18 octubre 2014
'Perdida': tú sonríe, cariño
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8
¿Cuántas películas y telefilmes se han basado en
desapariciones difíciles de resolver? Mujer bella se esfuma un buen día y las
sospechas se ciernen sobre su entorno más íntimo, para iniciarse entonces una
enrevesada trama psico-dramático-judicial. El tráiler puede engañarnos y
hacernos creer que estamos ante el enésimo folletín de sobremesa con producción
de lujo, pero alto. Lo que distingue la película de David Fincher de otras
tantas del montón no es el tema elegido, sino la zorruna inversión de roles que
aplica sobre este argumento clásico del cine.
El principal cambio de reglas salta a la vista: la pareja
protagonista, sobre quien se supone que recae el terrible peso dramático de la
historia, hace gala de una atípica frialdad y escepticismo, en contraste con una
sociedad sobreactuada que vive su peripecia como si se tratara de un reality show, con una
intensidad exagerada. Amy y Nick en cierto sentido, son actores de su propia
historia, parece que no vaya con ellos; actores haciendo de actores. Las
relaciones entre ambos tampoco reproducen el tópico. No estamos exactamente ante el hombre
dominante, de intenciones ambiguas, marido amantísimo de una pobre mujer
anulada y victimizada. Todo es un poco más complejo.
Fincher disfraza de película de desapariciones lo
que en realidad es una soterrada y monumental sátira de la sociedad mediática y
del espectáculo. Jugando al suspense y de qué manera pero hurtándonos casi cualquier atisbo de
sentimentalismo, la película incluso se permite jugar con el sentido del humor
y está entretejida con una frondosa malla de diálogos acerados e inteligentes.
Un humor adulto y sarcástico lo envuelve todo, como si la verborrea irónica de
‘La red social’ se amalgamase con el juego de pistas criminales de ‘Seven’. Ni
rastro de la ramplonería que suele adornar el género.
Rosamund Pike, espléndida, reina como nadie sobre este juego
de espejos barroco y conceptista. La película está hecha para ella. Su mirada atractiva y misteriosa dice todo lo
que tiene que decir acerca de esa asombrosa Amy carismática y superdotada,
prisionera del personaje que dispusieron para ella desde la más tierna infancia.
Y sospechamos que la insipidez innata de Ben Affleck también está escogida
a conciencia: él no es protagonista, sino percha de una sucesión de giros, conflictos
y avatares colectivos, como un Show de Truman de segunda generación
donde el actor ya sabe que lo es e intenta lidiar con ello.
Visualmente impecable, sonoramente impecable, habilísima en el
juego de los primeros y los segundos planos, precisa hasta la extenuación
en los diálogos y las réplicas, ‘Perdida’ es un mecanismo de relojería mucho
más brujo e interesante de lo que pudiera parecer. No apto para románticos y
llorones: el odio, como un flujo negro y reseco, corre por sus venas y
atención, puede estallar en cualquier momento.
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