21 junio 2012

¿Dónde están los patos?


Joan Pau Inarejos
  
Cuando era pequeño, el súmmum del ocio en mi ciudad era ir a los patos. Luego sabríamos que esta voz alegre era una sinécdoque, la figura literaria que consiste en tomar la parte por el todo. El todo era el parque de Marianao de Sant Boi de Llobregat, y la parte, los simpáticos patos que bullían en un estanque frente al majestuoso Palau dels Comtes.

Pero hoy los patos ya no están. Hace tiempo que han desaparecido. El graznido ha dejado de acompañarnos justo cuando tenemos cita para renovar nuestra identidad, DNI mediante, en la comisaría que ocupa el antiguo edificio señorial. La única banda sonora la pone el rumor de las aguas, el revoloteo de las palomas y el Buenos días caballero del agente de la entrada, custodiando el último reducto de la policía española en la Catalunya posmoderna de los Mossos d’Esquadra.

¿Dónde están los patos? Volvemos a la literatura, al Ubi sunt? de los latinos, que se preguntaban por el paradero de las cosas pretéritas o difuntas. Los ríos de Manrique iban a parar al mar, el compañero del alma de Miguel Hernández volvía a su huerto y a su higuera, pero me pregunto qué habrá sido de aquellas aves prosaicas, figurantes involuntarias de la ornamentación municipal y sus avatares presupuestarios. Las ciudades hacen reformas a discreción y sus habitantes más modestos siempre acaban pagando el pato.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Posiblemente habrán sido eliminados víctimas de los recortes. Estos patos generaban un gasto en alimentos, que repercutían en la economía municipal. Será el "Chocolate del loro" y todo lo que se quiera, pro antes de recortar salarios a los ediles municipales, los patos han pagado el pato. Y nunca mejor dicho...