22 febrero 2012
Delacroix: los momentos silenciosos del pintor que inspiró a Coldplay
Delacroix
(1798-1863).
CaixaForum Barcelona
por JOAN PAU INAREJOS
Desde 2008, Eugène Delacroix ha dejado de ser el pintor de ‘La
libertad guiando al pueblo’ para convertirse para muchos en “el de la portada
del disco de Coldplay”. Lo sentimos por los custodios del Romanticismo, pero, a
efectos de la actualidad digital, aquella heroica personificación de la
Revolución Francesa –más bien despechugada- convive ahora con su réplica
tuneada, con el ‘Viva la vida’ como nuevo e invasivo título, brochazo blanco
mediante.
Sin duda, el pintor francés nos legó grandes escenas monumentales,
que, efectivamente, y como bien señalan los catálogos, ya forman parte de nuestra cultura
visual. Tanto más, se podría añadir, en estos tiempos en los que un motín
estudiantil a la vuelta de la esquina o una insurrección en la otra orilla del Mediterráneo
desatan automáticamente la guerrilla iconográfica, con el consiguiente saqueo ardoroso
de nuestra memoria visual, ese macroarchivo cada vez más democrático y
desregulado.
Pero no hablaremos hoy de las Libertades escotadas de Delacroix, ni de sus dorados fumaderos
orientales, ni de sus conmovidos homenajes a una Grecia en ruinas –otra imagen
perfectamente pirateable para los tiempos presentes-, sino de algunas obras más
desinteresadas y apacibles, alejadas del mundanal ruido de las revoluciones
ochocentistas, una cara B del maestro que podemos descubrir gracias a la
exposición en el CaixaForum de Barcelona.
Una de esas escenas silentes es el ‘Joven tigre jugando con
su madre’ (Jeune tigre jouant avec sa
mère, 1830). Los dos felinos, quizá descansando de las cazas barrocas pintadas
enérgicamente por el propio Delacroix, simplemente yacen bajo un claroscuro
vespertino. Con pinceladas gruesas y brillantes, el rostro de la madre se nos
muestra absorto y majestuoso, mientras el de su joven vástago apenas está
bosquejado en la sombra, donde se distrae con juegos y volteretas.
Otro Delacroix lúdico se manifiesta en una tela insólita, de
formato reducido: ‘Estudio de trajes suliotas y de figuras goyescas’ (Étude de costumes souliotes et de figures
goyesques, 1822). Mucho antes del surrealismo lírico, de Klee y de Chagall,
el envarado pintor histórico nos asombra con este vuelo de texturas, objetos
fragmentados y escalas imposibles, donde un chulapo y una maja hormiguean entre
un magma cuasi abstracto, de nuevo con pinceladas voladoras e inacabadas.
Alguien en la exposición comentaba que muchos bocetos o estudios preliminares
suelen ser más bellos, modernos y cautivadores que las obras concluídas y
barnizadas. Y no seremos nosotros quienes lo contradigamos. El tigre
joven parece más feliz que su madre.
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