06 marzo 2012
‘Chronicle’: los estragos de Superman con acné
ATENCIÓN: la crítica
contiene algunos detalles del argumento
LA
PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LABUTACA
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8
¿Qué pasaría si el chico marginado del instituto se convirtiera
en superhéroe por accidente? Drama y ciencia-ficción se unen con asombrosa
naturalidad en esta pequeña rareza, que rentabiliza admirablemente una historia
bien sencilla gracias al estilo de la cámara en el hombro y a unos cuantos ases
en el desarrollo de la historia.
Se dirá que la estética del vídeo doméstico no es nueva. Cierto.
‘Rec’, ‘El proyecto de la bruja de Blair’ y en menor medida ‘Monstruoso’ ya nos
dieron cuenta de lo escalofriante que puede ser el terror filmado en falso directo, y esta vez se trataba de trasladar ese mismo instrumento óptico al
terreno de la ciencia-ficción, entroncando con la inteligente moda contemporánea
de humanizar a los poseedores de superpoderes (cuyos pioneros fueron ‘El
protegido’ de Syamalan y si me apuran ‘Los increíbles’ de la Pixar, con su
dramática crisis de identidad familiar bajo los relucientes trajes).
De entrada el director Josh Trank saca a escena a tres adolescentes
desconocidos –buena decisión- y los enfrenta a una expedición fortuita en el
bosque, donde entrarán en contacto con una sustancia alienígena con poder para
levantar el vuelo, mover objetos en la distancia y otras facultades mucho más
temibles para el mobiliario urbano.
Huelga decir que en manos de unos teenagers, esta experiencia precoz con la kryptonita provocará
situaciones incontrolables –véase la soberbia escena del accidente bajo la
lluvia-, pero también espontáneos arranques aventureros –esas excursiones por
las nubes, quién no las ha soñado-, crueldades gamberras -la araña desintegrada- e incluso sueños de grandeza en la soledad
del cuarto –el antológico plano del joven en la cama, frente a una cámara literalmente
voladora-.
No hay que perderse el tramo final, donde a Josh Trank se le
va maravillosamente la olla y nos mete en una inesperada cinta de catástrofes: la rabia adolescente campa cual Godzilla por su casa hasta conducirnos a
un desenlace electrizante. Lo único que sobra son los últimos tres minutos, un
epílogo clamorosamente innecesario que traiciona el tono de esta tragedia sobre
las hormonas que llegan demasiado lejos. Fascinará a los jóvenes e inquietará a
los sociólogos.
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