15 abril 2012
‘Intocable’: no cuela, pero mola
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8
Cuando escribo estas líneas, ‘Intocable’ ya se ha convertido en el film de habla no
inglesa más taquillero a nivel mundial. Y a estas alturas de la película, valga
la redundancia, creo poder afirmar que este millón largo de almas, concitado
por el boca-oreja (no confundir con el boca a boca, que es una forma de
estímulo harto más directa), es perfectamente consciente de unas cuantas cosas:
1 No cuela que un un aristócrata tetrapléjico como Philippe
(François Cluzet) contrate como cuidador a un senegalés del extrarradio con
antecedentes penales sin apenas conocerlo, por mucho que la historia esté basada en hechos reales.
2 No cuela que Driss, el cuidador (Omar Sy) sea en el fondo
un buenazo de sonrisa Profident y casi un angelito negro de Machín que viene a
humanizar la fría mansión: un Príncipe de Bel Air parisino y del siglo XXI,
celestino y filántropo en sus ratos libres.
Pero si negociamos estas dos mentiras y aceptamos que esto
no es un documental sino una comedia-ficción de ambición comercial y a mucha
honra, convendremos en que:
3 Cuelan muchísimo las interpretaciones de François Cluzet y
Omar Sy, cuya naturalidad e identificación con esta extraña pareja son
sencillamente irresistibles y sobresalientes. Para ellos todos los óscares y
césares del mundo.
4 Cuela muchísimo el buen hacer de los directores Eric
Toledano y Olivier Nakache. La puesta en escena es limpia,
brillante y eficaz, sin una sola arruga en su apartado sonoro y visual, mientras el montaje y los diálogos mantienen
la película en una continua catarsis de ironía y alegría. De humor inteligente.
De placer cinematográfico.
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