11 abril 2013
Oda a los auriculares
Joan Pau Inarejos
Nuestros objetos más próximos apenas valen nada por sí mismos.
Unas gafas, por muy lujosas que sean, no tienen más misión que ver a través de ellas.
Las llaves son meros residuos metálicos si no sirven para abrir puertas
(debemos embellecerlas con un repertorio de llaveros que, esos sí, concentran
experiencias afectivas y viajeras). Lo mismo las humildes tarjetas del
transporte público: como mariposas efímeras, pierden todo su colorido al
terminar la jornada.
Nuestra vida está plagada de estas cosas discretas y poco
pretenciosas. Menudeces instrumentales a las que apenas atendemos, aunque es un hecho que nos
acompañan más que nadie. Personalmente, si tuviera que elegir entre toda esta
ristra de objetos proletarios, sin duda me quedaría con los auriculares. Con
ellos creo entender lo que dicen algunos abuelos al confesar que la televisión
les hace compañía. También a mí me conforta saber que tengo a mano este cable
tripartito con el que podré fugarme en cualquier momento de la banda sonora de la
realidad.
Mis auriculares y yo nos reímos de los fastuosos cascos,
novísimos y brillantes, que adornan ciertas cabezas modernas del suburbano. Nos
abochornan esos yelmos espartanos del siglo XXI, ya que nosotros preferimos
llevar lo nuestro con más intimidad. Con las hebras de cobre agazapadas entre
la camisa y el pecho, los tímidos con auriculares somos como un embrión ligado
a su cordón umbilical. Temerosos del mundo de afuera, vacilantes en los
andares, la música interna nos da una cierta armadura. Cuántas heroicidades
haríamos si nos acompañase siempre una buena orquestación de fondo.
Confieso que tiendo a perderlos con frecuencia, y, al comprar otros, entonces para
mí es como el alumno que debe acostumbrarse a un nuevo profesor. Su aspecto, su
sonido, sus pequeños defectos. Su modernidad chirriante o sus gangosos modos
obsoletos. Sin excepción acabo habituándome a ellos, hasta que el azar y mi despiste los vuelven a extraviar, y separan para siempre lo que Samsung había unido.
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