04 febrero 2013
Atención, no mirar este cartel
per JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8
No hagan caso de esos ojos azules. Ni de esa estética
superficial que tienen todas las comedias románticas: fondo
blanco, caras bonitas. Si topan con este cartel, no atiendan a esos primeros
planos de anuncio de champú. Intenten olvidar un título tan horrendo como ‘El
lado bueno de las cosas’ y un subtítulo tan poco alentador como ‘El amor duele’.
Toda esta fachada de autoayuda sentimentaloide oculta una gran película que no
deben perderse.
He aquí un caso palmario de cómo el marketing puede conspirar
contra el buen cine. Un ejemplo evidente de cómo alejar a muchos espectadores con un envoltorio que se dedica a blanquear y falsificar una love
story atípica y subversiva, sólo para buscar el favor del público más puramente sanvalentinesco... el mismo público que luego saldrá defraudado, y con toda la razón del mundo. La publicidad engañosa nunca ha traído nada bueno.
Así que las cartas sobre la mesa: afortunadamente, ‘El lado
bueno de las cosas’ (Silver linnings playbook) no es una comedia romántica al
uso. De entrada, comienza en un psiquiátrico, que no es precisamente lugar
común del género, y el supuesto galán (Bradley Cooper) es un joven aquejado de
trastorno bipolar, que intenta sortear una orden de alejamiento para recuperar
a su mujer. La brújula ha enloquecido, el territorio pretty woman no está ni se le espera.
El director David Owen Russell habla de cosas muy fuertes con
un tono nada grave. Problemas mentales, disfunciones familiares, enfermedad y
muerte, todo cabe en esta noria pasada de vueltas que no aspira a la
profundidad dramática, sino a un constante desorden irónico y lenguaraz. Una
comedia-río inteligente y fresca, barnizada de realismo social, cuajada de diálogos marcianos y con
uno de los encuentros románticos más excéntricos
que se recuerdan. Jennifer Lawrence está soberbiamente como una cabra, y el suegro Robert De Niro nos devuelve su mirada más auténtica tras muchos años de autoparodia
excesiva.
Fútbol y baile van dibujando una trama juguetona, adictiva e
impredecible, aunque desagüe en un final feliz constantemente anunciado para
quien tenga oídos. Un colofón que apenas molesta, que apenas achica el intenso placer
de sentir que echan por tierra todos tus prejuicios. Que el cine siempre te puede sorprender.
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