10 enero 2010

'Moon': crisis de identidad en la Luna

Atención: este artículo contiene pequeños detalles sobre el argumento


LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA

por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 8,5

Tras ver 'Avatar' (400 millones de dólares), reconforta comprobar que con un buen guión y un actor solvente se puede bastir una película soberbia como 'Moon' (5 millones de dólares). Duncan Jones, el hijo de David Bowie, ha debutado en el celuloide por la puerta grande con una historia de soledad ambientada en la Luna, sobre cuyos cráteres se mezclará la ciencia ficción y el thriller psicológico en una trama mínima y apasionante.

A Sam Bell le quedan pocas semanas para abandonar su puesto de trabajo, en una estación energética lunar que garantiza un abastecimiento limpio a la Tierra del futuro (lo que no resultará tan limpio son los métodos de contratación de personal).

Alejado de su familia, Sam sólo cuenta con la compañía de una máquina de asistencia llamada Gerty, que muestra reacciones en forma de emoticonos e incluso puede percibir el estado de ánimo del astronauta gracias a su súper-dotada inteligencia artificial. Bravo por el hallazgo.

La cuenta atrás en la fábrica lunar se acaba haciendo desesperante, y una serie de sucesos accidentales harán que Sam tenga que "enfrentarse a sí mismo a 385.000 kilómetros de casa", como reza el astuto subtítulo de la cinta.

Sin desvelar más aspectos de la trama, gozosamente intrincada y misteriosa, sólo diremos que 'Moon' rinde un pausado y hermosísimo homenaje a la ciencia-ficción clásica, con paisajes lunares cautivadores, convertidos en insólitos páramos del hastío, la crisis de identidad y la soledad humana. Duncan Jones, en definitiva, tiene el acierto de rodar la actualidad psicológica más rabiosa con decorados galácticos en vez de domésticos.

'Moon' nos depara algún plano verdaderamente inolvidable, como cierto astronauta convalesciente, desde los cristales de su vehículo, que ve a su propia sonda regresar hacia la Tierra, o ese hombre que decide dejarse a sí mismo en el lugar del accidente para poder salvarse. Rutilantes paradojas en una película breve y genial, que reconcilia el futurismo con el dolor y la añoranza humana.

Para todos los que se pierden estas joyas de bajo presupuesto, casi me dan ganas de plagiar el eslógan de Lidl: "No se engañe, la calidad no es cara".

Lo peor: Que 'Avatar' se proyecte en 32 cines de Barcelona y 'Moon' solamente en uno, donde, además, no se pueden comer palomitas ( ;-) ).

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