Los emblemas de la revolución sirven para redecorar las vidas de treintañeros urbanitas.
Pero sus composiciones se han llevado al estampado de camisetas, al diseño de tubos de gomina, o quizá a las cortinas de una habitación estilo Ikea. Los emblemas de la revolución se convierten en chucherías para el consumo, sirven para redecorar las vidas de treintañeros urbanitas. Las vanguardias han entrado en nuestra casa al precio de perder el alma. Y a riesgo de aliarme con el mercado y el capitalismo, me pregunto si las cortinas de Ikea no serán el triunfo involuntario de Mondrian. Al fin y al cabo el alma del arte es mortal, pero sus colores perduran.
JOAN PAU INAREJOS, octubre 2004
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