09 octubre 2014
Lanzar un mensaje de tranquilidad
Joan Pau Inarejos
Me inquieta cuando los políticos dicen que
quieren “lanzar un mensaje de tranquilidad” y después no lo hacen. Este
latiguillo se ha convertido en una curiosa frase autorreferencial. Por lo
general, cuando a uno le prometen un mensaje de tranquilidad, a continuación
espera argumentos y explicaciones que, efectivamene y por su propio
contenido, contribuyan a calmar los ánimos. Pero éstos brillan por su ausencia.
Hoy en día, el mensaje de tranquilidad es decir que se quiere lanzar un mensaje
de tranquilidad.
Para colmo, esta frase no la suelen utilizar
grandes estadistas o líderes carismáticos, de quienes suponemos que tienen
mucha información y saben lo que hacen, sino ministros/as mediocres obligados a
comparecer para apagar fuegos y crisis sobrevenidas de las que tienen poca o nula información. En el fondo, lo que hacen estos voceros es calcar perezosamente la
jerga de sus asesores y spin
doctors: “tienes que lanzar un mensaje de tranquilidad”. En este punto el político debe empezar a pensar cómo y de qué manera va a tranquilizar a la
población. En vez de esto, sale como un loro, declara su impotencia y dice que quiere “lanzar un
mensaje de tranquilidad”. Es el juego del teléfono: por aquí me dicen esto y yo lo
repito (peor).
La estrategia comunicativa sobre el Ébola se limita a "lanzar mensajes de tranquilidad" (Ana Mato), igual que la lucha contra el paro se reduce a "lanzar mensajes de confianza" (Fátima Báñez). Los políticos se han dado a una competición de lanzamiento de mensajes como quien lanza jabalinas, martillos o discos: no importa lo que se lance mientras se lance lo más lejos posible. Por hacer una comparación grotesca, es como si el
gobernante saliera a la palestra, dijera que quiere “hacer una promesa
electoral” y esperase el aplauso entusiasta de la platea sin explicar qué
hospital va a construir o qué bajada de impuestos quiere aplicar. Del mismo modo,
la tranquilidad y la confianza no se generan por el mero hecho de enunciarlas: al contrario, subrayar estos conceptos como un mantra, sin darles contenido, provoca serias suspicacias. Aunque estemos detrás de la pantalla, no somos tontos. Lo digo por lanzar un mensaje de clarificación.
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