12 marzo 2009

Contra el superhombre


GILBERT KEITH CHESTERTON

Lo valioso no es el superhombre, sino "el viejo hombre que bebe cerveza, inventa credos, lucha y fracasa..."


El señor Shaw (...) decide arrojar por la borda la humanidad con todas sus limitaciones y buscar el progreso por el progreso mismo (...). Es como si una niñera hubiera probado durante años dar a un niño un alimento amargo, y al descubrir que no es adecuado, no abandonara el alimento para buscar uno nuevo, sino que arrojara al niño por la ventana y pidiera un niño nuevo.

El señor Shaw no puede entender que lo que es valioso y amable a nuestros ojos es el hombre, el viejo hombre que bebe cerveza, inventa credos, lucha, fracasa, el sensual y respetable hombre. Y las cosas que se han fundado sobre ese ser perduran inmortales; las cosas que se han fundado en la fantasía del Superhombre han muerto con las civilizaciones moribundas que son las únicas que las han producido.

Cuando Cristo, en un momento simbólico, estableció su gran sociedad, eligió como piedra fundamental no al brillante Pablo ni al místico Juan, sino a un confuso, un esnob y un cobarde: en una palabra, un hombre. Y sobre esa roca construyó Su Iglesia, y las puertas del Infierno no han podido contra ella. Todos los imperios y los reinos han fracasado debido a esa debilidad inherente y continua: que fueron fundados por hombres fuertes y se basaban en hombres fuertes (...). [En cambio], ninguna cadena es más fuerte que su eslabón más débil (...).

La fuerte literatura antigua siempre alaba al débil. Los rudos cuentos antiguos tienen tanta ternura por las minorías como cualquier idealista político moderno. las rudas baladas antiguas están tan sentimentalmente preocupadas por el oprimido como la Sociedad Protectora de los Aborígenes.

Cuando los hombres eran toscos y rudos, cuando vivían entre duros golpes y leyes duras, cuando sabían lo que es luchar realmente, sólo tenían dos tipos de canciones. El primero se recocijaba de que el débil hubiera conquistado al fuerte, el segundo era un lamento porque el fuerte, por una vez al menos, había derrotado al débil. Porque esa oposición al statu quo, ese esfuerzo constante por alterar el equilibrio existente, ese desafío prematuro al poderoso, es toda la naturaleza y el secreto más íntimo de la aventura psicológica llamada hombre.


GILBERT KEITH CHESTERTON, 'HEREJES' (1905)


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