16 abril 2013
Harry, no mires a la luz
Joan
Pau Inarejos
Andaba el otro día por la calle, sumido en mis rutinas, cuando un fulgor rojo reclamó mi atención. Un señor me puso en alerta,
con un comentario fugaz que pronunció en enérgico acento andaluz de modo
espontáneo y sin dirigirse a nadie. ¡Joé, qué bixo má raro! Nuestro
peatón pasó de largo apresuradamente, con una mueca de aprensión, pero yo quise
acercarme al lugar de los hechos, llevado por una morbosa curiosidad. El ser
que levantaba estas muestras de asombro era un insecto de innegable aspecto
exótico, poseedor de un hermoso colorido rojo-negro y un caparazón reluciente
que terminaba en un hocico de tres puntas. No le había visto jamás por el
barrio.
Intrigado, tomé una fotografía de aquella rara
mezcla de cucaracha y mariquita y la sometí al comité verificador de las redes
sociales, el #GranOjo que todo lo sabe y si no se lo inventa. No tardaron en
informarme de que se trataba del picudo rojo, el temible escarabajo invasor que
se dedica a liquidar nuestras palmeras con entomológico instinto de asesino en
serie. Entonces me sentí culpable por haber admirado a un ser tan destructivo y
despreciable. La naturaleza, muy zorruna ella, está llena de reclamos estéticos
que encubren tremendas amenazas y maldades. Las setas más maravillosas son
bombas de veneno. La Biblia ya avisa que Satanás era el más bello de los
ángeles. Y esa inquietud disonante me carcomía al recordar al escarabajo
picudo, brillante en el suelo como un rubí perdido.
Las fascinaciones son peligrosas, y si no que se lo
digan a los mosquitos de la película 'Bichos' de Pixar, que sucumbían a la
tentación de las farolas y caían achicharrados ("No puedo evitarlo... es
tan bonita..."). Literalmente, se dejaban deslumbrar, una
palabra que concentra la sabia precaución del pueblo llano ante el exceso de
esplendor de las cosas. Estoy tan receloso tras la experiencia con el picudo
rojo, que esta madrugada casi me ha conmovido ver a una sucia polilla
revoloteando sobre mi teclado, una asquerosa devoradora de suéteres que no
engaña a nadie.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario