17 mayo 2011

La era yudoca (o el nuevo fatalismo económico)

JOAN PAU INAREJOS
Nuestros antepasados creían fervorosamente en la fatalidad de las cosas: un futuro preescrito en las estrellas, llamado hado, destino o determinismo (según sus formas mitológicas o laicas) y que antaño se atribuía a los designios de los dioses o de la naturaleza. Hoy, según sugiere el escritor portugés Gonçalo M. Tavares, renace esa convicción en la historia inexorable, pero no merced a Zeus ni al ADN de la especie, sino a los omnímodos poderes económicos que hacen inútil cualquier forcejeo: Portugal y Grecia parecen demostrar que lo mejor es, simplemente, practicar la caída. Como el yudoca.


GONÇALO M. TAVARES
“La cuestión europea ya no es evitar la caída, sino pensar en estrategias de caída sin lastimarnos: no es un pensamiento de boxeador sino de yudoca: sé que voy a caer y, por tanto, entreno para caer de frente ”

La cuestión europea, en este momento, es esa: ¿qué hacer mientras caemos? Ya no se trata de hacer algo para evitar la caída, sino, más bien, de pensar en estrategias de caída, de pensar en formas de caer sin lastimarnos. En eso es en lo que piensan ya muchos países. Es un pensamiento de yudoca, el más útil en estos momentos: sé que voy a caer y, por lo tanto, practico las caídas. Voy al gimnasio y me entreno semanas y semanas en la forma de caer. Esto es, de hecho, lo más sensato. El país que crea que nunca va a caer, que se mantenga duro y orgulloso y que no se entrene para caer bien, se partirá varios huesos cuando caiga, de eso no cabe duda. ¿Qué es, por lo tanto, un país yudoca? Es un país que no se hace falsas ilusiones sobre las fuerzas del otro (el otro -cualquiera que sea el adversario- tiene fuerzas suficientes para derribarme) ni tampoco se hace falsas ilusiones sobre la fuerza de gravedad: la naturaleza, nos guste más o menos, no va a suspender la fuerza de la gravedad.

De hecho, lo que me parece ya evidente para muchos países es que la cuestión no es si voy a caer o no, la cuestión es si voy a caer de frente o voy a caer de espaldas. Porque hay una enorme diferencia entre esas dos caídas. Caer de espaldas es mucho más peligroso. Lo que en el yudo se llama hippon, y que supone la derrota de un yudoca, es precisamente la caída de espaldas. La diferencia, en definitiva, entre un país yudoca y un país boxeador consiste en que ambos caen, pero el yudoca, cuando cae, se lastima menos. Europa, por lo tanto, debe empezar, hoy mismo, con sus clases de yudo.

GONÇALO M. TAVARES, EL PAÍS, ARTÍCULO ‘LA CAÍDA DE EUROPA’,16/5/2011
TRADUCCIÓN DE CARLOS GUMPERT

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