27 abril 2011
Professionals de la sospita
FERRAN SÁEZ MATEU
“Hi ha poques coses més intel·lectualment deshonestes que el dubte exhibicionista: el nostre escepticisme sistemàtic cap als mitjans acaba conduint, paradoxalment, a la pura desinformació”
Entre terratrèmol i terratrèmol, és quan apareix la patètica figura de Gaddafi. El que va passar a Líbia és una cosa tan greu com vergonyosa –un sàtrapa que volia fer callar la gent a canonades– però durant més d'una setmana aquest episodi va desaparèixer, va deixar d'existir, cosa que permeté a la dictadura líbia fer els darrers jocs de mans (un alto el foc per guanyar temps que al final ni tan sols va respectar, etc.). Els espaviladets, els falsos ingenus o els anarquistes subvencionats sempre acaben fent una lectura conspiratòria d'aquestes “desaparicions” informatives (alguns, de fet, viuen de fer-les). Com passava amb la qüestió que hem comentat abans, sembla més fàcil dur a terme una lectura malintencionada i falsament complexa d'un fet que no pas assumir-lo com allò que és: un esdeveniment contingent, una trista casualitat. Darrerament, aquesta gran impostura –hi ha poques coses més intel·lectualment deshonestes que el dubte exhibicionista– s'ha portat fins el paroxisme. Els recomano, en aquest sentit, la lectura de Boris Groys i la seva noció de “sospita mediàtica” (el nostre escepticisme sistemàtic cap als mitjans acaba conduint, paradoxalment, a la pura desinformació).
FERRAN SÁEZ MATEU, ARTICLE 'MÉS ENLLÀ DELS RELATS' AL DIARI ‘AVUI’, 22/3/2011 / foto: Gadafi, Getty Images
Etiquetes de comentaris:
política,
publicidad y media
noticias poéticas
Lluvia primaveral de metano en Titán
Primeras observaciones que confirman el especial ciclo hidrológico de la luna de Saturno
ELPAIS.es, 23 marzo 2011
La "pantera nebulosa", la "luna helada y esponjosa"... Ver más NOTICIAS POÉTICAS
18 abril 2011
'Código Fuente': mucha misión, poco cerebro
Nota: la crítica contiene pequeños detalles del argumento
La imagen de un hombre que libra un sinfín de misiones de alto riesgo con una mínima actividad cerebral es la mejor metáfora posible de este experimento de ciencia-ficción, donde Duncan Jones, el retoño de David Bowie que hasta ahora apuntaba maneras de genio ('Moon'), parece haber entregado su nombre y cuatro ideas creativas al mercado de la reventa de la basura cinematográfica.
Antes de sacar el bisturí, hagamos un breve fogonazo de lo que podía haber sido un argumento apasionante: un soldado destinado en Afganistán de repente se ve lanzado a un viaje al pasado para descubrir la autoría de un atentado terrorista en un tren que va a Chicago (y hasta aquí podemos leer).
1 El primer síntoma de encefalograma plano es haber colocado aquí a Jake Gyllenhaal (el vaquero de 'Brokeback Mountain'), el mayor monumento a la inexpresividad desde el bacalao que decía "a mí me van a comer" en La Sirenita. La falta de garra y de encanto de este tipo es sencillamente indignante para el ciudadano honrado que paga entre 7 y 8 euros para entrar al cine.
2 En casos así suele haber algún secundario que salve los muebles, pero en el presente producto, exceptuando una muy digna Vera Farmiga ('Up in the air') que consigue traspasar la pantalla como severa instructora del más allá de la cápsula, el resto parece salido de un telefilm de la peor calaña dominguera, desde la chica-florero odiosamente guapa y relamida hasta un villano con muletas que limita al norte con el Doctor No y al sur con el Doctor Dolittle, pasando por una patuleya de pasajeros del tren estereotipados y narrativamente imbéciles hasta decir basta (la empatía es tan floja que no produce el más mínimo escalofrío el pensar que saldrán todos volando por los aires).
3 Pero más allá de un reparto que toca fondo, 'Código Fuente' comete el peor pecado cinematográfico: no estar a la altura de lo que pretende y quedarse, en este caso, entre el Pinto de la ambición autoral y el Valdemoro de la sana diversión comercial, sin aterrizar en ninguna de las dos pistas, porque no brillan ni las neuronas ni el dinero. La vuelta de tuerca al género, con un hallazgo científico-policíaco que permite viajar en el tiempo a través de la memoria cerebral renqueante, habitando una especie de limbo o prórroga vital durante un tiempo limitado, resulta tan atractiva sobre el papel como exasperante su prostitución en la pantalla, merced a una puesta en escena vergonzante y una ristra de diálogos de factura preadolescente (queda para los anales la frase "Si quiere le envío una pizza, para que compruebe que soy real").
Moraleja: Los sacos de dólares pueden dar fantasías comerciales tan sobresalientes en el terreno de la ciencia-ficción como 'Origen' o 'Minority report' -por citar dos célebres peripecias por el espacio-tiempo- pero también bodrios tan fallidos como éste, donde nadie se ha acordado que había que hacer una película, encajar todas sus piezas y, si puede ser, que no parezca un ensayo estudiantil lleno de típex y de borrones. Duncan Jones: busca culpables, deshazte de ellos, y, por lo que más quieras, vuelve a la luna para fabricar otra maravilla de bajo coste.
Antes de sacar el bisturí, hagamos un breve fogonazo de lo que podía haber sido un argumento apasionante: un soldado destinado en Afganistán de repente se ve lanzado a un viaje al pasado para descubrir la autoría de un atentado terrorista en un tren que va a Chicago (y hasta aquí podemos leer).
1 El primer síntoma de encefalograma plano es haber colocado aquí a Jake Gyllenhaal (el vaquero de 'Brokeback Mountain'), el mayor monumento a la inexpresividad desde el bacalao que decía "a mí me van a comer" en La Sirenita. La falta de garra y de encanto de este tipo es sencillamente indignante para el ciudadano honrado que paga entre 7 y 8 euros para entrar al cine.
2 En casos así suele haber algún secundario que salve los muebles, pero en el presente producto, exceptuando una muy digna Vera Farmiga ('Up in the air') que consigue traspasar la pantalla como severa instructora del más allá de la cápsula, el resto parece salido de un telefilm de la peor calaña dominguera, desde la chica-florero odiosamente guapa y relamida hasta un villano con muletas que limita al norte con el Doctor No y al sur con el Doctor Dolittle, pasando por una patuleya de pasajeros del tren estereotipados y narrativamente imbéciles hasta decir basta (la empatía es tan floja que no produce el más mínimo escalofrío el pensar que saldrán todos volando por los aires).
3 Pero más allá de un reparto que toca fondo, 'Código Fuente' comete el peor pecado cinematográfico: no estar a la altura de lo que pretende y quedarse, en este caso, entre el Pinto de la ambición autoral y el Valdemoro de la sana diversión comercial, sin aterrizar en ninguna de las dos pistas, porque no brillan ni las neuronas ni el dinero. La vuelta de tuerca al género, con un hallazgo científico-policíaco que permite viajar en el tiempo a través de la memoria cerebral renqueante, habitando una especie de limbo o prórroga vital durante un tiempo limitado, resulta tan atractiva sobre el papel como exasperante su prostitución en la pantalla, merced a una puesta en escena vergonzante y una ristra de diálogos de factura preadolescente (queda para los anales la frase "Si quiere le envío una pizza, para que compruebe que soy real").
Moraleja: Los sacos de dólares pueden dar fantasías comerciales tan sobresalientes en el terreno de la ciencia-ficción como 'Origen' o 'Minority report' -por citar dos célebres peripecias por el espacio-tiempo- pero también bodrios tan fallidos como éste, donde nadie se ha acordado que había que hacer una película, encajar todas sus piezas y, si puede ser, que no parezca un ensayo estudiantil lleno de típex y de borrones. Duncan Jones: busca culpables, deshazte de ellos, y, por lo que más quieras, vuelve a la luna para fabricar otra maravilla de bajo coste.
15 abril 2011
Primavera sin por qué
El místico Angelus Silesius afirmó que "la rosa es sin por qué", y eso que tal vez pudiera parecer una enojosa ambigüedad, o una triste arbitrariedad, sólo se comprende profundamente una vez al año, cuando, sin más justificación que su mero ciclo natural, florecen las flores. Cada uno tiene las suyas: yo puedo rememorar el humilde rosal de una vecina, donde los capullos rosáceos mudaban en magníficas corolas y éstas en desvaídas sedas de color de vino, en una procesión tan predecible como atractiva desde la mirada ociosa de una terraza. O bien las suavidades perlinas del romero, que cada año sin falta descubría (y lo escribo en pasado porque es la infancia la que imprime en la memoria con tinta indeleble) su miríada de brotes violáceos en los alrededores de la casa de mis abuelos, y conservaba el perfume mucho más allá de su repliegue, alzando orgulloso los secos tallos cual mortajas fragantes. Digo todo esto porque, sin una sola brizna de nuestro trabajo, sin un ápice de nuestras angustias y ajetreos, completamente ajenos a lo que deseamos, perseguimos, añoramos y reprochamos, hoy los árboles de mi calle se han vuelto a vestir de verde.
Joan Pau Inarejos, 15 abril 2011
Retazos del Cantar de los Cantares
"Que me prodigue con besos de su boca, porque son mejores que el vino" (1:2)
Así como la espada arma al caballero, el denominado beso de Dios o neshikáh insufla Espíritu Santo al estudiante que solicita su presencia. Una leyenda dice que Moisés murió de un "beso" o neshikáh de Dios, que en términos médicos equivale a un infarto de miocardio. A partir de esta historia se cree que es un privilegio morir de este modo. El Creador puso en nosotros Su soplo y llegado el momento lo retira.
LA CÁMARA
Así como la espada arma al caballero, el denominado beso de Dios o neshikáh insufla Espíritu Santo al estudiante que solicita su presencia. Una leyenda dice que Moisés murió de un "beso" o neshikáh de Dios, que en términos médicos equivale a un infarto de miocardio. A partir de esta historia se cree que es un privilegio morir de este modo. El Creador puso en nosotros Su soplo y llegado el momento lo retira.
LA CÁMARA
"Arrástrame contigo, corramos a tu cámara a gozar y a ser felices juntos" (1:4)
Según para qué tarea mística, la cámara ha de ser secreta, personal, como la cella del monje o el cubiculum tuum mencionado en Mateo 6:6, a propósito del cual Jesús dice: "más tú, cuando oras, éntrate en tu cámara y, cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en secreto".EL PASTOREO
"Dime, dilecto de mi alma, dónde pastoreas, en qué sitio reposas al mediodía. ¿Por qué habría de vagar entre los rebaños de tus compañeras? (1:7)
"Dime, dilecto de mi alma, dónde pastoreas, en qué sitio reposas al mediodía. ¿Por qué habría de vagar entre los rebaños de tus compañeras? (1:7)
El rey sabio, como el Creador, tiene sus sitios predilectos, sus oquedades, sus prados, sus "montes y collados" que diría san Juan de la Cruz. La muchacha, pero también el alma, quiere saber dónde hallar a su Amado, cuál es el sitio en el que el reposo deviene didáctica y aprendizaje (...). Cada amante ansía conocer el espacio favorito de su amor para sorprenderlo en el instante de su mayor goce y apertura. El lugar donde, despojado de su sombra -como al mediodía- es todo luz.
EL HOMBRE DORMIDO
"Mi amado es un puñado de mirra cuando pernocta entre mis senos" (1:13)
Percibimos el después del frotamiento o, como dice el clásico chino I-ching, la calma tras "la consumación". Que sea ella, la Sulamita, quien está despierta también es un arquetipo, pues la mujer, en cuyo altar ha ardido la pasión, observa la exhalación de sus motivos, el perfume de sus fugas, le evaporación serena de sus éxtasis y se permite hablar de ello como si fuese el pebetero en el que el fuego ha consumado su faena aromática"."Mi amado es un puñado de mirra cuando pernocta entre mis senos" (1:13)
LO INEFABLE
"¡Cuán bella eres, amiga mía, qué bella! Tus ojos son palomas (1:15)
Entre los estudiantes de la Kábala suele decirse que la comprensión total es posible pero no registrable, es decir que lo que acontece en el momento de la "iluminación" y comprensión supremas, la habrakáh, nunca puede expresarse claramente en palabras, ya que tiene mucho más que ver con un cambio de aliento, con una sutil modificación anímica, que con el verbo. "¡Cuán bella eres, amiga mía, qué bella! Tus ojos son palomas (1:15)
LA FLOR
"Soy la azucena del Sharon, la rosa de los valles" (2:1)
Ella, lo femenino, se define como una flor. Una flor que representa, como dijo el poeta Novalis en sel siglo XIX, "el símbolo del misterio de nuestra alma" (...) El lirio o la azucena tienen en jabatzelet al "corazón" o leb como prueba (...) del carácter floral de nuestra víscera más viva (...). La rosa es aquello que debe abrirse y cambiar, shanáh, en el sujeto, para que éste pueda acceder de la trama carnal a los transparentes pétalos de su iluminación (...). Al ser tocada por su Creador, el alma despide el perfume de Su recuerdo (...). El alma, nos dirá el Cantar, es como una rosa entre espinas, una gema enterrada que espera paciente el pulido de su revelación."Soy la azucena del Sharon, la rosa de los valles" (2:1)
AMOR Y DESEO
"Os conjuro, muchachas de Jerusalén, por las ciervas y las gacelas de los campos, no despertéis, no perturbéis al amor hasta que lo desee" (2:7)
Los alumbrados del siglo XVI, considerados injustamente herejes, fueron llamados dexados por los inquisidores porque a sus raptos místicos, a sus experiencias de luz interior, les sucedía una más que probada distensión y flojera (...). Al deseo le corresponde la ignición, el chispazo, mientras que al amor le concierne la llama, el resplandor (...). El amor está despierto mientras el deseo descansa, sujeto, como se encuentra, a los altibajos de lo erótico, lo que nos indica que es el amor el que enhebra a sus criaturas cuando éstas lo desean, permaneciendo después a la vera de su encuentro como un artista que contemplase la obra singular que ha salido de sus manos. Lo erótico es subcutáneo y cíclico, en tanto que lo agápico es continuo y cósmico."Os conjuro, muchachas de Jerusalén, por las ciervas y las gacelas de los campos, no despertéis, no perturbéis al amor hasta que lo desee" (2:7)
LA VOZ DE MI AMADO
"Aquí llega la voz de mi amado, saltando por los montes, brincando por los collados" (2:8)
Parece como si la voz que lo transmite viniese a nosotros danzando, girando como una simiente alada en el aire de la primavera (...) De hecho nacemos por dos medios: el seminal y el semántico, de nuestras madres y del seno del lenguaje en el que pronunciamos nuestras primeras palabras. Quizá por ello el amor sea inseparable del sonido y del verbo."Aquí llega la voz de mi amado, saltando por los montes, brincando por los collados" (2:8)
EL PERFUME
"Cuando se invierta el día y huyan las sombras iré hacia el monte de la mirra y a la colina del incienso" (4:6)
En numerosos Aquello que se come por la boca [horizontal] pertenece al tiempo, en tanto que lo que se aspira por la nariz [vertical] nos habla de la eternidad (...). Los perfumes hablan al alma como los colores deleitan al ojo (...). Justifica, en cierto modo, el que muchos místicos del sufismo llamen a Dios el Fragante."Cuando se invierta el día y huyan las sombras iré hacia el monte de la mirra y a la colina del incienso" (4:6)
LOS OJOS
"Secuestras mi corazón, amada mía, esposa, secuestras mi corazón con una sola mirada de tus ojos atándolo con tu collar" (4:9)
Ibn Sahl, un poeta sevillano de origen judío que vivió en el siglo XIII, solía decir: "no quiero llorar porque siendo la niña de mis ojos, te ahogarías en ellos"."Secuestras mi corazón, amada mía, esposa, secuestras mi corazón con una sola mirada de tus ojos atándolo con tu collar" (4:9)
EL LAÚD DE LAS VÉRTEBRAS
"Jardín cerrado eres, hermana, amada mía, una fuente oculta, un manantial vallado" (4:12)
La voz hebrea naaul, que el latín traduce por conclusus y derivará hacía la aún vigente idea de clausura religiosa, supone un estado de elevación, sublime incluso, naaléh. Y no tanto por su referencia a la virginidad como por su relación con aquello que está y debe ser protegido, a semejanza de nuestra respiración bajo el laúd de las vértebras, óseo vallado al que dilatan la inspiración y el canto."Jardín cerrado eres, hermana, amada mía, una fuente oculta, un manantial vallado" (4:12)
LOS GENITALES
"Mi amor extiende su mano hacia el hueco del asombro y soy puro temblor" (5:4)
Los anatomistas y médicos de Roma sospechaban que sexo proviene de sectum, sector, corte, hendidura. Por lo tanto herida, huella de algo que ocurrió y la memoria hurga una y otra vez con el fin de averiguar qué había allí cuando la forma era plena (...). Fue Lucrecio, autor de la obra De rerum natura, quien observó que la genitalidad femenina introvierte la masculina mientras que ésta extravierte la femenina. Nuestra relación es, pues, especular antes incluso de tocarnos (...). El psicólogo C. G. Jung insinuó, tras estudiar a los primitivos gnósticos,que la chispa femenina el hombre se llama anima y la masculina en la mujer animus. En ese caso estamos articulados de tal como que cada uno de nosotros es el otro por dentro."Mi amor extiende su mano hacia el hueco del asombro y soy puro temblor" (5:4)
EL ENREDO
"Asomas tu cabeza de fértil jardín y por el brillo de sus rizos un rey queda enredado en su trama" (7:6)
Enredarse es, entonces, mucho más que caer en las redes del amor. También es quedarse inmovilizado por el éxtasis de su hechizo, experimentar una delicia estática de la que no sabemos cómo salir y, a veces, cómo diablos hemos llegado a ella."Asomas tu cabeza de fértil jardín y por el brillo de sus rizos un rey queda enredado en su trama" (7:6)
EL ABRAZO
"Desliza su brazo izquierdo por debajo de mi cabeza y con el derecho me abraza" (8:3)
Sorprende observar que cuando son las mujeres las que se abrazan hay más silencio que cuando lo hacen los hombres, quienes -de modo casi inevitable- se golpean la espalda con la intención de demostrar que, a pesar de la ternura de ese gesto, aún les quedan fuerza y rigor por si fueran necesarios."Desliza su brazo izquierdo por debajo de mi cabeza y con el derecho me abraza" (8:3)
El Cantar de los Cantares o los aromas del amor, de Mario Satz (2005) (relectura)
Etiquetes de comentaris:
biblia,
judaísmo,
Mario Satz,
poesía,
religión
11 abril 2011
'La red social': conectarse o morir (de sueño)
No deja de tener su miga que una película sobre Facebook, el reino de los mensajes efímeros y superficiales, sea una sucesión cargante de diálogos y reflexiones en voz en alta que durante 122 minutos no dejan ni un instante de respiro cerebral. O quizá sea ésta su expresión más fiel, porque amigos, qué es la red azul sino un enorme lienzo, un gigantesco mosaico compuesto por mensajes variopintos e ingeniosos que raramente adquieren la espesura de un relato coherente pero que tejen una malla barroca e ilimitada.
No le negaremos gigas de garbo y agudeza -como un constante tecleo ante el excitado plasma- al artefacto escrito por Aaaron Sorkin y dirigido por David Fincher, con el pretexo, más que el argumento, de la creación de la archifamosa red social por parte del precoz estudiante de Harvard Mark Zuckerberg. Tampoco le haremos ascos a su humor cáustico y en ocasiones desenfadadamente absurdo (véanse las atribulaciones del joven Eduardo, acusado de maltratar a una gallina). No; contra todo pronóstico ante un proyecto de estas características, aparentemente hipotecado por el fenómeno de masas que lo inspira, no hay aquí una brizna de comercialidad ni la más mínima concesión a las asiduidades estéticas, eróticas y sentimentales de la gran producción hollywoodiense, quizá exceptuando un happy end virtual y platónico, nunca consumado y colado por el puerto USB de atrás.
La mejor comparación posible de 'La red social' no es con el taquillazo clásico y oscarizable -ahí está su mediocre cosecha de estatuillas- sino acaso con las grandes novelas realistas del siglo XIX sobre jóvenes arribistas, carentes de escrúpolos y empatía, que consiguen escalar a lo más alto, eso sí, con el estilo y los códigos de la nueva ficción televisiva estadounidense, que tantas alegrías está dando a los críticos y espectadores más exigentes, con su mezcla de guión de hierro, potencia visual y personajes excéntricos (a House, Lost o Daños y perjuicios me remito).
Cierto que el Zuckerberg real debe de estar indignado con la película, pero no por retratarle como hábil trepador y perfecto judas de todas sus amistades, sino por aparecer sin el más mínimo aliento épico, bajo las facciones de un esforzado Jesse Eisenberg, frente a unos secundarios que se lo comen literalmente con patatas, especialmente el tirillas Andrew Garfield (ya veremos cómo le sienta el traje de Spiderman) o un Justin Timberlake sorprendentemente válido para la interpretación.
A pesar de todo, siento disentir de tanto espectador maravillado, y, si no fuera por el peligro de incurrir en una paradoja cibernética, estaría por crear un grupo en el Facebook llamado "Me he aburrido con la película de Facebook".
No le negaremos gigas de garbo y agudeza -como un constante tecleo ante el excitado plasma- al artefacto escrito por Aaaron Sorkin y dirigido por David Fincher, con el pretexo, más que el argumento, de la creación de la archifamosa red social por parte del precoz estudiante de Harvard Mark Zuckerberg. Tampoco le haremos ascos a su humor cáustico y en ocasiones desenfadadamente absurdo (véanse las atribulaciones del joven Eduardo, acusado de maltratar a una gallina). No; contra todo pronóstico ante un proyecto de estas características, aparentemente hipotecado por el fenómeno de masas que lo inspira, no hay aquí una brizna de comercialidad ni la más mínima concesión a las asiduidades estéticas, eróticas y sentimentales de la gran producción hollywoodiense, quizá exceptuando un happy end virtual y platónico, nunca consumado y colado por el puerto USB de atrás.
La mejor comparación posible de 'La red social' no es con el taquillazo clásico y oscarizable -ahí está su mediocre cosecha de estatuillas- sino acaso con las grandes novelas realistas del siglo XIX sobre jóvenes arribistas, carentes de escrúpolos y empatía, que consiguen escalar a lo más alto, eso sí, con el estilo y los códigos de la nueva ficción televisiva estadounidense, que tantas alegrías está dando a los críticos y espectadores más exigentes, con su mezcla de guión de hierro, potencia visual y personajes excéntricos (a House, Lost o Daños y perjuicios me remito).
Cierto que el Zuckerberg real debe de estar indignado con la película, pero no por retratarle como hábil trepador y perfecto judas de todas sus amistades, sino por aparecer sin el más mínimo aliento épico, bajo las facciones de un esforzado Jesse Eisenberg, frente a unos secundarios que se lo comen literalmente con patatas, especialmente el tirillas Andrew Garfield (ya veremos cómo le sienta el traje de Spiderman) o un Justin Timberlake sorprendentemente válido para la interpretación.
A pesar de todo, siento disentir de tanto espectador maravillado, y, si no fuera por el peligro de incurrir en una paradoja cibernética, estaría por crear un grupo en el Facebook llamado "Me he aburrido con la película de Facebook".
Apuntes mitológicos
LA DIFERENCIACIÓN
Según el mito de la creación maorí, el mundo comenzó a existir cuando los dos seres creadores, Rangi, el cielo, elemento masculino, y Papa, la tierra, elemento femenino, se desasieron del abrazo que los inmovilizaba en el vacío y adoptaron posturas opuestas y complementarias en el cosmos.
EL OMBLIGO DE VISNÚ
Quizá el más complicado de estos esquemas [cíclicos] desde el punto de vista filosófico sea el del hinduismo, según el cual el gran Visnú, al descansar entre los anillos de Ananta, la serpiente cósmica, en las aguas del caos, hace surgir un loto de su ombligo del que sale el dios creador Brahma.EL SOL Y LA LUNA
En África se cuenta que los cambios cíclicos de la forma de la luna se remontan a la época en la que ésta empezó a presumir de su belleza que, según ella, superaba a la del sol. Enfadado, Sol hizo añicos a Luna, que desde entonces lo teme y rara vez se atreve a mostrarse entera en el cielo.
DIOS EL ALFARERO
En numerosos mitos africanos de la creación aparece la imagen de la alfarería. Como creen que Dios da forma a los niños en el útero materno, las mujeres ruandesas en edad fértil siempre dejan agua preparada antes de acostarse para que Dios pueda formar con ella la arcilla.Mitología del mundo, coordinado por Roy Willis (1993)
08 abril 2011
temple musical
05 abril 2011
el sol dins ella
En una casa de pagès hi havia
una donzella que tenia
els disset anys d’amor; i era tan bella,
que la gent d’aquell volt
deien: «És una noia com un sol».
Ella prou la sabia
la parentela que amb el sol tenia:
que cada matinada
per la finestra a sol ixent badada
l’astre de foc i ambre
li entrava de ple a ple dintre la cambra,
i ella nua, amb delícia,
s’abandonava a la fulgent carícia.
De tant donar-se a aquestes dolces manyes
va ficar-se-li el sol a les entranyes,
i ben prompte sentia
una ardència dins d’ella que es movia.
«Adéu, la casa meva i els que hi són:
jo prenyada de llum me’n vaig pel món».
De tots abandonada,
va començar a rodar per l’encontrada.
Estava alegre com l’aucell que vola,
cantava tota sola,
cantava: «Só l’albada
que duc el sol a dins i en só rosada.
Els cabells me rossegen,
els ulls me guspiregen,
els llavis me robiegen,
en les galtes i el front tinc el color
i al pit la gran cremor:
tota jo só claror contra claror».
La gent que la sentia
s’aturava admirada i la seguia:
la seguia pel pla i per la muntanya
per sentir-li cantar la cançó estranya
que l’anava embellint de mica en mica.
Quan ella va sentir-se prou bonica,
va dir: «M’ha arribat l’hora»,
va parar de cantar, i allà a la vora
entrava a una barraca que hi havia.
La gent que a l’entorn era
sols veia un resplendor i sols sentia
el gemec poderós de la partera.
De sobte, les clivelles
del tancat van lluir igual que estrelles.
De seguit s’aixecà gran foguerada,
tota la gent fugia esparverada,
i en la gran soletat només restava
un nin igual que el sol, que caminava
i deia tot pujant amunt la serra:
«Jo vinc per acostar el cel a la terra...».
una donzella que tenia
els disset anys d’amor; i era tan bella,
que la gent d’aquell volt
deien: «És una noia com un sol».
Ella prou la sabia
la parentela que amb el sol tenia:
que cada matinada
per la finestra a sol ixent badada
l’astre de foc i ambre
li entrava de ple a ple dintre la cambra,
i ella nua, amb delícia,
s’abandonava a la fulgent carícia.
De tant donar-se a aquestes dolces manyes
va ficar-se-li el sol a les entranyes,
i ben prompte sentia
una ardència dins d’ella que es movia.
«Adéu, la casa meva i els que hi són:
jo prenyada de llum me’n vaig pel món».
De tots abandonada,
va començar a rodar per l’encontrada.
Estava alegre com l’aucell que vola,
cantava tota sola,
cantava: «Só l’albada
que duc el sol a dins i en só rosada.
Els cabells me rossegen,
els ulls me guspiregen,
els llavis me robiegen,
en les galtes i el front tinc el color
i al pit la gran cremor:
tota jo só claror contra claror».
La gent que la sentia
s’aturava admirada i la seguia:
la seguia pel pla i per la muntanya
per sentir-li cantar la cançó estranya
que l’anava embellint de mica en mica.
Quan ella va sentir-se prou bonica,
va dir: «M’ha arribat l’hora»,
va parar de cantar, i allà a la vora
entrava a una barraca que hi havia.
La gent que a l’entorn era
sols veia un resplendor i sols sentia
el gemec poderós de la partera.
De sobte, les clivelles
del tancat van lluir igual que estrelles.
De seguit s’aixecà gran foguerada,
tota la gent fugia esparverada,
i en la gran soletat només restava
un nin igual que el sol, que caminava
i deia tot pujant amunt la serra:
«Jo vinc per acostar el cel a la terra...».
Etiquetes de comentaris:
Joan Maragall,
poesía
02 abril 2011
'Los cronocrímenes' (2007): las virtudes del cine sin viagra
Los sexólogos más benevolentes aseguran que el tamaño no importa, y la afirmación se puede extrapolar sin problemas al cine español reciente: frente a los macroespectáculos freakies ('Torrente') clasicistas ('Ágora') o histórico-circenses ('Balada triste de trompeta'), los mayores deleites nos los han proporcionado producciones de género mucho más pequeñas y de aparente menor presupuesto, como la soberbia 'Celda 211' de Daniel Monzón o la no menos magnífica 'Los cronocrímenes' de Nacho Vigalondo.
A pesar de su título cacofónico y poco comercial -aunque plenamente acertado- esta película sin viagra, de modestísimos planteamientos, consigue dar una cáustica y subversiva vuelta de tuerca al género de los viajes en el tiempo, esta vez en clave de thriller criminal. Lo logra con solo cuatro actores y prácticamente un único escenario, de tintes hitchcockianos: un bosque, una casa y una extraño recinto con maquinarias y caminos iluminados que parece un homenaje entrañable al cómic y a la ciencia-ficción de toda la vida.
Poco se puede contar sobre un guión que es el auténtico reclamo y tesoro escondido de esta pequeña cinta, donde a Karra Elejalde (Héctor) le toca el papel de hombre corriente atrapado en surrealistas circunstancias, merced a sus tentaciones voyeurs con unos prismáticos -otro guiño de pleitesía al maestro Hitchcock-, mientras se diría que el propio Vigalondo (vigilante) se interpreta a sí mismo como corruptor accidental del órden cósmico, con una cara de pardillo que da el reverso prosaico a la efigie de Cristopher Lloyd en 'Regreso al futuro'.
Sin tomarse a sí misma demasiado en serio, más bien como una gozosa y sutilísima parodia, el mecanismo de relojería de 'Los cronocrímenes' logra encajar todas y cada una de las piezas, y para quien quiera hacer lecturas, ofrece con su ácida negrura la versión más literal de aquello que "el hombre es un lobo para el hombre" (vale, admito que empezar con sexología y acabar con Hobbes quizá es un cronocrimen).
Suscribirse a:
Entradas (Atom)