Shyamalan, escritor y productor de la cinta, retoma su mejor pincel para trazar personajes carismáticos y creíbles, como ese guardia afroamericano atormentado, esa joven ultransensible y peleona, y sobre todo, la pareja de vigilantes incompetentes que no se enteran absolutamente de nada más allá de las cómicas supersticiones del segurata latino Ramírez, y hasta asistimos a fogonazos coloquiales y humorísticos por boca del mismísimo Maligno...
De bajo coste y a mucha honra -qué bien le sienta la crisis a los pedantes y a los barrocos-, 'La trampa del mal' discurre como una vibrante partida de ajedrez, y tiende un puente siempre resultón entre las atucias zorrunas del pope Hitchcock y los terrores posmodernos filmados a tiempo real de las sagas 'Saw' y 'Rec', pongamos por caso. Eso sí, esperemos que las próximas Night Chronicles anunciadas por el cobrizo cineasta indoamericano nos reserven desenlaces verdaderamente rompedores, y no el sermón extemporáneo, made in Gandhi, que cierra 'La trampa del mal' e incumple en cinco minutos indignantes el primer mandamiento de todo thriller que se precie: terminar con un buen puñetazo en el ojo. Si puede ser, dejando morado.
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