Someterse a la humanidad no es mejor que someterse a Dios. Por lo demás, la fraternidad no es sino la “manera de ver del domingo de los comunistas”. Los días laborables, los hermanos se vuelven esclavos. Así pues, sólo hay una libertad para Stirner, “mi poder” y una verdad, “el espléndido egoísmo de las estrellas”. En este desierto, todo vuelve a florecer. “La significación formidable de un grito de alegría sin pensamiento no podía comprenderse mientras duró la larga noche del pensamiento y de la fe”. Esta noche está tocando a su fin, un alba va a despertarse que no es la de las revoluciones, sino la de la insurección (…).
Así, sobre las ruinas del mundo, la risa desolada del individuo-rey ilustra la victoria final del espíritu de rebeldía. Pero en este extremo, nada es ya posible sino la muerte o la resurrección. Stirner, y con él todos los rebeldes nihilistas corren a los confines, ebrios de destrucción. Tras lo cual, descubierto el desierto, hay que aprender a subsistir en él. Empieza la búsqueda extenuadora de Nietzsche.
ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)
No hay comentarios:
Publicar un comentario