15 agosto 2005

Nietzsche, tápate los oídos





















Para Schopenhauer, el perdón es el secreto del universo que dormita bajo el mar de Galilea


"El atormentador y el atormentado son idénticos", dice Schopenhauer. "El uno se engaña no creyendo participar en el dolor del otro y éste creyendo ser ajeno a la culpa de aquél. Si ambos fueran curados de su ceguera, el malo reconocería que él vive en el fondo de toda criatura que sufre en el vasto mundo. Y el atormentado comprendería también que todo el mal que se hace o se ha hecho nace de esa voluntad que es su esencia y de la cual sólo es manifestación pasajera. Como tal, ha aceptado todos los dolores consiguientes y deberá soportarlos. Pues, como decía Calderón, "el delito mayor del hombre es haber nacido".

Estas palabras que parecen tan fatalistas esconden una honda sabiduría. Nietzsche decía que "el cristianismo es rebaño" y se reía de todos los pensadores que, como Schopenhauer, ensalzaban la moral cristiana. Y es que Schopenhauer interpreta la compasión como el acto más heroico y solitario posible. Para él, el perdón no es un opio dulzón para cohesionar la comunidad, sino el secreto del universo que dormita bajo las aguas del lago de Galilea. Sin dejar de ser ateo, Schopenhauer queda impresionado por la figura del cristiano, porque es aquel que no se une al linchamiento, que, en palabras de René Girard, rompe el círculo de la violencia mimética. Es el verdadero rebelde, porque su enemigo, aquello a lo que se enfrenta, no es otro hombre, sino el hombre mismo, la condición humana.

¿Qué condición? La Biblia lo llama 'pecado original' y enseguida nosotros nos llevamos las manos a la cabeza y pensamos en una culpa primigenia. Pero este 'pecado' es mucho más: es aquello en lo que consistimos, de lo que estamos hechos. Lo necesitamos porque de él depende todo nuestro color, todo nuestro apetito. Es el mismo impulso que nos lleva a comer y a matar. Perdonar al verdugo, entonces, es romper con las tablas, detener la rueda, salir de la corriente. El perdón, por encima de la justicia, no es la decadencia sino la victoria. ¿El cristiano es el superhombre? Ya oigo a Nietzsche revolviéndose en la tumba.


JOAN PAU INAREJOS, noviembre 2004
foto: 'Jesús en el lago de Galilea', de TINTORETTO

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