ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)
Nietzsche al menos no se esquiva. Contesta y su contestación está en el riesgo: Damocles nunca danza mejor que bajo la espada. Hay que aceptar lo inaceptable y sostenerse en lo insostenible (…). Así, de la desesperación absoluta brotará la alegría infinita; de la servidumbre ciega, la libertad sin condición. Ser libre es precisamente abolir los fines (…).
La adhesión total a una necesidad total, tal es su definición paradójica de la libertad. La pregunta “¿libre de qué?” es sustituída entonces por “¿libre para qué?”. La libertad coincide con el heroísmo. Es el ascetismo del gran hombre, “el arco más tenso que existe” (…).
ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)
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