23 septiembre 2012

'A Roma con amor': veni, vidi y no vici


LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LABUTACA
per JOAN PAU INAREJOS
Nota: 6

Woody Allen se va de Europa pero teníamos que haberle echado antes. Habla el despecho. El amor herido y exigente de quien ha gozado de sus obras maestras y no le perdona su tour de la Imserso por el Viejo Continente, perlas londinenses al margen. La buena noticia es que ‘A Roma con amor’, por lo menos, no es tan catastrófica como la siesta neuronal de ‘Vicky Cristina Barcelona’, y hasta tiene algunas ideas ingeniosas.

Abusando de la fotogenia de la Ciudad Eterna -como ya hiciera con París-, el neyorquino encajona cuatro historias diferentes con escasa ligazón, muy desigual interés y alma tirando a poca. La mejor, probablemente, el gag sobre la fama de Roberto Benigni, un romano pequeñoburgués convertido de la noche a la mañana en una celebridad mediática. Hay destellos del mejor Allen cuando el histriónico italiano se pone a detallar ante una nube de cámaras cómo le gustan las rebanadas para desayunar. Buen dardo.

El segundo tanto se lo marca el propio Allen, redivivo ante las cámaras interpretando a un director de orquesta jubilado y neurótico. Aunque se repita más que el ajo, hay que reconocer que la aparición de este hombrecillo con los pantalones en las axilas sigue provocando una sonrisa familiar. Es como el abuelo cebolleta, que ya no sabemos si nos hace gracia por sus historias o por la pesadez con que las repite. El personaje de Allen busca  una estrella y la encuentra en su aguerrido consuegro, un moreno barbudo que gestiona pompas fúnebres y canta en la ducha. Hasta aquí podemos leer sin reventar esta divertida parodia sobre la timidez del talento cuando sale de la intimidad hogareña.

Más allá de estos gags inspirados, dos jóvenes actrices consiguen animar el decadente universo alleniano. Ellen Page optimiza asombrosamente su metro 53, y la italiana Alessandra Mastronardi borda la pura inocencia pueblerina. Esto es lo bueno de la expedición romana de Woody Allen. Lo malo, como decía una de sus películas, es todo lo demás.


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