30 mayo 2013
Beberás las oscuras golondrinas
Joan Pau
Inarejos
“Por favor, no
rompáis la poza, es para beber los pájaros”. Beber los pájaros. Lo podría haber escrito algún
poeta de la generación del 27, pero es obra de un ciudadano anónimo,
contemporáneo nuestro, del que poco o nada sabemos. Este ruego peculiar cuelga
de un cartel en la montaña de Sant Ramon, en mi ciudad, y con su personal
gramática, invita a fabular sobre mirlos y gorriones líquidos que son sorbidos
por un caminante sediento. Un trago de surrealismo involuntario.
El bienintencionado
protector de las aves debería haber dicho que la poza es “para que beban” sus pájaros, pero entonces la frase sería un mero trámite. Su rotulación
espontánea ignora subordinadas y subjuntivos con la misma olímpica parsimonia
con que Juan Ramón Jiménez ignoraba las ges y escojía la jota de modo jeneral.
Directo y libre. La ausencia de
puntuación permite también barruntar otras posibilidades, como que los pájaros
sean los verdaderos autores del cartel, apareciendo entonces como firmantes: “No rompáis la poza, es para
beber. Los pájaros”.
El equívoco me ha
recordado a aquel misterioso villancico que invita a contemplar cómo beben los
peces en el río. Andábamos absortos, preguntándonos cómo carajo iban a ingerir
líquido unos animales que viven en el medio acuático, cuando tal vez la
historia era al revés. Quizá eran los peces quienes eran bebidos por los
pastores en un arranque de fantasía por ver a Dios nacido. Después, supongo,
contrajeron un coma elíptico y desaparecieron como sujetos.
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