17 abril 2007

Yo me lo digo

JOSÉ ANTONIO MARINA, ‘TEORÍA DE LA INTELIGENCIA CREADORA’

“El niño se habla en voz alta para dirigir la acción, fijar la atención, expresar sus dificultades, darse ánimos o hacerse advertencias”

Al aumentar su destreza lingüística, el niño comienza a hablarse a sí mismo y aparece ese fenómeno enigmático que es el ‘habla interior’. Comenzamos a hablarnos a nosotros mismos y no paramos. El niño comienza hablándose en voz alta, acompañando la acción con la palabra y repitiendo, desde su propia perspectiva, las indicaciones que su madre le dirige. Los comentarios que el niño se hace le sirven para dirigir la acción, fijar la atención, expresar sus dificultades, darse ánimos o hacerse advertencias. Comienza a emerger un Yo ejecutivo, autor, director, controlador, poético o como quiera llamársele, que introduce orden en sus propias ocurrencias.

Es difícil explicar este monólogo con el que el niño parece tomar conciencia de lo que hace y controlar mejor su comportamiento. Los especialistas han distinguido nueve tipos en los comentarios con los que el niño apostilla su acción, que reseño para que el lector comprenda mi extrañeza ante tal comportamiento: 1) comenta el inicio de la acción, con frases como “ya empiezo”; 2) al continuarla o al cambiar de operación cree necesario advertírselo: “ahora esto”; 3) algo semejante hace al terminar: “ya está”; 4) y también para subrayar la acción y sus incidencias: “a… sí” (marcando el ritmo en la acción), “toum” (onomatopeya de una construcción que se derrumba); 5) manifiesta sorpresa o incertidumbre, “oh”, “¿y ahora qué?”; 6) nombra los objetos o las características o los cuenta en voz alta; “éste”, “rojo”, “uno… dos… tres…”; 8) algunos comentarios sirven para animarse a sí mismo, o lamentarse, y a éstos, por último, hay que añadir otros comentarios que no parecen tener más finalidad que disfrutar hablando o canturreando (…).

“El hombre ha reconocido siempre que en su conciencia resonaban voces, pero ¿quién discute con quién?”

¿Por qué ese interés en contarse lo ya sabido? ¿Cómo ayuda el lenguaje a la acción? El hombre ha reconocido siempre que en su conciencia resonaban voces, lo que le inducía a pensar en misteriosos desdoblamientos. A veces se trataba de una voz exterior que le susurraba palabras al oído, y que llamó inspiración (…). ¿Quién discute con quién? ¿Es, acaso, todo el fenómeno un espejismo creado por el lenguaje?

JOSÉ ANTONIO MARINA, ‘TEORÍA DE LA INTELIGENCIA CREADORA’, 1993

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