28 octubre 2011
A vueltas con 'La Cosa' (1982)
LA
PELÍCULA EN FILM
AFFINITY
por
JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8,5
A este paso va haber que declarar la década de los 80 como Patrimonio
de la Humanidad. Después del chute de nostalgia de ‘Super 8’ (Spielberg &
Abrams) le hemos vuelto a poner velas a E.T., y, a la
espera de la enésima resurrección de Alien (todo llegará), a la cartelera le ha
dado por tunear otro alienígena del olimpo ochentero, sin duda el más
inquietante y asqueroso: La Cosa.
Inmejorable ocasión para acudir al clásico de 1982 firmado
por John Carpenter, y para comprobar qué bien le sentaba al género de terror la
escasez de efectos especiales. El simple plano inicial un perro, un husky que
huye de un helicóptero por el desierto antártico, ya dispara nuestro
desasosiego; la intriga polar nos lleva a la Estación 4 del Instituto Nacional
de Ciencias Naturales de los Estados Unidos, donde el intrigante chucho, de penetrante
mirada y más que sospechosa posesión maligna, convertirá su jaula en una cámara
digna del Infierno de Dante.
Detrás de todo el jaleo no está exactamente un ser, sino más
bien un no-ser, o mejor dicho, una fuerza invisible y vampírica que, después de
ser temerariamente descongelada por los exploradores (ya se sabe, los Homo
Sapiens siempre abriendo la caja de Pandora), se dedica a imitar diabólicamente
toda materia orgánica que se le ponga por delante. Este belcebú transformista,
agazapado entre los pasillos claustrofóbicos de la estación polar, nos regala
algunas de las imágenes más escalofriantes del terror filmado: desde ese perro
desfigurado y policéfalo a la manera de la Quimera o la Hidra antiguas hasta la
antológica metamorfosis del compañero Norris (Charles Hallahan), primero abierto
en canal con su vientre dentado, luego multiplicado en un gusano trepador y más
tarde largándose bajo la forma de una araña invertida, sin olvidar su desgajada
cabeza reptante (buf).
Llegados a este punto, entre los miembros de la Estación número 4 estallará una tensión que ríete tú de Gran Hermano 12. Es normal: cuando tu
compañero de trabajo puede ser un clon devorador, la confianza puede acabar
dando asco (literalmente). La partida de supervivencia que urde John Carpenter
no hace sino elevar todavía más el magnetismo de la función, que ve caer como fichas
de dómino a todos los fatalmente infectados. Conclusiones de La Cosa y de sus cosas
sucedáneas: a) cuando venga una invasión extraterrestre necesitamos a alguien
como Kurt Russell que coja el lanzallamas con seguridad; y b) si los grandes
monstruos yacen dormidos bajo el hielo, esto del cambio climático se anima.
26 octubre 2011
'Mientras duermes': maldad elegante, demasiado elegante
por
JOAN PAU INAREJOS
Nota:
6,5
Por culpa de ‘REC’, las escaleras de vecinos,
preferentemente antiguas, siempre nos producirán un espontáneo escalofrío. Quién
le iba a decir a Ildefons Cerdà, insigne diseñador del Eixample barcelonés, que
aquella historia de infectados, contada en estremecedor tiempo real,
convertiría un bloque acomodado de la Rambla Catalunya en escenario de uno de
los cuentos de terror más rompedores e inolvidables de la historia del género.
Para bien o para mal, el coautor de la criatura, Jaume
Balagueró (Lleida,1968), ha decidido volver por sus pasos y rodar su nueva diablura
en el distrito barcelonés, esta vez de la mano del gigantesco Luis Tosar, en la
piel de un portero tan obsesionado con su infelicidad como resabiado contra con
la felicidad del resto del vecindario. Encarnación de la perversidad absoluta y
arbitraria, este cancerbero taciturno, oyente insomne de los programas de
autoayuda de la radio (pobre medio de comunicación, tan involucrado con psicóticos
y sociópatas del celuloide), buscará una segunda vida, una pérfida realización,
en el cultivo secreto del dolor ajeno, sobre todo de ciertas vecinas que adoran
su falsa facha de conserje dócil y abnegado: entre ellas una pija risueña (Marta
Etura) y una anciana relamida que tiene sentimientos maternales con sus perros
(breve y antológico recital de la veterana Petra Martínez).
Poco más se puede contar sobre la doble vida del portero
siniestro, ribeteada con los tétricos planos de las subidas y bajadas del ascensor. Una
fábula contada con mimbres de elegante suspense, cierto. Y con una contención admirable,
más cierto todavía (y ahí chirrían ciertos desmanes sangrientos). Pero se echan
en falta sorpresas y emociones fuertes, más allá de sus interpretaciones
sólidas y de unos cuantos giros previsibles del subgénero Durmiendo Con su Enemigo. Claro que viniendo de las fiestas
anfetamínicas de ‘REC’, cualquier ceremonia clasicista nos iba a dejar
irremediablemente fríos. Todas las comparaciones son odiosas con aquellos
zombis cabreados.
25 octubre 2011
Sol y luna en el imaginario religioso
JULIO TREBOLLE
El islam es lunar: del Dios-sol no se recibe
más que un reflejo; en cambio en la concepción cristiana la revelación llega
directamente, como la luz solar
El imaginario temporal islámico es de carácter lunar, el
cristiano predominantemente solar. En la concepción islámica el poder absoluto
de Dios permanece distante e inefable. De Él no se recibe más que un reflejo,
como el que del sol transmite la luna. Sólo en la “noche del destino”, en la
vigilia del 27 del mes del Ramadán, el musulmán parece poder asomarse
momentáneamente a la experiencia de eternidad. En la concepción cristiana la
revelación de Dios llega, como la luz de la fuente solar, directamente a los
hombres. Las dos principales fiestas cristianas celebran la Epifanía y la
Pascua de resurrección del Dios encarnado en relación con la posición del sol
en primavera e invierno.
JULIO TREBOLLE LIBRO DE LOS
SALMOS: RELIGIÓN, PODER Y SABER (2001)
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24 octubre 2011
Sobre el "carácter español"
FERNANDO R. LAFUENTE
El estereotipo español se institucionalizó
hasta ser una “verdad cansada”; hoy, “lo celestinesco, lo lazarillesco, lo
qujotesco, han vuelto a su lugar de origen, a la literatura”
En el estereotipo español, que ocupa un lugar preferente en
la prensa occidental, se han combinado el folclore tradicional, peculiaridades
de nuestra cultura y, también, elementos aislados. El estereotipo se alimenta y
se institucionaliza, de ahí que Georges Steiner defina los estereotipos como “verdades
cansadas”.
La alegría, la buena disposición, un cierto carácter
equívoco, de fiesta, fue la nota habitual en los viajeros que visitaban España.
Desde la condesa D’Aulnoy en 1679 (…) “Felicidad, eso es lo que hay aquí y lo
que se comunica”. Antes, Wilhlelm con Humboldt (1800) definía la castilla
burgalesa como una tierra en donde se vierte “jovialidad y alegría” (…). Claro
que, también, en el apogeo del exotismo romántico, Alfred Vigny (1828)
describiría a un español así: “es un hombre del Oriente, un turco católico”.
Victor Hugo: “España es todavía el Oriente” (…) Chateaubriand iba más lejos
incluso: “el español es un árabe-cristiano”(…). Un siglo más tarde, el cine
excepcional de Luis García Berlanga mostrará en esa obra deslumbrante que es “Bienvenido
Mr. Marshall” (1951) cómo unos humildes españoles adoptan no solo como propio
sino como valor singular, único e inalienable, el estereotipo de la alegría
lanzado desde lejos (…).
La normalización de España, llevada a cabo en el último
cuarto del siglo XX, lejos ya de esa anomalía exótica que tanto había gustado,
fue posible gracias a que los españoles acabaron, casi de perfil, con la mítica
idea del “carácter nacional y sus mitos”. Así, por fin, lo celestinesco, lo
lazarillesco, lo quijotesco, lo donjuanesco, esos espacios imaginarios surgidos
de la literatura, que habían sido admirados en el imaginario occidental como lo
genuinamente español, volvían a su lugar de origen, a la literatura. La
realidad es otra cosa. Y la alegría una sustancia de la que están hechos los
sueños.
FERNANDO R. LAFUENTE EN EL SUPLEMENTO ‘ABC
35.000’, 24 OCTUBRE 2011
IMÁGENES: QUIJOTE DE DAUMIER; CELESTINA DE PICASSO; PATIZAMBO DE RIBERA; 'BIENVENIDO MR MARSHALL'
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sociología
Sociedad cristiana, ciudadanos agnósticos
JULIO TREBOLLE
“Se puede decir que la sociedad moderna, al
institucionalizar la solidaridad, es más cristiana que la cristiandad medieval,
pero es necesario preguntarse si en el futuro podrá haber solidaridad sin misericordia”
La piedra de toque de las religiones es su “efectividad
histórica”: “por sus frutos los conoceréis”(…). Por paradójico que pueda
resultar se puede decir –sin menospreciar los esfuerzos caritativos de las
instituciones cristianas de los siglos pasados ni sobrevalorar los éxitos del
actual sistema de protección social- que la sociedad moderna, habiendo
institucionalizado la solidaridad social, esen definitiva más cristiana que la
de la cristiandad bizantina y medieval. La sociedad cristiana medieval era dura
e intransigente con los “infieles” y herejes, pero hacia los de dentro se
mostraba compasiva y mirecordiosa (…). A partir del siglo XVIII la moral
puritana se hizo más exigente en el cumplimiento, pero menos propicia al perdón
y a la compasión. Pero es necesario preguntarse si la conciencia social moderna
no ha sido posible gracias a los esfuerzos de siglos de cristianización de las
sociedades bárbaras y, lo que es más importante, si este esfuerzo podrá
mantenerse en el futuro de no ir acompañado de una auténtica vivencia
religiosa. La pregunta última es la de si en definitiva es posible la
solidaridad sin la compasión, la ética de la exigencia competitiva sin un quantum de misericordia.
JULIO TREBOLLE LIBRO DE LOS SALMOS: RELIGIÓN,
PODER Y SABER (2011)
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18 octubre 2011
Moisés y el Big Bang
JOAN PAU INAREJOS
¿La separación de las aguas de Moisés, una evocación del Big Bang? No se puede negar que la analogía es
atrevida, casi un triple salto mortal, y a buen seguro escandalizaría a las
mentes atrincheradas que ven un hiato insuperable entre la Biblia y la física moderna.
Pero según Julio Trebolle (‘Libro de los salmos: religión, poder y saber), esa
retirada del Mar Rojo ante el cayado del patriarca es como la primera explosión
de la materia, que se expande súbitamente acaso también huyendo de ese nucleo
vacío donde está el creador.
JULIO TREBOLLE
El verso del Apocalipsis “¡El cielo, la
tierra, huyeron de su Rostro, no se encontró lugar para ellos!” describe un
universo en expansión que se aleja espantado al instante y del lugar de su
inicio explosivo (big bang) “ante” Dios (resulta en ocasiones
sorprendente la semejanza de las metáforas del lenguaje bíblico y científico
para hablar de la creación o del origen del universo: Cf. A. Fernández-Rañada, ‘Los
científicos y Dios’). El Mar, el reino del caos y de la muerte, devuelve sus
muertos e inicia así un movimiento de implosión y de restauración del universo.
Mientras los ejércitos egipcios huyen de los israelitas, la huida del Mar y el
retroceso del Río dejan ver el abismo que separa al cosmos de su Creador. La
imagen de la huida o del acercamiento al “rostro” divino expresan, tanto en el
orden cósmico como en el ético y humano, la distancia y cercanía entre Dios y
sus creaturas (…). En la descripción de la consumación final el Apocalipsis se
inspira en el salmo 114, que aplica motivos de creación a la historia
primordial de Israel (…): “El Mar al verlos se escurrió / retrocedió el Jordán
/ los montes brincaron como carneros / como corderos saltaron las colinas /
¿Qué pasa, Mar que huyes / a ti Jordán, que te retiras?”.
JULIO
TREBOLLE LIBRO DE LOS SALMOS: RELIGIÓN, PODER Y SABER (2001)
IMAGEN: ‘LOS DIEZ MANDAMIENTOS’
DE CECIL B. DEMILLE Y RECREACIÓN DEL BIG BANG EN http://blogmyeffort.blogspot.com/2010/08/hablamos-de-big-bang.html
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Sócrates contra la polis, Jesús frente a Pilatos
JULIO
TREBOLLE
El cristianismo desarrolló la figura
del filósofo-mártir (…). En la Grecia clásica Sócrates enseñó con su muerte que
el martirio del filósofo es el mejor testimonio de la verdad frente al poder.
Verdad y poder se enfrentan en los tribunales de Atenas y en los de Jerusalén.
Jesús y Pilatos dialogan sobre la verdad y el poder, la verdad con las manos
atadas y el poder lavándose las manos.
JULIO
TREBOLLE LIBRO DE LOS SALMOS: RELIGIÓN, PODER Y SABER (2001)
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14 octubre 2011
'Somewhere': yo os declaro padre e hija
LA
PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LABUTACA
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8,5
Nota: 8,5
¿Se puede ser padre y amante en la misma suite? Habría que
hacer un monumento a Sofia Coppola (‘Lost in translation’, 2003), por explorar
con tanta certeza y simplicidad, a veces con una sola escena, la lenta e inexorable disolución de los roles modernos. La joven
directora que nos deslumbró en aquel Tokio melancólico ha vuelto a poner sus focos clarividentes sobre dos personajes que habitan sendos lindes biográficos. Si la
megalópolis japonesa reunía las soledades de una joven estudiante y un actor
otoñal (Scarlett Johansson y Bill Murray), esta vez estamos en el Hollywood
dorado para asistir al reencuentro disfuncional entre un célebre actor divorciado y su
hija de 11 años (Stephen Dorff y Elle Fanning): él, despidiendo la treintena y
fumándose los últimos estertores de su juventud donjuanesca; ella, abandonando
la infancia para entrar en las primera e incómodas revelaciones de la
adolescencia.
Se ha dicho y es cierto: pocas veces el cine había retratado
con tanta crudeza y desencanto el mundo vacío de sus propias estrellas. En este
caso el de Johnny Marco, actor imaginario pero perfectamente tangible cuya vida tan lujosa como carcelaria nos deja
postales para enmarcar: empezando por ese Ferrari tedioso que da vueltas y vueltas en
un el valiente plano fijo inicial, hasta el baile de las gemelas strippers que recogen su barra con
prosaica profesionalidad, pasando por el repentino ataque de sueño mientras
hoza los bajos de una fémina o la elocuente imagen de su cabeza rebozada de yeso para que le hagan un molde, sin olvidar la fiesta que le organizan en su propia
casa y donde nadie dirige la palabra al supuesto anfitrión y homenajeado. En el otro extremo, imposible no sentir vergüenza ajena ante esos patéticos aduladores que le tienden puentes de plata y alfombras rojas por doquier, esas macizorras que guiñan un ojo ambiguo al hombre o al mito, y de nuevo esa tristeza ante la lejanía idiomática, osada y franca desmitificación del multiculturalismo feliz que ya consagró 'Lost in translation' en su propio título.
En este mundo tan contraindicado para menores aparece la
pequeña Cleo. Con un impresionante talento espontáneo, dichosamente alejado de
histrionismos infantiles azucarados, Elle Fanning ('Super 8') borda su papel
de princesa ingenua, de rosa extrañada en medio del páramo decadente de
los adultos: vemos a la niña alborozada en la piscina de la suite, maravillada ante el
show televisivo que le montan a su padre en Italia (mamachichos incluídas) o patinando sobre el hielo con una sonrisa
virginal, bella escena que la cámara aguanta con admirable estoicismo. Y la vemos también conmovedoramente desconcertada ante un padre incapaz de ejercer su condición, más allá del tiovivo de lujos y caprichos con los que distrae a la tierna pupila durante las breves vacaciones compartidas. Sofia Coppola -quien sabe si tirando de autobiografía, a la sombra del totémico papá Francis- nos habla de una tragedia silenciosa y estrictamente contemporánea: la de los hijos convertidos en jarrones chinos, habitantes en tierra de nadie y peregrinos del afecto de sus propios progenitores.
Quizá no rebasa la perfección o la sensación de novedad de ‘Lost
in translation’, y de hecho es inevitable recibirla como una ingeniosa
remasterización de aquélla, pero 'Somewhere' vuelve a confirmar que nos hallamos ante una de las mejores paisajistas de nuestra infelicidad. Tiene muchos óleos por delante y ojalá nunca le dé por desmontar el caballete.
10 octubre 2011
MEJOR CINE DE 2011
por JOAN PAU INAREJOS
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03 octubre 2011
‘La cara oculta’: otra buena idea por el desagüe
Atención: la crítica contiene pequeños
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por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 4
Nota: 4
Habría que hacer un museo del fracaso
cinematográfico. No hablamos de las películas que nacieron malas sin remedio,
sino de aquellas que tuvieron buenas ideas y no supieron desarrollarlas. Ah,
amigos. Nadie dijo que fuera fácil. El cine no son buenas ideas, sino buenas
puestas en escena, de ahí que haya películas electrizantes, envolventes e
incluso apasionantes sin apenas elaboración intelectual bajo su brillante corteza.
De ahí que tantas veces prefiramos una diversión hollywoodiense hábilmente
manufacturada antes que cualquier desahogo autoral (europeo, por ejemplo).
Perdón, san Fellini. Perdón, san Godard.
Todo esto viene a cuento de la nueva
candidata a ingresar en el muestrario de los bellos fiascos del celuloide, de
lo que pudo ser y no fue. Hablamos de ‘La cara oculta’, thriller del colombiano
Andrés Baiz cuya premisa prometía erizamientos de vello: una joven temeraria,
heredera de todos los Prometeos robafuegos que en el mundo han sido (Clara
Lago), decide encerrarse en un escondite construído en su propia casa, donde puede
ver sin ser vista para poner a prueba
la fidelidad de su mujeriego marinovio (Quim Gutiérrez). Este mirador hermético
nos retrotrae a la fantasía moderna por excelencia, que bulle en el mito del
hombre invisible y que cristaliza gracias a la erótica de las pantallas del cibermundo: poder
mirar al otro sin reciprocidad, sin consecuencias morales, beneficiándose, como
dice Manuel Delgado, de una “vista gorda generalizada”.
Pero no hay vista gorda que pase por
alto la desastrosa traslación cinematográfica de tan sugestivo planteamiento:
de entrada, la película cuenta dos veces la misma historia, primero con un
suspense excesivamente dilatado y después con una explicación excesivamente
evidente, con flash-back incluído, donde el tenebroso invento de la habitación
oculta aparece con ridícula brusquedad, como quien levanta una trampilla en un
capítulo de Tom y Jerry, por no citar
las bochornosas justificaciones que se dan para aclarar la existencia del
artefacto de marras, utilizado casualmente por el antiguo dueño de la casa
cuando era un fugitivo nazi (buf).
Los actores tampoco ayudan a salvar los muebles (más bien al contrario), mientras la función saquea
descaradamente los planos de ‘Lo que la verdad esconde’ (Harrison Ford & Michelle
Pfeiffer) y se despeña por los trucos del terror más cutre y facilón (véase la
tormenta ensordecedora, la presencia extraña que resulta ser el perro, las
parpadeantes caras de ultratumba o ese clásico del humor involuntario titulado “Creo
que aquí hay fantasmas” y subtitulado “No, mujer, eso son visiones tuyas”).
¿Momentos inspirados? Los hay. El diálogo
fantasmal entre la mujer y la amante a través del lavamanos, con esas miradas a uno y otro lado del espejo, tenía su mala leche. Una lástima que todo se vaya por la cloaca.
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