JOSÉ ANTONIO MARINA, ‘TEORÍA DE LA INTELIGENCIA CREADORA’, 1993
Es curioso que Ortega defina la felicidad como una unificación de la mente: “Cuando pedimos a la existencia cuentas claras de su sentido, no hacemos sino exigirle que nos presente alguna cosa capaz de absorber nuestra actividad.
“¿Quién que se halle totalmente absorbido por una ocupación se siente infeliz?”
Si notásemos que algo en el mundo bastaba para henchir el volumen de nuestra energía vital, nos sentiríamos felices y el universo nos parecería justificado. ¿Quién que se halle totalmente absorbido por una ocupación se siente infeliz? Ese sentimiento no aparece sino cuando una parte de nuestro espíritu está desocupada, cesante. La melancolía, la tristeza, el descontento son inconcebibles cuando nuestro ser íntegro está operando”.
La infelicidad, al parecer, es una quiebra de la atención y la tristeza fruto de una atención dispersa. Como siempre, Ortega tiene razón y la pierde por su exageración y optimismo. El desesperado vive también la unificación de la conciencia, en este caso cruel.
JOSÉ ANTONIO MARINA, ‘TEORÍA DE LA INTELIGENCIA CREADORA’, 1993
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