Así en Wallstreet como en el Messenger, en los despachos inmobiliarios como en el consumo, las grandes inversiones se hacían en experiencias y especulaciones antes que en productos y bienes contantes y sonantes. En este capitalismo virtual o "de ficción", la tensión, el dolor y los requerimientos morales han sido borrados, la vida se ha convertido en un videojuego libre y horizontal donde el único que muere es el avatar o doble imaginario.
Como utopía tras el colapso de la espiral neobarroca al que nos ha conducido la crisis, Vicente Verdú apela a un viaje de retorno a la realidad, un regreso a la materia profetizado casi en clave evangélica: dice el físico Joâo Magueijo que la luz, -rápida e intangible como el capitalismo financiero-, se irá solidificando a lo largo de millones de años hasta encarnarse en una inalterable pulpa o piedra filosofal. Entonces las especulaciones y recalificaciones infinitas se habrán acabado para siempre y el valor de verdad estará al alcance de nuestros dedos. Amén.
Las guerras -como la crisis- estallan por una chispa, sea el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo o las hipotecas subprime, pero algo va anunciando que la gran explosión se halla cerca y será inevitable de un momento a otro, tal como el desorbitado precio de los pisos o los corruptos campos de golf deshaciendo las huertas como plagas hacían presagiar (...).
La Humanidad, que con Homero había sido objeto de contemplación para los dioses olímpicos, ha venido a ser la noticia bomba para ella misma. Su alienación, del sí misma para sí misma, ha alcanzado ese grado que la hace convertir su propia destrucción en una sensación desgraciada pero de máxima calidad teatral. Éstas son las palabras aproximadas de Walter Benjamin hace medio siglo, pero hoy, con el capitalismo revestido de millones de pantallas, la realidad se contempla a través de miles de imágenes y ya nada que importe realmente dejará de ser objeto de una autopsia espectacular (...)
Habitábamos de este mundo un reino, donde, convalidada la verdad por la falsificación, la especulación pasaba a ser un natural modo de vida. En este juego ocurría lo mismo que con el sexo, ahora transformado en género. Con el sexo podía hablarse del modelo masculino y del modelo femenino como polos de definición, pero bajo el reino del género podían entrar todos los grados y mixturas hasta parecer de poco gusto caracteritzar a alguien como hombre/hombre o mujer/mujer. El título se crea imaginativamente sin que exista una realidad anterior. Todos seríamos fusiones, creaciones culturales, construcciones permeables, propensas a la mixtura y la transfiguración.
En la vastedad del mundo se asienta nuestra ciudad, y en la ciudad, entre un anonimato de construcciones, el lugar del domicilio. Dentro de cada casa hay un rincón donde agazaparse todavía, al fin de ese reducto, aparece la pantalla del ordenador, el último alvéolo de la intimidad. La intimidad que antes se confiaba a un oído elegido pasa hoy a los salones del ciberespacio (a la llamada "extimidad"), y millones de usuarios cuelgan allí sus secretos, desatan sus inhibiciones o muestran su privacidad (...). Un mundo así, tan especulativo, no lo habíamos conocido nunca y sólo lo habíamos supuesto como el posible paraje al que advendríamos después de muertos, entre la fecha de la esquela y el juicio final, en cuyo periodo las almas, desprovistas de cualquier peso, se relacionarían como cuerpos cero.
Más amabilidad, más humor, más compasión, más empartía, buenas maneras, más conocimientos y curiosidades, educación para relacionarse, para saber triunfar y fracasar, para aprender a vivir y a morir, para ser feliz sin culpa, disfrutar del placer sin remordimientos, para disfrutar del otro diferente, para vindicar un quehacer múltiple, profesional y personal. Ser personas de calidad. Y tratar de hacer de la vida un juego frente a la tabarra de hacerla trascendente. Los videojuegos precisamente, tan satanizados todavía, enseñan a tomar la vida y la muerte como parte del mismo juego: todo el posible daño de los videojuegos violentos se compensa con esta liberación del yo que muere y sólo muere el personaje, siendo yo el Testigo de lo que sucede. Sufro y no decaigo, me veo sufrir (Pániker).
[Emerge la cultura de lo gratis]. La compañía obtiene beneficios no a través de la venta del objeto principal, sino indirectamente, secretamente, a través del mundo de la información. El principal ingreso que la empresa obtiene no se lo procura la venta de un artículo sino la huella personal que ha dejado el consumidor al tomar la mercancía en sus manos, tal como se produce constantemente en las compras de Internet. [Así] se hallan en condiciones de elaborar listados con perfiles detallados de sus clientes (...). Con ello, el mercado inaugura la permuta de mercancías por partículas de privacidad, objetos por sujetos.
El alma fundacional del coche (...) evocaba la fuerza y la aventura, mientras [lel mundo de los coches eléctricos] hace referencia al hogar, la atadura al enchufe del domicilio. La decadencia del automóvil, especialmente americano, es paralela a la definitiva conclusión de un mundo. El final de un mundo físico y ruidoso en beneficio de lo intangible y silencioso. El declive del petróleo y la decadencia del litio. El litio de la pila y el farmacológico: ¿cabe imaginar mayor signo de la Depresión?
IMÁGENES UTILIZADAS:
1 REVISTA 'NEW YORK': EL FINANCIERO BERNARD MADOFF CONVERTIDO EN "MONSTRUO" (MARZO 2008) E IMAGEN DE LA CRISIS EN WALLSTREET (SEPTIEMBRE 2008, GETTY IMAGES)2 ICONOS DEL PROGRAMA MESSENGER
3 ESCÁNER CORPORAL EN LOS AEROPUERTOS, EXTENDIDO TRAS EL ATENTADO FALLIDO EN DETROIT (NAVIDAD DE 2009)
4 COCHE ELÉCTRICO COMPARADO CON UN FETO
5 ORO
1 comentario:
Entre tú y yo; este libro es algo flojo, llenos de tópicos, la misma idea un millón de veces, ... todo lo contrario que "El estilo del mundo" del mismo autor que tienes comentado en mi blog.
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