Sin duda, las dos formas más importantes de esa derivación han sido durante milenios el trabajo corporal y la lucha entre grupos. Pero hoy, están cerrados los dos grandes conductos por los cuales los hombres descargaron durante milenios la pulsión agresiva, a saber: el trabajo corporal pesado y las contiendas y reyertas constantes, pero harto inofensivas antes que se inventaran las armas de fuego, que permiten matar sin esfuerzo.
¿Dónde está ahora esta pulsión? Sigue viva, aunque con manifestaciones distintas. Vive en las poderosas cargas de irritabilidad social interna, que amenaza hacer estallar nuestras grandes sociedades tan alivadas de trabajo físico; se ha convertido en angustia y propensión a la angustia, o en esa omnipresente desconfianza con que se enfrentan mutuamente los individuos. De manera que grandes cantidades de agresividad estarían listas estarían listas para dispararse cuando se las desatase.
Arnold Gehlen: Antropología filosófica, 79
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