edad de dieciséis años y soñaba con una nación vegetariana y revolucionaria.

“El mundo está vacío desde los romanos”, exclamaba. Pero se anunciaban tiempos heroicos; Catón, Bruto, Mucio Escévola volvían a ser posibles. De nuevo florecía la retórica de los moralistas latinos. “Vicio, virtud, corrupción”, estos términos se repiten constantemente (…). La razón era simple. Aquel bello edificio, Montesquieu lo había visto, no podía prescindir de la virtud. La Revolución francesa, pretendiendo construir la historia en un principio de pureza absoluta, abre los tiempos modernos al mismo tiempo que la era de la moral formal.

ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)

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