30 diciembre 2011

'Un dios salvaje': esto no lo arregla ni Dios

LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LABUTACA
por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 8
Poca broma con la pirueta de Roman Polanski. Quien filmó las raíces del mal diabólico (‘La semilla del diablo’) los horrores de la guerra (‘El pianista’) o los cuartos más oscuros del poder (‘El escritor’) ahora se ha pasado nada menos que a una comedia rodada a tiempo real en una única habitación. Y sale más que vivo: resucitado.

Cuatro actores en estado de gracia divina –nunca mejor dicho- llevan a la gran pantalla la adaptación magistral de la pieza teatral de Yasmina Reza, en la que dos matrimonios se enzarzan tensamente tras una reyerta de parque entre sus dos respectivos hijos pequeños. A la postre, los adultos se revelerán los más inmaduros de la función y, para nuestra hilaridad, acabarán sacando las vísceras (literalmente en algún caso).

1 Jodie Foster (Penelope) ha matado definitivamente a aquella joven y acomplejada Clarice de ‘El silencio de los corderos’ y confirma su espléndida madurez con el papel esta sobreactuada mujer, obsesionada por los dientes rotos de su hijo, moralista y pagada de sí misma hasta la náusea.

2 Kate Winslet (Nancy) es quien sufre las náuseas más físicas, sacudiendo aún más la cómica refriega de matrimonios indignados. Yo me culpo de haber desechado a la Rose de ‘Titanic’ en el contenedor de los materiales actorales irrecuperables. Afortunadamente, la arruga es bella, también en las dotes interpretativas.

3 John C. Reilly (Michael), a quien felizmente muchos hemos descubierto aquí, no parece un actor, sino el verdadero marido ferretero, torpe y simplón a quien interpreta. Innumerables hombres de la calle, de fuste noble y cerveza en mano, reciben merecido homenaje.

4 Y qué decir de Cristoph Waltz (Alan), el sagaz austríaco que ya nos cautivó en ‘Malditos bastardos’ en la piel de aquel nazi de lengua políglota y viperina. Esta vez pone su flema al servicio de un abogado pegado al teléfono, alérgico a follones familiares y propietario de una voz cavernosa que apenas consigue amansar a las fieras -más bien al contrario.

No hay claustrofobias que valgan: el pitote a cuatro discurre eléctricamente y en sus escasos 80 minutos apenas nos da tiempo de recordar que estamos entre cuatro paredes. Muy mala leche, muy mala bilis y muchos fluidos en general. No se la pierdan.

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