29 marzo 2015
'El año más violento': ¿mafioso yo?
por JOAN
PAU INAREJOS
Nota: 7,5
Atrapar el espíritu de una época
no es fácil. Jeffrey McDonald Chandor lo consiguió en ‘Margin call’, una de las
mejores películas sobre la génesis de la crisis financiera de finales de los 2000 –mucho más
eficaz e incisiva, por ejemplo, que la sobrevalorada ‘El lobo de Wall Street’.
Esta vez nos lleva a la América de principios de los ochenta para condensar lo más oscuro y larvado de aquella sociedad que se
entregó al sueño del reaganismo.
Oscar Isaac -todo un hallazgo- conquista al público con su mirada oscura y es inevitable, como se ha dicho, no ver en
el cejudo actor guatemalteco una especie de resurrección del Michael Corleone encarnado por Al Pacino. A
Abel Morales, el altivo empresario del combustible al que da vida, seguramente
le horrorizaría esta comparación, ya que se empeña en demostrar a los demás y a
sí mismo que no es un mafioso ni un corrupto. Lo dice con sus andares, con su amanerado abrigo
amarillo. No es como ellos.
La aparente respetabilidad del
protagonista, el anhelo por medrar de este hispano obsesionado con la idea
utópica del éxito Made in USA, es lo
que distingue ‘El año más violento’ de la mayoría de padrinos que pululan por el género. Nuevos tiempos, corbata y
revolución conservadora. Por supuesto, esta quimera sólo se puede edificar sobre
una gran hipocresía, sobre un cinismo casi inconsciente de sí mismo. El
álter ego del soberbio Abel es su mujer -Jessica Chastain-, nativa americana mucho más pegada a
la cruda realidad, imprescindible puente de enlace con el mundo de lo ilegal.
Con todo, lo mejor es la
majestuosa dirección de J. C. Chandor, altamente magnética, trágica, llena de poderosos
claroscuros, a la altura del mito Coppola. La escena de la persecución en la
ciudad, con esa caza del hombre tan física, implacable y jadeante, se merece un
pequeño Oscar, lo mismo que esos oscuros cónclaves criminales con el concurso
de judíos ortodoxos. O cierto momento de catarsis, con el clan Morales a punto
de lograr su sueño americano, contemplando Nueva York todavía con las Torres
Gemelas, ignorando que alguien, a sus espaldas, puede estar a punto de
estropeárselo. O no.
‘THE MOST
VIOLENT YEAR’, de J.
C. CHANDOR
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