30 julio 2010

Siete cosas que sorprenden de 'Carrie' (1976) vista en 2010


por JOAN PAU INAREJOS 
Nota: 8
1. Que una profesora de gimnasia (la severa y maternal Sra. Collins) fume pitillos en el despacho del director. Viva el fitness.
 
2. Que una película de terror empiece con una escena cuasi erótica de una joven solazándose con su pastilla de jabón en la ducha. De este modo, el director Brian de Palma nos prepara hábilmente para el estallido de tensión (las compañeras se burlarán de la menstruación de la muchacha), pero para encontrar actualmente semejantes detenimientos morbosos (y casi paródicos), habría que acudir a la estantería de arriba del videoclub. Ahí, ahí.

3.  Que haya una increíble sucesión de bofetones: madre contra hija en el hogar, profesora contra alumna en el instituto, maromo contra chica en el coche. Pam, pam, pam. Curiosamente, el cine cada vez es más violento y genocida, pero, en cambio, esa naturalidad con que volaban los cachetes, por alguna razón, hoy nos escandalizaría. 

4.  Que el baile de fin de curso sea la máxima aspiración de cierta juventud estadounidense. Que hagan como los españoles, que aspiran al botellón y el vestido no sale tan caro. 

5. Que la figura de un mártir en casa de Carrie parezca un cruce de Pumuky y José Mercé. Suerte que la madre (ella sí, iconofreakismos a parte) provoca verdaderos escalofríos con su locura fundamentalista, y además queda grabada en la retina con su brillante estampa final, asaetada como los mártires en el mismísimo salón de su casa.

6. Que se muestren con naturalidad una serie de desnudos femeninos imperfectos (es decir, normales). Hoy sólo abundan dos posibilidades en el cine comercial: a) la actriz está cañón y/o recauchutada y cobra una millonada de escándalo por exhibir su frutería; b) la actriz está normalita y/o recauchutada a medias y opta por subcontratar el culo a una doble de pieles más tersas. Y  así seguirá hasta que venga un Caravaggio del cine de masas a pintar las gentes tal como son. 

7.  Y ya poniéndonos más serios, si algo sorprende de una película de terror como sin duda es 'Carrie', es que Brian de Palma tenga la paciencia, el buen gusto y la deliciosa sangre fría de mostrar sus cartas al final de la historia, en una breve e intensa ópera de terror donde la cándida dancing queen se convierte súbitamente en una  enrojecida máquina de matar (archifamosa sangre porcina mediante), en devastadora venganza contra los compañeros que se mofan de ella. Hoy el terror palomitero es mucho más ansioso y no está para dosificaciones, esteticismos ni crescendos que valgan. Dicho con dos rombos: que si el terror de los 70 practicaba sexo tántrico, hoy el género reincide en la eyaculación precoz (aunque sea de sangre, y mil perdones por la metáfora).

INFO DE LA PELÍCULA EN FILM AFFINITY

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