Para Schopenhauer, el perdón es el secreto del universo que dormita bajo el mar de Galilea
Estas palabras que parecen tan fatalistas esconden una honda sabiduría. Nietzsche decía que "el cristianismo es rebaño" y se reía de todos los pensadores que, como Schopenhauer, ensalzaban la moral cristiana. Y es que Schopenhauer interpreta la compasión como el acto más heroico y solitario posible. Para él, el perdón no es un opio dulzón para cohesionar la comunidad, sino el secreto del universo que dormita bajo las aguas del lago de Galilea. Sin dejar de ser ateo, Schopenhauer queda impresionado por la figura del cristiano, porque es aquel que no se une al linchamiento, que, en palabras de René Girard, rompe el círculo de la violencia mimética. Es el verdadero rebelde, porque su enemigo, aquello a lo que se enfrenta, no es otro hombre, sino el hombre mismo, la condición humana.
¿Qué condición? La Biblia lo llama 'pecado original' y enseguida nosotros nos llevamos las manos a la cabeza y pensamos en una culpa primigenia. Pero este 'pecado' es mucho más: es aquello en lo que consistimos, de lo que estamos hechos. Lo necesitamos porque de él depende todo nuestro color, todo nuestro apetito. Es el mismo impulso que nos lleva a comer y a matar. Perdonar al verdugo, entonces, es romper con las tablas, detener la rueda, salir de la corriente. El perdón, por encima de la justicia, no es la decadencia sino la victoria. ¿El cristiano es el superhombre? Ya oigo a Nietzsche revolviéndose en la tumba.
foto: 'Jesús en el lago de Galilea', de TINTORETTO
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