07 enero 2013
‘La noche más oscura’: Yes, we kill
per JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7
La captura y ejecución de Bin Laden (2 de mayo de 2011) nos
brindan una nueva edad de oro para la cabalística. ¿Qué ocurrió realmente? ¿murió
o no? ¿cómo se llegó hasta él? ¿yace o no bajo el mar? ¿estaba ya muerto?, o incluso
(pausa de Iker Jiménez) ¿existió realmente un hombre saudí llamado Osama Bin
Laden? Se avecina todo un siglo de especulaciones despendoladas.
Para bien o para mal, el fundador de Al Qaeda ya está en el
baúl frikipédico de Kennedy, Elvis y
los astronautas lunares, sólo que esta vez ha ocurrido en pleno panóptico
de las nuevas tecnologías y, ¡oh sorpresa!, sin imágenes (por lo menos de la
muerte de Kennedy conservamos aquellos planos trémulos). Muy significativo que,
en los minutos anicónicos de los idus de mayo, el mundo voraz y regurgitante de las redes
sociales llenase el angustiante hueco con un fotomontaje efectista, donde un
avatar del líder terrorista nos miraba con las facciones
destrozadas.
Pero ahí está el cine, el Hollyood que aún infunde respeto,
cumpliendo su misión de séptimo de caballería cultural para acudir al galope en el presente episodio y sentar cuanto antes el canon audiovisual de aquellos acontecimientos ciegos
y mudos. Para proceder a tan jugoso atestado se presentó una escriba no menos
prometedora, la resuelta Kathryn Bigelow, la misma que acopló magistralmente el drama con
el cine bélico (‘En
tierra hostil’, desactivadores de explosivos en Irak) y que tenía más que
demostrado que lo femenino no quita lo sanguinario.
La Operación Gerónimo (qué
poco garbo liteario: ¿dónde estaban entonces los poetas de la Operación Libertad Duradera o Tormenta del Desierto?), aquella
incursión nocturna a la mansión pakistaní, resultaba quizá demasiado breve para
llenar los metrajes farónicos al uso, de modo que Bigelow rehuyó el apasionante
reto de filmar el puro relato de Abbotabad en tiempo real para contarnos los diez
años de sesudas indagaciones a la zaga del caudillo cobrizo. Resultado: dos películas en una.
Por suerte, la directora de 'Zero dark thirthy’ (las 00:30 en jerga militar, después traducido por noche oscura a la hispanomística manera)
tiene el buen gusto de pinchar la década a ritmo de thriller, con una dirección
de hierro, interpretaciones convicentes y excursiones resultonas a las ¿cloacas?
del Estado (una torturita por aquí, otra por allá, con decoro) que se trenzan
con los estallidos de violencia, en territorios colindantes con ‘Munich’
(Spielberg) o ‘Red de mentiras’ (Ridley Scott), junto a una interesante reivindicación
de la mujer como sombra eficiente y verdadera mano derecha ejecutora de tantos
hombres que se llevan la foto y los laureles.
Sorprendentemente, a todo el arsenal le falta la fuerza que
cabría esperar para un mito de este calibre, nada menos que el 11-S, nada menos
que el Gran Villano de la globalización. Por una vez, una gran victoria
americana se narra con contención, con un perfume patriótico firme y reposado,
a la medida de la CIA, como apunta certeramente Agus Morales –gran amigo y periodista que estuvo
allí- pero también muy al estilo de Barack Obama y su halo de líder progresista
que sabe dar un cachete (o un tiro en la frente) cuando es preciso.
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