16 agosto 2009

'Antichrist': depresión barroca


LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA
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por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 7

Con un título tan inconfundiblemente demoníaco, 'Antichrist' predispone las taquillas y las plateas para gozar de un exótico pasatiempo infernal. Lo que quizá no imaginan muchos espectadores es que más bien sufrirán con un infierno psicológico de premisas inquietantemente modernas.

El vocablo anticristo es a la vez un gancho comercial y una terrible metáfora, porque, desde buen comienzo, la película de Lars Von Trier nos habla de aquello que realmente nos da miedo: no las niñas poseídas ni los fenómenos paranormales, sino la certeza de los remordimientos, el egoísmo incivilizado, la depresión, el odio desbocado entre amantes, la imposibilidad de trascender al otro, las pesadillas sexuales, y así hasta completar un escalofriante panteón de demonios contemporáneos.

Lo mejor. Lars Von Trier acierta al encabezar la película con una cronología hiperrealista de la depresión: el danés plantifica una cámara claustrofóbica para que asistamos al progresivo hundimiento del personaje interpretado por Charlotte Gainsbourg, que pasa de la apatía al llanto y de los sordos reproches a la desesperación, ante la fachada de serenidad racional de su marido a la par que psicoanalista, interpretado por Willem Dafoe.

En este primer tramo se plasma brillantemente cómo el monstruo de la tristeza y el dolor humano, en su máximo apogeo, es indiferente a todas las terapias, a todos los voluntarismos científicos y a todos los modernos dispositivos de la felicidad.

Más arriesgado es el viaje figurativo que emprende Von Trier, ya en pleno meollo de la película, a las entrañas oníricas del terror psicológico. A partir de la huída al bosque de la pareja protagonista, el director hace gala de un talento visual fuera de duda, con imágenes llenas de tétrica belleza, como esa mujer crucificada en la hierba o esos puentes por donde vagan almas errantes. Jugando la carta del género de terror, el danés también tiñe la película de sensacionales atmósferas de miedo e intriga, como esas bellotas cayendo sobre la cabaña o ese algo que se mueve entre la espesura del bosque.

Lo peor. Sin embargo, 'Antichrist' va evolucionando hacia una sádica guerra de sexos, hiperviolenta y sanguinaria, donde a Von Trier definitivamente se le va la olla convocando explicaciones medievales y risibles mitologías sobre animales parlantes, muertos que piden venganza y mendigos que llaman a la puerta. El autor de Dogville parece olvidar las sobrias disecciones piscológicas y se entrega a un festín barroco y pretencioso, donde los géneros cinematográficos y las múltiples referencias personales, icónicas e intelectuales se entremezclan promiscuamente en un puré difícil de digerir.


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