26 abril 2012
El café nos salvará
Joan Pau Inarejos
El conseller de Empresa
recomienda “ir a servir cafés a Londres” para ganar fluidez en inglés: ¿por qué
no se lo recomendaron a Aznar y a Zapatero?
Que los españoles tienen un punto flaco en los idiomas no es
precisamente el tercer secreto de Fátima. Desde que el sol sale por Antequera,
el celtíbero medio prefiere callar antes que vacilar, y, hasta hace poco,
Castilla era demasiado ancha para tener que entender otras lenguas. Tampoco las
periféricas, claro (lenguas “artificiales”, como diría el ministro de verbo más
nasal, Cristóbal Montoro).
En la lista de propósitos personales, cada año se repite lo
mismo, como un ajo pertinaz. Una regurgitación incómoda. Idiomas. Idiomas.
Tengo que aprender idiomas. Para colmo, antes nos bastaba con el inglés,
apacible y negociable al fin y al cabo, pero ahora el matriarcado teutón de
Angela Merkel nos quiere poner en fila para declinar en la lengua de Lutero.
En estas estamos cuando, en Catalunya, el conseller de
Empresa i Ocupació, Francesc Xavier Mena, nos recomienda ir a servir cafés a
Londres… para ganar fluidez en inglés. Vaya por God. Por lo visto, el mundo de
los espressos, cortados y torrefactos
es el terreno ideal para correr campo en el vocabulario y la fonética. Sería
muy estimulante hilvanar conversaciones con el poder vivificador de la cafeína,
si no fuera por el amargo retrogusto que deja este discurso. Españoles,
olvidaos de vuestra formación. La universidad ha muerto. Hágame caso, joven, no
se meta en aspiraciones profesionales, por tunear la frase estrella de Franco
sobre la política. Póngase la pajarita, sonría y empiece a musitar: What would
you like to drink?
Muy duro. Antes aprendíamos frases para llamar al camarero
en Londres; ahora hay que aprender frases para atender al cliente de Londres cuando
nos llama a nosotros. Sólo una objeción: ¿por qué nadie recomendó a José María Aznar o a
José Luis Rodríguez Zapatero que fueran a servir cafés a la City? Tony Blair y
Gordon Brown habrían sido magníficos anfitriones. Y mientras meditamos la
respuesta, en la radio suena la banda sonora de la resignación: “Me gusta
entender la música, por eso escucho Cadena Dial: sólo canciones en español”.
24 abril 2012
‘Los Juegos del Hambre’: Barbie contra el sistema
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 4,5
Empiezo con una confesión. He ido a ver esta película por
eso que los americanos llaman efecto
Bandwagon, que es la manera sofisticada de decir que soy un borrego. El “efecto
arrastre” hace que los ciudadanos indecisos, por ejemplo ante unas elecciones,
suban al carro ganador, impelidos por el miedo al aislamiento: afuera hace
mucho frío. Me he convencido de que soy uno de esos ciudadanos, un espectador Bandwagon, que se apresura por pagar 8
euros y empadronarse en aquel territorio simbólico del que todo el mundo
hablará en lo sucesivo.
Así que, recordando mis años de ausencia en el mundo de los
vampiros crepusculares, que tanto está modelando los cerebros de la generación
ESO (servidor es un mohicano del último vagón de BUP), cogí mis aparejos y me
fui a visionar la nueva saga juvenil digna de tal nombre, el nuevo reflejo –dicen-,
de la juventud indignada y desasida por los coletazos de la crisis económica.
Un Crepúsculo crecido y politizado, sacado
esta vez de las novelas futuristas de Suzanne Collins.
Me concederán que el argumento tenía su garra. En un futuro
no muy lejano, América se ha venido abajo y la minoría rica, ataviada según los
modos decadentes de la corte de María Antonieta (pasada por la brocha de Lady
Gaga), organiza concursos anuales para sacar de la miseria a un joven del
extrarradio. La Gran Depresión convertida en espectáculo. Un reality show a vida o muerte. Un circo
romano poscapitalista donde sólo puede quedar uno. Los Juegos del Hambre.
Claro, como diría el poeta, esto es demasié pa’l body. La
premisa es demasiado radical para el público ávido de palomitas, y demasiado
pesimista para los buscadores de relatos con alma 15-M. La opción del director
Gary Ross ha sido desoladora. A los primeros no les ha concedido el espectáculo
vibrante, lujoso y sexy que la ocasión merecía: el producto es feo y aburrido
hasta decir basta, y le viene grande la pesadilla violenta del todos contra todos. Y a los segundos, a
los que quisieran una fábula antisistema, el director del invento les ha dejado
con un palmo de narices, promocionando a una supuesta heroína del suburbio (Jennifer
Lawrence), que termina siendo una Barbie trivial, una Cenicienta-princesa sin
más discurso que su kit de arcos y flechas.
¿Y yo, espectador, lo podía haber evitado? Afirmativo. Quejarse en este momento es como
votar a Eduardo Manostijeras y después protestar por los recortes. Maldito Bandwagon.
20 abril 2012
"Cal que grimpin flors a cada instant"?
Poètic però trist. El canvi climàtic ha fet que, en els últims 7 anys,
algunes espècies s’hagin hagut d’enfilar 3
metres cap a les cimeres de les muntanyes, tot buscant
ambients més frescos. Anem a un futur en què haurem d’escalar per veure flors?
Caldrà pujar al Pedraforca, en gesta cavallera, si volem regalar roses per Sant
Jordi?
"El calor obliga a trepar
a las flores europeas" EL MUNDO, 20 abril 2012 foto: Science
18 abril 2012
Doncs sí, resulta que sí que estan canviant els temps
Joan Pau Inarejos
Perquè si no, com s’entendria que un rei demanés perdó al
seu poble? On s’és vist que un sobirà digui disciplinadament al súbdit que “no
es tornarà a repetir”, i no a la inversa? Què ens hem perdut? Per suposat, Joan
Carles I no s’ha donat un cop al cap. No s’ha tornat ecologista d’un dia per l’altre.
No s’ha penedit de dècades de caceres. No ha fet una reflexió espontània sobre
la justícia social. No s’ha caigut del cavall per caminar al costat dels
aturats i els usuaris dels menjadors socials.
El rei no ha demanat perdó perquè sigui bona persona –cosa que
no afirmem ni neguem- sinó perquè, malgrat tot, és un bon professional.
Sobtadament, els temps s’han accelerat i l’hereu de la casa Borbó, després de l’ensopegada
africana, ha sabut llegir això que els alemanys anomenen el Zeitgeist (esperit de l’època). No ha canviat el rei, sinó el món. Durant tres
dècades, la fràgil entesa de la Transició i la bonança econòmica van sostenir aquesta farsa útil que es deia monarquia
constitucional: és a dir, parlàvem de súbdits, però tots sabíem que hi havia
ciutadans; parlàvem de rei, però tots sabíem que, al darrera d’aquest mot completament
buidat de sentit hi havia un aristòcrata contractat, diguem-ho així, per un
estat democràtic. Amb privilegis, però sense poder polític. Un freelance amb llicència per negociar a l’ombra
en hores laborables i caçar elefants a ple sol durant les vacances. Un fòssil
cultural, com s’ha dit encertadament. Un fòssil que la crisi econòmica, l’amplificació
mediàtica i les primaveres polítiques
han deixat al descobert. Qui es pensava que podria caure Mubàrak? El Faraó estava
perfectament apuntalat per tots els poders fàctics del sistema.
Salvant les distàncies, el comte de Barcelona segurament s’ha
volgut anticipar a la guillotina de l’opinió pública. No acabaré així. Per
primer cop, Joan Carles I ha estripat els papers i s’ha adreçat de tu a tu al
poble per pacificar la Bastilla internauta i desfer el simulacre del paper couché:
no sou súbdits, sou sobirans. No tornarà a passar. Aquest és l’intel·ligent
discurs d’un rei que, en realitat, està fent una esmena a la totalitat de la institució monàrquica.
A la totalitat? No. Els primers ministres passen, Brussel·les posa i treu
gabinets tècnics, la recessió crema els poders temporals, però jo seguiré aquí.
Com un pare celestial o com el dinosaure de Monterroso.
16 abril 2012
El cine, ¿la nueva super-realidad?
En los años 20, los surrealistas quisieron superar la realidad tangible
con el reino de lo onírico. Un reino mucho más amplio y verdadero (surrealismo:
por encima de la realidad) que el breve e incompleto mundo empírico. Pues bien,
si tiene razón Vicente Luis Mora (‘El lectoespectador’) al considerar el
ciberespacio como el nuevo ‘inconsciente colectivo’, entonces el cine y todos
sus sucedáneos digitales vendrían a ser los nuevos creadores de la super-realidad o
hiperrealidad. En este planeta de la ficción pixelada no hay dolor ni caducidad,
sino avatares brillantes y atléticos que vuelan por encima de la prima de
riesgo. De los propósitos del nuevo cine nos habla Àngel Quintana.
Àngel Quintana
Después del cine (2012)
Jean Baudrillard consideraba que lo virtual ha trascendido
la relación establecida con el medio informático para instalarse en el mundo
social y empezar a afectar a las relaciones humanas. A mediados de los noventa,
el pensador francés anunció que la realidad había sido exterminada mediante la
ejecución de un crimen perfecto que abrió las puertas al apogeo de lo virtual.
La realidad para Baudrillard es un mundo permanentemente escenificado en que la
proliferación de pantallas no hace más que crear auténticos trompe-l’oeil –‘trampantojos’-,
hasta generar nuevas experiencias entendidas como la manifestación de una
hiperrealidad que ha suplantado los procesos sensibles.
Los dos sueños hechos realidad en ‘Jurassic Park’, el de la
criatura prehistórica y el del parque temático, pueden ser reveladores de cómo
el sueño de la posible creación de imágenes capaces de vencer a la muerte no ha
cesado de actualizarse en los dominios de la narrativa contemporánea hasta
adquirir formas cada vez más completas (…). Este mito debería desembocar en el
mito de lo que llamó realismo integral, es decir, en la disolución de la
pantalla por un mundo virtual (…). La inteligencia artificial que se había
enseñoreado de lo humano abría el camino hacia una nueva etapa en la transición
del ser humano, una idea evolutiva cercana al superhombre prefigurado por
Friedrich Nietzsche. Resulta curioso ver cómo ese sentimiento crítico contra el
ordenador tenía su contrapunto en el uso que la película de Kubrick [2001]
hacía de los gráficos informáticos como elemento estético y narrativo.
Àngel Quintana
Después del cine (2012)
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Curiosa imatge robada del MNAC
El misterio del portapaz robado
El MNAC ‘recupera’ en la
exposición sobre gótico una obra desaparecida en 1991
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El Caballero del Verde Gabán
Enric Juliana
Modesta España. Paisaje después de la austeridad (2012)
Cuatrocientos años después, el Caballero del Verde Gabán
vuelve a cruzarse en el camino del hidalgo español, cabizbajo y desorientado
tras su súbita e imprevista derrota –en mala lid- ante el Caballero de la
Burbuja Inmobiliaria. Don Diego de Miranda, la España burguesa y prudente que
no pudo ser, porque pronto se transformó en oligarquía, observa con un punto de
ironía al deprimido hidalgo y le pregunta:
-
¿Adónde va vuesa merced?
-
A la modestia, responde el hidalgo.
La sola mención de la modestia pone en tensión el carácter
español. Mala señal: derrota, encogimiento, pobreza de espíritu, ausencia de
ambición, declive… La modestia, sin embargo, es un asunto universal (…). El
filósofo francés Vladimir Jankélévitch, intelectual judío de origen ruso que
consiguió escapar de la persecución antisemita, define así la modestia en su ‘Traité
des vertus’ (1949): “Lejos del alfa y omega, el hombre vive, piensa y sufre en
la zona claroscura de la semiconsciencia y de la voluntad mezclada. La modestia
es el buen uso de esa impureza, que nos mantiene a media distancia de los
extremos y nos preserva de los delirios de grandeza y de la neurosis de la
pequeñez, de la megalomanía y de la micromanía, o sea, de todo frenesí purista”
(…).
La modestia es movimiento, dice el filósofo. Movimiento en
el interior del movimiento. Mobilis in mobili. Acción política por tanto. En un
momento en que el poder nos pide humildad y arrepentimiento por los excesos
cometidos, la modestia sería un buen programa moral frente al cinismo
dominante, según el cual, los excesos de unos cuantos –mejor dicho, los excesos
compartidos en distinto grado por un amplio espectro social- se convierten en
el exceso de todos y exigen la penitencia de todos. Humillación y penitencia de
los de abajo porque, desde siempre, suyo es el lugar más cercano al altar de
los sacrificios y de la expiación. Lejos de la radicalidad retórica que en
estos tiempos confusos mucho agita y nada mueve, la modestia propondría un
pacto a los de arriba mientras vamos averiguando hacia dónde vamos. Yo me
sacrifico y tú me acompañas. Yo acepto la dureza de los nuevos tiempos, pero tú
no me humillas. Yo intento salir ordenadamente de la nave naufragada, esa
Concordia que la frivolidad ha arrimado peligrosamente a los escollos y tú,
capitán, Francesco Schettino, no te escaqueas.
El Caballero del Verde Gabán, un personaje político.
Enric Juliana
Modesta España. Paisaje después de la austeridad (2012)
Foto: Sancho besa los pies al
Caballero del Verde Gabán, Biblioteca de Catalunya
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15 abril 2012
‘Intocable’: no cuela, pero mola
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8
Cuando escribo estas líneas, ‘Intocable’ ya se ha convertido en el film de habla no
inglesa más taquillero a nivel mundial. Y a estas alturas de la película, valga
la redundancia, creo poder afirmar que este millón largo de almas, concitado
por el boca-oreja (no confundir con el boca a boca, que es una forma de
estímulo harto más directa), es perfectamente consciente de unas cuantas cosas:
1 No cuela que un un aristócrata tetrapléjico como Philippe
(François Cluzet) contrate como cuidador a un senegalés del extrarradio con
antecedentes penales sin apenas conocerlo, por mucho que la historia esté basada en hechos reales.
2 No cuela que Driss, el cuidador (Omar Sy) sea en el fondo
un buenazo de sonrisa Profident y casi un angelito negro de Machín que viene a
humanizar la fría mansión: un Príncipe de Bel Air parisino y del siglo XXI,
celestino y filántropo en sus ratos libres.
Pero si negociamos estas dos mentiras y aceptamos que esto
no es un documental sino una comedia-ficción de ambición comercial y a mucha
honra, convendremos en que:
3 Cuelan muchísimo las interpretaciones de François Cluzet y
Omar Sy, cuya naturalidad e identificación con esta extraña pareja son
sencillamente irresistibles y sobresalientes. Para ellos todos los óscares y
césares del mundo.
4 Cuela muchísimo el buen hacer de los directores Eric
Toledano y Olivier Nakache. La puesta en escena es limpia,
brillante y eficaz, sin una sola arruga en su apartado sonoro y visual, mientras el montaje y los diálogos mantienen
la película en una continua catarsis de ironía y alegría. De humor inteligente.
De placer cinematográfico.
14 abril 2012
Ja és primavera a Ikea
Joan Pau Inarejos
Els núvols van i
vénen, amb aquesta ciclotímia tan pròpia de l’estació, que ara t’aixeca l’ànim,
ara te l’estarrufa. Tarda d’abril a la Gran Via de l’Hospitalet. És
l’hora de dinar, i la imponent avinguda mostra el seu paisatge més desolat:
immensitats de ciment, les urpes de ferro de la Plaça Europa i els grans
gratacels metropolitans demanant almoina amb els seus cartells de pisos i
oficines en venda (per l’amor de Wall Street, compra!). Ben a prop, l’edifici
blau de Spanair: fantasies aeronàutiques desmantellades per les grues. Els
arbres florits, un dels encerts més agraïts de l’urbanisme metropolità, amb
prou feines acoloreixen el panorama. Tan desdenyat per la modernitat
metàl·lica, el color rosa ens recorda que ha arribat el clima de les abelles i
les fragàncies. Costa escoltar com respira la natura en aquesta illa d’asfalt i
d’aire condicionat. Sort que entres a l’Ikea i els suecs et reben amb el seu
optimisme socialdemòcrata: “No renunciïs al teu somni: només l’has d’encongir”.
foto:
Ikeando.com
09 abril 2012
‘Take shelter’: cariño, he visto el fin del mundo
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8
En enero de 2011, miles de pájaros murieron misteriosamente
en el sur de Estados Unidos. Las aves alfombraron
las calles de Beebe, Arkansas, y a los ornitólogos se les pidieron competencias
bíblicas. Se dijo que podía ser debido a las bajas temperaturas, a los fuegos
artificiales o a algo tan prosaico como una mala digestión. Las teorías se
fueron sucediendo unas a otras. Pero ahí quedó la imagen siniestra, repetida en
enero de 2012, con el correspondiente material gráfico, conectando las pesadillas milenaristas americanas con las
escenografías de Hitchcock o M. Night. Shyamalan.
¿Augurio o paranoia? La inminencia de la fecha maya del fin
del mundo, tan jugosa para el márketing apocalíptico (bravo por el centro
comercial Gran Via 2 de Barcelona: “Si se acaba el mundo, que te pille de
rebajas”) nos devuelve ahora a la butaca del cine, pero bien lejos de la
evidencia destructiva y operística de propuestas como ‘2012’ o ‘El día de
mañana’. Lars von Trier ya nos demostró no hace mucho (‘Melancholia’) que el
fin del mundo puede ser tanto más desgarrador y terrible cuando se vive en la
intimidad personal, y en esa mezcla desasosegante de géneros es donde toma el
relevo Jeff Nichols con su segunda película, ‘Take shelter’ (ponte a cubierto).
Aquí el accidental testigo del fin del mundo es un obrero
rural de Ohio, de modo que los estilizados paisajes nupciales de Von Trier dan
paso al acerado realismo y al tráfago de maquinarias de una aislada comunidad
norteamericana. Michael Shannon da vida a este trabajador común, Curtis
Laforche, que se ve asaltado por extraños sueños con magnas tormentas, lluvias
amarillentas y caóticas bandadas de pájaros, mientras una intensa Jessica
Chastain borda su papel de esposa asombrada, frente a una hija pequeña (Tova
Stewart) cuya fortuita sordera la mantiene aún más ajena a las ansiedades de
sus progenitores.
Navegando hábilmente entre los terrores apocalípticos y una
llana descripción de la locura, a veces con largas escenas que piden un
tijeretazo, Jeff Nichols nos muestra el descenso de Curtis a sus infiernos
psicológicos, y el descenso físico al refugio anti-tormentas que se pone a construir
con febril diligencia bajo la finca familiar. La improvisada guarida nos deja una escena antológica,
de altísima tensión, cuando llega la hora de abrir la trampilla para comprobar
si la tormenta ya ha pasado o no: el loco, el visionario, se acerca a los
confines de su mundo carcelario cual Jim Carrey en ‘El show de Truman’, cuando
palpaba con paso trémulo ese cielo de cartón. Construye tu refugio, abastece tu
iglú, ponte a cubierto, decían los antiguos estoicos. Preceptos que vuelven a
resonar con fuerza en la actual tormenta perfecta, que ha invalidado
a meteorólogos y a economistas.
Lee todos mis artículos de cine
04 abril 2012
Del couch potato al social viewer
Estem tan hiperconnectats, diu Mike Ibáñez, que ara el
més subversiu seria escarxofar-se al sofà i mirar passivament la televisió,
sense participar en l’eixam neoproletari del feed-back digital. Homer Simpson,
la nova icona llibertària?
Mike Ibáñez
Temps era temps quan la caricatura
televisiva era quelcom semblant a això: un paio arrepapat en el sofà del
salonet, envoltat per bosses de snacks i llaunes buides, fotent-li indolent al
comandament amb el qual canvia de canal un voluminós televisor que escup
programes infectes, entrant la ment del paio en hipoactivitat, en un estat
alfa, vivint passiu una experiència colesterotrònica. Un couch potato, una
patata de sofà davant una caixa tonta. Tot això ha canviat. Aquesta pantalla
tanoca i monologant ha deixat de ser una caixa tonta per convertir-se en una
Smart TV, un quadre llest i replicaire; al passiu espectador l’hem posat a fer
fúting mental i no està envoltat per bosses i llaunes, està rodejat per gadgets
(…). Res de couch potato; ara a aquesta neuròtica caricatura l’anomenarem
social viewer, espectador social. Hem passat de la passivitat a la
hiperactivitat estressant (…). Encara que el televisor del couch potato el del
social viewer s’assemblen com un ou a una castanya, a l’aparell se’l segueix
dient televisor per poder ocupar aquest lloc privilegiat en les llars: la
pantalla central domèstica. Però ha venut la seva ànima a internet (…).
L’audímetre ha quedat desfasat. El nou
mesurament és aquell que facis del buzz, el brunzit, el rum-rum que genera l’espectador
social a les xarxes respecte a la televisió. La monumental ciberxerrameca que
genera aquesta massa és quantificable i fins i tot traduïble a xifres (…).
Així, l’atrafegat espectador social, batejat afectuosament com iDiot, seria una
mostra, e vegades MOLT estakhanovista, d’aquell neoproletariat digital assetjat
per pantalles intel·ligents. Un altre tipus de servitud voluntària. Un do i una
maledicció: estar connectat, hiperconnectat (…).
Acabes enyorant l’ociós couch potato de l’inici,
reivindicant el dret d’empassar tele a l’engròs sense més activitat que això (…).
Una oportunitat per desconnectar. Desconnexió. Entrar en un improductiu estat
alfa o fins i tot doble alfa (AlfAlfA), com un rotllo zen de tot a cent (…),
quelcom que podrà arribar a ser considerat per la Policia del Pensament d’aquí
no massa com un subversiu exercici de tele antisocial, o almenys asocial.
Mike Ibáñez
Article ‘Caixes tontes i couch potatos’
al
suplement ‘Cultura/s’ de ‘La Vanguardia’, 28 març 2012
Imatge: muntatge fotogràfic de Joan Pau Inarejos
Imatge: muntatge fotogràfic de Joan Pau Inarejos
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Mike Ibáñez,
sociología
03 abril 2012
‘Génesis’ o cómo se hizo [REC] su propia parodia
LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE
CINE: LABUTACA
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7,5
Muy hábil. Los creadores de [REC] se han hecho su propia
parodia, y así ya no vendrá una Spanish
Movie de tres al cuarto a rentabilizar en clave cómica sus taquilleros
muertos vivientes. Inteligente operación de Paco Plaza para proseguir con el
historial de la infección, que estalló con sangrienta originalidad en un bloque
de pisos de Barcelona ([REC]
1) y que más tarde se vistió con innecesarios pero resultones ropajes
demoníacos ([REC]
2). En el tercer asalto, ya sin Jaume Balagueró, el director valenciano tira
de cachondeo fallero y nos cuenta en un resuelto plis-plas (77 minutos) el
origen de aquella temible Gripe Z(ombi) con el marco incomparable de una boda hortera
y cien por cien española, donde los litros de sangría se medirán con los de
hemoglobina.
La banda sonora habla por sí misma. Los decibelios de ‘Eloise’
de Tino Casal o ‘Gavilán o paloma’ de Pablo Abraira acompañan cual alegre
Karaoke los fastos carnívoros de estas nupcias donde uno quisiera acudir como
convidado de piedra (más que nada, para que no le arranquen la cabeza),
mientras Diego Martín y sobre todo una intensa Leticia Dolera entonan el “ni te
cases ni te embarques” o el “con quien zombis se acuesta, mutilado se levanta”,
por tunear sin permiso de la SGAE algunos refranes castellanos aptos para
desaconsejar incursiones temerarias por la vicaría.
La susodicha Sociedad General de Autores y Editores, el
mismísimo Bob Esponja o los directores con ínfulas vanguardistas son algunos de
los ninots que arden en esta falla
desmadrada, que mata magistralmente el recurso de la cámara doméstica (¡qué
golpe!) y reúne con zorruna pericia al público internauta, a los freakies del
terror underground y a las grandes
audiencias palomiteras. En tal empeño, la tribu de Plaza no escatima citas y
autoguiños constantes, como esos zombis que devuelven la imagen de la niña
Medeiros al reflejarse en los cristales (ver las anteriores entregas), ni gozosos
hallazgos icónicos, como la novia terrible que empuña la motosierra (“es mi
momento”, el grito de guerra de la España-reality
y belenestebanista) o la descacharrante agresión con la minipimer, una perla
para los anales del gore.
¿Se pasa miedo? Menos que antes, y ahí quizá está el inevitable
talón de Aquiles del festín anarcoide de Paco Plaza. Sólo algunas escenas del
inicio, como la caída del tío infectado en pleno baile, el nada inocente primer
plano de la mano mordida por un perro, o sencillamente el naturalismo
entrecortado, que nos hace presagiar algo terrible, nos permiten entroncar con el
lejano [REC] 1, donde a uno le asaltaba la duda de si todo aquello estaba
ocurriendo realmente en el calor del directo. Se echa de menos aquel pavor y
aquella sensación de espectador engatusado en un cruce de ‘España directo’ y ‘La
noche de los muertos vivientes’. Veremos qué tal pinta el Apocalipsis.
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