Como una versión pleistocénica y puesta al día de 'El libro de la Selva' (además del Mowgli esquimal, Diego nos recuerda a la pantera Bagheera y Manfred al entrañable oso Baloo), la fábula glacial no se anda con filigranas ni pretenciosidades, y tiene el buen gusto de servirnos simplemente una comedia de aventuras en los páramos agrestes donde hombres y bestias pugnaban por su territorio. Chris Wedge y Carlos Saldanha amenizan la función con persecuciones cómicas y escenas de acción resultonas, como la caída interminable por los túneles de hielo, sin olvidarse, como San Pixar obliga, a dotar a sus criaturas de cierto empaque psicológico: para muestra, ese mamut traumatizado por la pérdida de su familia, que rememora el drama en una brillante recreación sobre las pinturas rupestres de una cueva. Tras el hielo hay ternura.
Aún hay que añadir algo: lo mejor del breve metraje de 'Ice Age' son sus dos minutos finales, donde la pequeña ardilla Scrat, ya convertida en una estrella de la animación por méritos propios, culmina su eterna cacería de la bellota en un sketch magnífico y desternillante, capaz de descongelar las sonrisas más exigentes.
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