23 enero 2013

‘Mátalos suavemente’ o cómo cualquier película debe ser un asesinato perfecto



LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LABUTACA
per JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7

Matar una película no es cosa fácil. Se cuentan por multitudes los directores que no saben concluir sus historias y divagan una y otra vez sobre rodeos penúltimos. Tan importante como alumbrar un relato es saber ejecutarlo a tiempo, quirúrgicamente, con limpieza. Que parezca un accidente.

Ese tiro de gracia es el que sabe disparar Andrew Dominik en su última película, fría incursión en el cine negro cuyo título precisamente evoca la invitación de Roberta Flack a matar con suavidad. Inusual final hablado, seco y ácido, casi un tuit que remacha el poder compositivo de la palabra. 

Podríamos hablar de la atmósfera gélida y decadente de la película, del empaque de Brad Pitt -pese a su permanente sonrisa zen-, James Gandolfini -cuán asqueroso- o Richard Jenkins -gran reserva-. Podríamos hablar de las escenas preñadas de tensión, sin menoscabo de su sencillez (el atraco a la timba de póker) o de su tono a medio camino del realismo social y un tarantinismo que no desafina. O de sus ralentizaciones quizá innecesarias (la bala entrando por una mejilla, saliendo por la otra, etc).

Pero preferimos volver la mirada sobre ese final áspero y enérgico que hace honor a uno de los mandatos esenciales del medio. Si la fotografía es encuadre, y por tanto un trabajo de exclusión de la realidad espacial, el cine hace lo propio en el marco temporal y se debe al noble arte de la elipsis. Saber retirarse a tiempo está en el decálogo de buenas maneras de la gran pantalla.

Así que este redactor debería hacer lo mismo y terminar aquí.

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