12 agosto 2005

Vale, tenéis razón

Freud y Havelock Ellis, entre otros, cometieron un error. Afirmaron que la iglesia, y la religión en general, sólo era una manera de sublimar el sexo. Los psicólogos afirmaron: “La iglesia ha reprimido el sexo, pero si analizamos su simbolismo, veremos que en el fondo es una potente expresión de sexualidad. Todo se reduce a la libido como realidad fundamental”. La iglesia, a su vez, respondió a los ataques: “Esto no tiene nada que ver. Reducir la iglesia a una manifestación de la represión sexual sólo es una manera de atacar lo sagrado. Y al contrario, afirmamos que aquellas personas fascinadas por el sexo y que se dedican a adorarlo están reprimiendo la religión”.

El problema de este debate fue que todos perdieron los papeles. La iglesia hubiera debido responder a Freud diciéndole: “Muchísimas gracias. Es cierto, nuestro simbolismo es sexual. Las torres del campanario de las iglesias, los ventanales vesiculares y los escudos heráldicos sobre los que colocamos las imágenes del crucifijo o de la Virgen María son abiertamente sexuales. Sin embargo, la forma sexual revela los misterios del universo. El sexo no es mero sexo. Es algo sagrado, y una de las revelaciones más maravillosas de lo divino”.


Alan Watts, Mito y religión, 116 / foto: Sagrada Família, Barcelona
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