28 marzo 2012
Bruselas: la portera rara de Europa
Por Joan
Pau Inarejos
Diario de viaje 23-25 marzo 2012
Joan Pau, Jose y Javi
No es muy épico para una ciudad que su principal icono sea
un niño meando, aunque los catalanes poco podemos decir al respecto, con
nuestro caganer defecando sobre las
solemnes fiestas navideñas. El Manneken Pis nos recibe como anfitrión
escatológico de Bruselas y sobre todo como criatura engullida por el Herodes
del turismo: a escasos metros se alzan otros tantos Manekken Pis hechos de
chocolate, mucho más grandes y fotogénicos que el triste y oxidado cupidillo.
Más allá de la diplomacia urinaria, la pobre capital belga también
arrastra el sambenito de su desgobernanza lingüística y europea. Brussel o Bruxelles, capital de una diminuta nación mal avenida y a la vez
hogar de Europa y de la OTAN, algunos la imaginan como un agujero gris en el
alma del continente. A la vera del Parlamento comunitario, con su silueta de
gramola gigante, no asoma la grandeur
parisina ni la elegancia fluvial de Amsterdam. Más bien una silenciosa tristeza
invernal entre su procesión de banderas, mientras una mujer de bronce levanta
el símbolo del euro como si le persiguiera la mismísima prima de riesgo.
Pero de las patrias pequeñas salen las mejores
excentricidades o, por volver nuevamente el imaginario catalán –que también sabe mucho de
estrecheces bilingües- en el pot petit hi
ha la bona confitura. Esta rareza hace de Bruselas una ciudad bifronte
entre lo burgués y lo surrealista, perdida en los ensueños vegetales del art nouveau y a la vez entretenida en
las viñetas del cómic (bande dessinée),
un microcosmos donde las pesadillas solitarias de René Magritte conviven con el
tupé exportable de Tintín. Además, lejos del gris burocrático, la tan
subestimada urbe no anda corta de belleza señorial, con la soberbia Grand Place
y su desfile de hastiales caprichosos, o la magnificencia romana y barroca de
la iglesia de Saint-Jean Baptiste, todo regado con el alma cervecera y juvenil
de sus noches, como corresponde a las urbes centroeuropeas y erasmistas (de los
Erasmus universitarios, claro).
A la postre, el puzzle bruselense quedaría incompleto sin su
dibujo mestizo –el barrio de Ixelles- y sus ramalazos de gigantismo: véase el
asombroso Atomium, en las afueras de la ciudad, la monumental molécula que en
el día de nuestra visita cobijaba bajo sus titánicas esferas de acero una
algarada amarilla de futboleros, quién sabe si celebrando o deseando una
victoria en el vecino estadio de Heysel. La estructura de 103 metros fue diseñada
en 1958 por André Waterkeyn, aunque podía haber salido perfectamente de las
manos de Claes Oldenburg, con su Pop Art monumental que convertía cerillas o
cucharas en imponentes tótems urbanos. Y lo de meterse dentro de un átomo para
ver la ciudad vendría a ser un cruce vertiginoso entre la física cuántica y las aventuras freaks de El chip prodigioso. Hoy sabemos
que existen partículas aún más pequeñas que el átomo, así que los arquitectos
de la vieja Bruselas tienen, si se lo proponen, otro reto excéntrico.
por JOAN PAU INAREJOS
‘Luces rojas’: juguete de lujo
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8
Rodrigo Cortés nos metió en una tumba y ahora nos lleva… ¿al
más allá? Arriesgado viaje: viniendo de aquel thriller
rompedor y compacto sobre un hombre enterrado en vida (‘Buried’), podíamos temer una deriva hacia la pura
gaseosa psicometafísica. Pero el gallego ha vuelto a asombrarnos. Aun con sus
meandros dramáticos y sus innecesarios empachos de guion, ‘Luces rojas’ es un
artefacto original, entretenido, sugerente y soberbiamente facturado. Un
juguete de lujo.
Claro que sus padrinos no son unos cualesquiera. Sigourney
Weaver y sobre todo Robert de Niro confirman su condición de tótems del
estrellato hollywoodiense, capaces de interpretar y convencer la pantalla con
su sola presencia envolvente. Ella, siempre enfundada en el traje de heroína de
la ciencia-ficción, esta vez como investigadora de fraudes paranormales. Él, como un mentalista de fama mundial, Simon Silver, gozosamente siniestro
y al mismísimo filo de la parodia (porque él lo vale), en el papel de un Anthony Blake global. Sin olvidar a Leonardo Sbaraglia
como fenomenal iluminado de tres al cuarto.
No faltan los desafíos icónicos –la jefa es una mujer, la
doctora Matheson, mientras que el becario-azafato es un hombre, el joven
Cillian Murphy-, ni la estética vintage
de las universidades y las polvorientas cintas de grabación, ni sobre todo una
puesta en escena sólida como una roca, propia de los maestros más veteranos,
desde el inicio hitchcockiano o la desquiciante visita al consultorio del
mentalista (cuán cerca de ‘Shutter Island’) hasta el frenazo en la carretera
ante una inquietante mendiga, pasando por la pavorosa operación perpretrada por
Simon Silver a vientre abierto (buf) o esos pájaros, otra vez hitchcockianos,
impactando violentamente contra el cristal…
Rodrigo Cortés nos lanza a una compleja y desasosegante
búsqueda de la identidad, a través de la certera denuncia de estos farsantes y telepredicadores
que tanto frecuentan las terminales mediáticas del capitalismo secularizado (Goya
diría que el sueño de la razón produce monstruos, y Chesterton que cuando no se
cree en Dios, se cree en cualquier cosa), aunque, atención, respetable público,
el suelo narrativo que pisamos se transmutará radicalmente. Ojo a la pantalla.
Lee todos mis artículos de cine
22 marzo 2012
Elogio de la brevedad
Ser claro y ser breve son requisitos indispensables del buen
gusto. Si tú no eres capaz de transmitir tus ideas, aquellas que has estado
cultivando amorosamente, con la brevedad de un café y con la misma emoción que
tú has puesto al investigarlas, a un hombre culto, el problema no lo tiene el
hombre culto, el problema lo tiene uno mismo.
Javier Gomá
19 marzo 2012
BORGES DIXIT
Breves pasajes de
Jorge Luis Borges
cuento ‘Abenjacán el bojarí,
muerto en su laberinto’ en ‘El Aleph’ (1949)
Dunraven, versado en obras policiales, pensó que la solución
del misterio siempre es inferior al misterio. El misterio participa de lo
sobrenatural y aun de lo divino; la solución, del juego de manos.
Un día o una noche -entre mis días y mis noches ¿qué
diferencia cabe?- soñé que en el piso de la cárcel había un grano de arena.
Volví a dormir; soñé que los granos de arena eran tres. Fueron, así,
multiplicándose hasta colmar la cárcel, y yo moría bajo ese hemisferio de
arena. Comprendí que estaba soñando: con un vasto esfuerzo me desperté. El
despertar fue inútil: la innumerable arena me sofocaba. Alguien me dijo:
"No has despertado a la vigilia, sino a un sueño anterior. Ese sueño está
dentro de otro, y así hasta lo infinito, que es el número de los granos de
arena. El camino que habrás de desandar es interminable, y morirás antes de
haber despertado realmente”.
Cuento ‘La escritura del
dios’ en ‘El Aleph’ (1949)
Además, le exigían maravillas y la maravilla es acaso
incomunicable: la luna de Bengala no es igual a la luna del Yemen, pero se deja
describir con las mismas voces.
CUENTO 'LA BUSCA DE
AVERROES' EN 'EL ALEPH' (1949)
En los velorios, el progreso de la corrupción hace que el
muerto recupere sus caras anteriores. En alguna etapa de la confusa noche del
seis, Teodelina Villar fue mágicamente lo que fue hace veinte años (...) Rígida
entre las flores la dejé, perfeccionando su desdén por la muerte.
CUENTO 'EL ZAHIR' EN 'EL
ALEPH' (1949)
Para perderse en Dios, los sufíes repiten su propio nombre o
los noventa y nueve nombres divinos hasta que éstos ya nada quieren decir. Yo
anhelo recorrer esa senda. Quizá yo acabe por gastar el Zahir a fuerza de
pensarlo y de repensarlo, quizá detrás de la moneda esté Dios.
CUENTO 'EL ZAHIR' EN 'EL
ALEPH' (1949)
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13 marzo 2012
‘La invención de Hugo’: Disney ya está inventado
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 6
Leyendo las críticas de ‘La invención de Hugo’ uno se
pone conspiranoico. ¿Habrá tantos plumillas comprados? ¿Es capaz el todopoderoso marketing de
Hollywood de sobornar conciencias o al menos de obnubilarlas? Hablan de
homenaje al séptimo arte, de poema cinematográfico... ¿Por qué no se dice la
verdad, y es que Scorsese simple y llanamente se ha avenido a hacer una
superproducción disneyana y de escasa ambición autoral?
Porque, ¡vaya por Dumbo!, Disney ya está inventado.
Congelado o recalentado, en cuerpo o en espíritu, el mago de los dibujos
animados lleva siete décadas fabricando como nadie estas fábulas familiares con
niños heroicos, Merlines y villanos de pega que desfilan por escenografías neomedievales
o seudodecimonónicas, casando a los hermanos Grimm con Dickens y Victor Hugo.
Si al menos lo hubiera hecho Spielberg, tendría un pase. Al fin y al cabo el de
Cincinatti se pirra por las historias de huérfanos entrañables que corren
aventuras y encuentran un nuevo padre en la otra dimensión, psíquicamente casi
sin despeinarse.
Pero lo ha hecho Martin Scorsese, el de ‘Taxi driver’, y
peor, el que hace cuatro días nos asombraba con ‘Shutter Island’, unas de las
mejores películas de lo que llevamos de siglo XXI. Y cuando un chaval de catorce
años da más la talla que un director de 70, definitivamente algo falla.
Hablamos, por supuesto, del jovencísimo inglés Asa Butterfield (‘El niño del
pijama a rayas’), que roba los mejores planos –con permiso de Sir Ben Kingsley-
de esta fantasía literaria llevada al cine, magníficamente facturada, sobre el
encuentro de un niño con el legendario cineasta Georges Méliès a través de un
misterioso robot en el París de los años 30 (ah, iba de esto, y creo que
también sale Jude Law).
Que todo la movida se venda como un panegírico del pionero
del cine todavía suena más a burla, porque, sin dudar de las buenas intenciones
de Scorsese y de su sincera admiración por Méliès (Déu nos en guard, como
decimos en catalán), toda la grandilocuencia y los denodados esfuerzos por unir
lo dramático, lo siniestro y lo cómico se estrellan contra un guion
convencional que ni emociona, ni da miedo, ni hace reír. Es decir, lo contrario
del cine.
06 marzo 2012
‘Chronicle’: los estragos de Superman con acné
ATENCIÓN: la crítica
contiene algunos detalles del argumento
LA
PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LABUTACA
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8
¿Qué pasaría si el chico marginado del instituto se convirtiera
en superhéroe por accidente? Drama y ciencia-ficción se unen con asombrosa
naturalidad en esta pequeña rareza, que rentabiliza admirablemente una historia
bien sencilla gracias al estilo de la cámara en el hombro y a unos cuantos ases
en el desarrollo de la historia.
Se dirá que la estética del vídeo doméstico no es nueva. Cierto.
‘Rec’, ‘El proyecto de la bruja de Blair’ y en menor medida ‘Monstruoso’ ya nos
dieron cuenta de lo escalofriante que puede ser el terror filmado en falso directo, y esta vez se trataba de trasladar ese mismo instrumento óptico al
terreno de la ciencia-ficción, entroncando con la inteligente moda contemporánea
de humanizar a los poseedores de superpoderes (cuyos pioneros fueron ‘El
protegido’ de Syamalan y si me apuran ‘Los increíbles’ de la Pixar, con su
dramática crisis de identidad familiar bajo los relucientes trajes).
De entrada el director Josh Trank saca a escena a tres adolescentes
desconocidos –buena decisión- y los enfrenta a una expedición fortuita en el
bosque, donde entrarán en contacto con una sustancia alienígena con poder para
levantar el vuelo, mover objetos en la distancia y otras facultades mucho más
temibles para el mobiliario urbano.
Huelga decir que en manos de unos teenagers, esta experiencia precoz con la kryptonita provocará
situaciones incontrolables –véase la soberbia escena del accidente bajo la
lluvia-, pero también espontáneos arranques aventureros –esas excursiones por
las nubes, quién no las ha soñado-, crueldades gamberras -la araña desintegrada- e incluso sueños de grandeza en la soledad
del cuarto –el antológico plano del joven en la cama, frente a una cámara literalmente
voladora-.
No hay que perderse el tramo final, donde a Josh Trank se le
va maravillosamente la olla y nos mete en una inesperada cinta de catástrofes: la rabia adolescente campa cual Godzilla por su casa hasta conducirnos a
un desenlace electrizante. Lo único que sobra son los últimos tres minutos, un
epílogo clamorosamente innecesario que traiciona el tono de esta tragedia sobre
las hormonas que llegan demasiado lejos. Fascinará a los jóvenes e inquietará a
los sociólogos.
El ciberespacio, el nuevo insconsciente colectivo
Reproducimos a continuación la interesante reseña de Carlos Alberto Scolari sobre el libro ‘El lectoespectador’ (2012) de
Vicente Luis Mora. El ciberespacio
como nuevo insconsciente colectivo, donde la literatura ya no se escribe sino
que “se diseña” (“googliteratura”), y una frase feliz sobre las redes sociales: “El tweet es para semiólogos; el retweet para
sociólogos”. Texto completo en: http://bit.ly/xtaBT0
Retomemos la reseña de “El lectoespectador” de Vicente
Luis Mora y
volvamos a la cuestión de la “pantpágina”, esa “página total” (p. 110) por la
cual unos cuantos escritores parecen apostar. Afirma VLM que hoy, la
literatura, no se escribe: se diseña. Para muchos escritores “la página se ha
convertido en una pantalla diseñada” (p. 108). En esta parte VLM hace mucho
hincapié en la influencia de los medios de comunicación de masas pero yo creo
que es
la influencia de las pantallas digitales (o sea, las interfaces del software,
los videojuegos y sobre todo la web) la que está marcando a las páginas de las
nuevas novelas. Si
la televisión simula a las pantallas interactivas (ver mi artículo sobre la
hipertelevisión en castellano o inglés), no es extraño que las páginas de las novelas teminen
simulando esas mismas pantallas.
¿Cómo lee el lectoespectador? Hoy “leemos la página como si fuera una lámina electrónica
emisora, un paisaje o un óleo…” (p. 109). Las nuevas narrativas nos están
confirmando la existencia de un relato diferente, que no desecha el papel pero
lo utiliza de otra manera: “Pasando las páginas, mirándolas sin leerlas, el
lectoespectador puede advertir tratamientos textuales y paginales que apuntan a
una literatura más próxima a su imaginario que al del siglo XIX” (p. 118).
Leo esto y se me ocurre un tweet: Se
siente, se siente, #McLuhan está presente.
VLM también apunta la existencia de una nueva concepción del
espacio en la nueva literatura, fruto de la difusión de experiencias de
visión/navegación como Google Earth. La literatura pangeica “es la primera que
estatuye el lugar narrativo de este mundo panóptico en el que nos encontramos”
(p. 140)
Según VLM estamos en la autopista que conduce a la
googliteratura, un tipo de “literatura geoposicional” (p. 143) que encuentra
una de sus encarnaciones más interesantes en el proyecto We Tell Stories impulsado
por la editorial británica Penguin.
Podríamos decir que gran parte de esta reflexión confluye en
un territorio conocido por los lectores de este blog: el del transmedia storytelling. VLM
considera que “JJ Abrams es uno de los grandes narradores cross-media de
nuestro tiempo, si no el más capacitado” (p. 150). La existencia de relatos
fragmentados, que se despliegan a través de varios medios, hace que el
consumidor adopte una nueva táctica de interpretación: “la
primera regla de lectura de las obras transmedia es la misma que rige la del
proceso detectivesco: reunir todas las piezas del puzle, saber
dónde termina la obra, si es que la obra termina” (p. 151).
La última parte del libro está dedicada a los “diez
apotegmas sobre televisión” -no me gustó mucho este retorno al “broadcasting”
después de la inmersión digital/hipertextual- y a otros temas como el
cibespacio entendido como inconsciente colectivo. Esta línea de reflexión emparenta
a VLM con Derrick de Kerckhove, quien últimamente está
dedicado a desarollar una idea similar (From Freud’s unconscious to digital
unconscious).
Para terminar, un par de cuestiones metodológicas. Algunos
lectores pueden llegar a criticar la proliferación de neologismos en el texto
de VLM. Él mismo lo explica con sus propias palabras: “hacer teoría en directo,
en vivo, examinando fenómenos sobre los que no hay distancia histórica (ni
distancia personal) es peligroso. Claro que sí, pero hay algo más peligroso
aún: no hacerlo… Es más preciosa una idea equivocada que ninguna”
(p. 118). En este contexto “cómo leer estas nuevas obras; qué instrumentos
críticos utilizar cuando los de la teoría de la literatura y crítica
tradicionales se limitan a la palabra escrita (…)Un
texto, hoy en día, no es el mismo objeto que analizaban los formalistas rusos a
principios del siglo XX. Por
tanto se puede valorar con los mismos instrumentos críticos. De ahí que hayamos
propuesto la noción de ‘intertexto’… (p. 177-184).
Yo creo que la semiótica tiene mucho para decir en este
debate (ver mi ponencia “Semiótica: el desafío digital“), sobre todo a partir de
conceptos como “multimodalidad”, muy trabajados en el mundo anglosajón pero
casi descartados en los países mediterráneos y latinoamérica. El mismo VLM
aporta más adelante alguna clave metodológica bajo forma de tweet:
“El tweet es para semiólogos; el retweet para sociólogos”
Lo interesante del libro del VLM es que no se hace eco de
ese sentimiento anti-semiótico tan difundido en la comunidad de los
investigadores de la comunicación españoles. Algún día escribiré sobre el tema,
pero ahora es el momento de reivindicar una mirada -la “mirada semiótica”- y un
potente arsenal metodológico que a menudo se lo descarta por prejuicios
intelectuales o simplemente ignorancia.
La última parte de “El Lectoespectador” está dedicada a la
nube (la famosa “cloud” donde todos, lectores, autores y textos, terminaremos
antes o después) y a sus posibilidades. Novelas colaborativas, crítica
literaria 2.0, textos infinitos … a estas alturas -remember, estamos en la
cloud- el relato de VLM se recombina con las utopías hipertextuales de Ted Nelson y Vannevar Bush.
Me quedan unas cuantas cosas en el tintero, pero ya se
habrán dado cuenta que conviene darle una ojeada a “El Lectoespectador”, el
último ensayo deVicente Luis Mora.
Carlos Alberto Scolari en http://bit.ly/xtaBT0
sobre el libro ‘El lectoespectador’ de Vicente Luis Mora (2012)
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05 marzo 2012
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La glacera Perito Moreno es trenca de
nit i sense espectadors
LA VANGUARDIA
05/03/2012
03 marzo 2012
L’estiu dels petits prodigis
Joan Pau Inarejos
Ho veieu? Una flor només
necessita aigua per florir. Els vells inventors ens instruïen amb una tija de
violeta a les mans. Els meus germans s’ho miraven atònits. Un dels inventors
tenia bigoti blanc i duia una cantimplora. L’altre era calb i arrugat i amb
prou feines enraonava. Només aguantava pacientment una bossa amb llavors. Ja
havia caigut la tarda i alguna àliga xisclava en aquells paratges rocallosos.
L’inventor del bigoti va
vessar un rajolinet d’aigua sobre la violeta poncella, la va fregar contra el
palmell de la mà i el prodigi es va acomplir: el capoll va començar a florir i a
florir fins que va tenir ben bé un pam de pètals. Després els inventors van fer
descloure clavells i margarides amb la mateixa increïble rapidesa, i ens van
ensenyar molts més enginys que no recordo, perquè ja han passat molts anys. Cap
al tard, quan els pares ens van venir a buscar, els vells inventors ja s’havien
esvaït. Vés a saber si portaven els seu secrets ambulants cap a d’altres
contrades.
Aquella tarda la vam
passar en bicicleta. Feia feredat veure aquelles llacunes negres i aquells
paisatges minerals tan buits de vida i de vegetació. En la nostra imaginació
infantil era com si trepitgéssim els camins de la lluna, àrids i inabastables. Algú
va fer un senyal. Hi havia un estimball que ens obligava a aturar-nos. Vam
deixar les bicicletes i vam continuar a peu, ben afermats a les roques per no
caure. L’excursió ens va deixar exhaustos i tothom va dormir com un tronc tret
de mi, que vaig aprofitar la fosca íntima de la nit per sortir del refugi.
Encara no era trenc d’alba,
sinó l’últim sospir de la nit, quan tot el paisatge rocallós, amb els seus
congostos i les seves prominències, amb els seus camins i els seus precipicis,
va començar a emergir sota una resplendor blavissa, tan fina i clarivident com
la del fons del mar. Vaig veure una formiga sortint de sota terra amb urgència,
com si esperés un esdeveniment. L’insecte es va detenir per mirar fixament l’estel
del matí. En la llunyania, un astronauta s’enfilava al cel per robar aquella última
llumenera del firmament nocturn, que jugava a fer de sol amb la trapelleria d'un nen matiner que
es posa les sabates del seu pare.
I em vaig quedar adormit
amb una fonda olor de flors, com si els vells inventors haguessin vingut amb
els seus jardins acabats o com si ja m’hagués mort i ensumés la fragància dels
sants.
02 marzo 2012
EL MUNDO BAJO LOS PÁRPADOS
El mundo bajo los párpados
Jacobo Siruela (2010)
LOS SUEÑOS Y LA FÍSICA CUÁNTICA
“Los sueños son tan delicados que no soportan la
observación, como las partículas subatómicas; ambos son estados energéticos de
la vida”
Estas experiencias demostraron a Ouspenki que los sueños son
tan delicados que “no soportan la observación”. La observación los transforma.
Al comparar sus visiones nocturnas y analizarlas, comprobó que los sueños
sufrían sutiles mutaciones siguiendo los dictados de la voluntad. En este
sentido, es interesante observar cómo tan sólo dos décadas más tarde, las
investigaciones de la física cuántica hallarían en las partículas microscópicas
la misma ley, esta vez aplicada a la realidad subatómica (…)
Como han demostrado diferentes experimentos, la doble
naturaleza de la materia atómica, su perpetuo y misterioso tránsito del estado
ondulatorio (energético) al estado corpuscular (material), no le deja más
opción al observador que la de formular estadísticas (…). La física cuántica
nos plantea, por tanto, la siguiente paradoja: cuanto más profundizamos en los
secretos de los mundos subatómicos de la materia, más indeterminada e inmaterial,
por decirlo así, se vuelve. En cierto sentido, Jung había traspasado esas mismas
fronteras en el terreno psicológico. La esencia de lo inconsciente también era
una realidad indeterminada (…). Los sueños y las partículas son estados
energéticos de la vida. El problema radica en saber cuál es el nexo entre la
mente y la materia (…).
No deja de ser enormemente contradictorio que después de la
teoría de la relatividad –donde espacio y tiempo no son valores absolutos sino
relativos-, de la teoría cuántica –que ha despojado de sustancia y causalidad a
la materia- y la teoría vibracional de cuerdas –que atribuye al mundo
corpuscular hasta once dimensiones-, cuando se especula si los agujeros negros
son puertas dimensionales a universos paralelos, aún sigamos tan apegados
mentalmente a la vieja idea ilustrada de reducir toda nuestra realidad
existencial a las cuatro dimensiones espacio-temporales del cuerpo visible.
LOS SUEÑOS PRECOGNITIVOS
“Nadie viaja al futuro en los sueños; lo que sucede es
que se conecta con otra dimensión del tiempo en la que todo se halla presente”
Aquello que se vive primero en sueños, ¿es realmente algo
futuro o algo que se hace incomprensiblemente presente? Quizá nada ni nadie,
realmente, viajen al futuro, y lo que sucede es que se conecta con otra
dimensión del tiempo en la que todo se halla presente. Así lo entendió San
Agustín en el libro XI de sus ‘Confesiones’: no se ven las cosas futuras, dijo “a
los más sus causas o signos, que existen ya” pues esas prefiguraciones oníricas
no vienen del futuro, son cosas presentes que sólo existen en el alma de quien
predice lo futuro. Mediante la memoria y la precognición, la psique es el único
punto en donde el pasado y el futuro confluyen y se hacen presentes (…) [no se]
refiere a un tiempo cuantitativo, sino cualitativo, a un tiempo que podríamos
denominar ontológico. En esa cualidad temporal, el onirismo que atestigua el
hecho anticipado sería como la salpicadura de una gota de agua que, emergiendo
eventualmente en el aire, cae de nuevo en el océano –el instante eterno- para
fundirse en su seno: este sueño sería esa gota minúscula, que, como la rosa de
Silesius, “es sin porqué”.
LAS PESADILLAS
“Es una lástima que no exista una Historia de la
Pesadilla; allí veríamos todo lo que hemos ido escondiendo”
El miedo es indisociable del monstruo, porque el monstruo
constituye su reflejo exacto en la imaginación. Es una verdadera lástima que no
exista en el campo de las humanidades una exhaustiva y erudita Historia de la
Pesadilla, para ver desfilar por ella toda la infinita variedad de miedos y
ansiedades que han desgarrado el alma humana a lo largo de los siglos. Allí
veríamos todo lo que hemos ido escondiendo; lo que cada siglo ha reprimido y
ocultado de la vista del mundo.
LOS SUEÑOS Y LA HISTORIA
“Los
sueños no son sólo consecuencia de la historia, sino que llegan a desempeñar un
papel activoen el acontecer histórico”
Los sueños no son sólo la consecuencia de una determinada
causa histórica (…) sino que a veces siguen caminos tan inesperados y
contundentes que incluso llegan a desempeñar un papel realmente activo en el
curso del acontecer histórico (…) ¿Qué habríamos descubierto si se hubiesen
contrastado y analizado convenientemente una considerable cantidad de datos
histórico-oníricos de la misma forma que se han clasificado y estudiado de modo
sistemático las distintas materias de las especialidades académicas? Nunca lo
sabremos. Pero, al menos, hemos tomado consciencia, aunque de forma fugaz y
perecedera, de que a la historia de los hombres despiertos le falta, como
clamaba Lichtenberg, una historia de los hombres que duermen (…). Así pues,
imbuido en esta seca visión de las cosas, el ser humano resulta perfectamente
irrisorio; pues, a pesar de toda su hiperconciencia a cuestas y su labrada
coraza de escepticismo, el hombre suele estar dispuesto a creer en cualquier
cosa, salvo en la verdad.
HORROR VACUI
Se puede
pensar que soñar es abrazar la nada cada noche, pero el marqués experimentaba
lo contrario: despertar en un flujo onírico permanente
Se puede pensar que la inquietante idea de abrazar cada
noche la nada al empezar a dormir
podía tener para él cierto cariz angustioso que lo empujaba inconscientemente a
intentar apartar de sí el horror vacui,
pero nada de eso parece cruzar por la mente del marqués (…). No encuentra en su
memoria ninguna sensación de ausencia, sino todo lo contrario: su experiencia
siempre le conduce a la misma impresión de despertar en el seno de un flujo
onírico permanente, como si el sueño fuera una corriente continua, igual a un río
silencioso que fluye sin descanso bajo los párpados (…).
LOS SUEÑOS Y LOS INSTRUMENTOS
“Practicar
el sueño lúcido afina la experiencia onírica como si se tratara de un
instrumento musical”
Según Aurobindo, practicar el sueño lúcido afina la
experiencia onírica, como si se tratara de un instrumento musical. Los sueños
de hacen cada vez más nítidos a medida que la conciencia se encuentra más
presente en las escenas oníricas (…). Podemos llegar a sentirnos muy atraídos
por los esplendores de este mundo interior, dice Aurobindo, hasta el punto de
preferirlo al mundo externo, pero ése es precisamente su gran peligro.
EL SUEÑO DEL CIENTÍFICO
“Sobre
el altar se ve un embrión en su envoltura mitad blanca, mitada negra; ‘’Quién
eres tú?’ ‘Tú mismo’”
Según refiere Saint-Denys, este científico, después de haber
plasmado en su diario, poco antes de ir a dormir, sus preocupaciones
existenciales, soñó primero, que se encontraba flotando en el infinito espacio
del cosmos. Luego, cambia la escena, y se ve transportado al interior de un
templo milenario (…). Sobre el altar ve un embrión agitándose en su envoltorio
transparente, como si luchara para romperlo y tratase de salir. La envoltura
tiene forma mitad blanca, mitad negra. Lleno de curiosidad, extiende el brazo
para tocarlo, pero antes se rompe la cáscara y sale un niño (…). Entonces
pregunta con ansiedad al niño: “¿Quién eres?”. Sus ojos brillan en la oscuridad
(…). “Tú mismo”, responde el niño. Aunque en ese momento no está entendiendo
del todo el significado de esta respuesta, tiene el extraño convencimiento de
que todo lo que está viendo y escuchando es la verdad: él es su otra parte.
El mundo bajo los párpados
Jacobo Siruela (2010)
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